miércoles, 4 de febrero de 2015

25. Historia Cotemporánea europea. Introducción a las Revoluciones Burguesas -1770-1830-

- La revolución industrial (1760-1830) Hobsbawm.
- En torno a los orígenes de la Revolución. Cameron.
-  Historia contemporánea, UNED, Lucia Rivas Lara.
- Las revoluciones burguesas, Eric Hobsbawm.
-Conferencia del antiguo Catedrático de la UMA, Siro Villas Tinoco


1.- REVOLUCIONES BURGUESAS (1770-1830)

            - LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
            -REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
            -CAMBIOS DEMOGRÁFICOS Y SOCIALES
            -PENSAMIENTO

            Debemos entender como revolución un cambio abrupto en el recorrido político de una nación -el descubrimiento de América y el consecuente enriquecimiento de las metrópolis- que provocaría, tras la investigación de nuevos horizontes, transformaciones  económico-sociales, que en el caso europeo modificarían el continente desde fines del siglo XVIII hasta mediados del XIX o, más concretamente partiendo de Hobsbawm, entre 1730 y 1840, es decir, un proceso casi simultáneo a la Revolución francesa que influenciaría mediante el colonialismo y las campañas orientales a países extraeuropeos  como China, India, Japón y EEUU.
            El proceso revolucionario traería consigo el desarrollo y establecimiento del nuevo modelo económico y de producción, la sociedad capitalista, y con ella el triunfo de la sociedad burguesa y obrera. Las revoluciones de origen económico nacidas en el viejo continente no serían meros estallidos aislados, sino que se nutrirían entre sí, interaccionando y apoyándose según la basculación de poder, haciendo de sí mismas procesos muy extendidos en el tiempo, tanto que en este caso concreto, su fin no es completamente definible ya que ¿cuándo acaba la revolución industrial? ¿Cuándo se deja de innovar para comenzar otro período, totalmente arbitrario, que se diferencie del primero? Fruto de ello sería el desarrollo de grandes ciudades, sistemas tecnológicos innovadores, una moneda nacional y fuerte y una banca de gran poder, lo que se ha considerado a posteriori como los cambios más relevantes en las economías de producción desde el Neolítico, que trajo consigo el cambio de sociedad meramente cazadora a agroganadera.
            La Revolución industrial inglesa o Primera Revolución industrial queda cercada en un territorio tan escueto como el compuesto por Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, hecho que propicia una explicación: aunque las necesidades y problemática artesanales afectaban a todo el continente, los cambios sólo se sucedieron en una sociedad específica porque ésta presentaba unos rasgos diferenciales, así como la unión de inspiración y talento en un marco de auge económico, fruto del comercio ultramarino; necesidad social y conjuntos propensos al avance como lo eran las últimas décadas de la Edad Moderna.
            Pese la relevancia de las Revoluciones, su propagación por el continente sería muy tardía, concentrada entre 1830 y 1840, donde comienza a localizarse grupos proletariados que no tardarían en crear su propio ideario en defensa de sus intereses -comunismo-.
            Los primeros Estados en contagiarse de la fiebre industrial serían Belgica y Alemania -gracias a los Cockerills-, y Francia, debido en gran medida a su proximidad y a la fuga de personal cualificado. Cada uno de estos países responde a unos rasgos definitorios que conseguirían nacionalizar la influencia; Francia se vería beneficiada por su amplio desarrollo de las comunicaciones -ferrocarril-, Bélgica por la existencia de materias primas como el hierro y el carbón, mientras que en el sur de Alemania, por la falta de éstos observaremos la asimilación del gen industrial en fechas mucho más tardías, extendiéndose hasta mediados de siglo.
            El término revolución no puede aplicarse al sistema productivo inglés al completo, sino a tres aspectos específicos y secuenciados como lo son: la producción textil de algodón, la siderurgia de carbón mineral y finalmente el desarrollo de la energía de vapor.
PROTOCAPITALISMO: ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN.
            Con antecedentes ya en la Baja Edad Media, con la disolución del feudalismo y la articulación de una agricultura comercial, y no de subsistencia -protocapitalismo-, comenzarán a diluirse lentamente los contratos sociales que sustentaban el modelo -feudovasalláticos-. Hecho que se aceleraría en Inglaterra a partir de 1760 por los movimientos demográficos y los cambios agrícolas, que desembocarán en la Revolución industrial.
            La nobleza británica no era menos despótica u orgullosa que sus homólogos europeos, pero si tenía rasgos característicos que propiciaron la situación que aconteció: en el Reino Unido de la Gran Bretaña sólo el primogénito varón heredaba el título y el patrimonio, mientras que el resto de la descendencia no poseía nada para sí. Asimismo la aristocracia debía pagar unos impuestos y no podían caer en la “derogueance”, es decir, no podían ser expulsados del estamento, con todo lo que ello conlleva, todo ello salvo una excepción, el desarrollo de labores mercantiles o corsarias en primera persona, por lo que siempre que pudieran mantener un testaferro no sucedería nada. Pero incluso estas restricciones eran menos pronunciadas  que en el resto del continente, como se observa en que parte de la inventiva viniese originada por la clase alta -ejemplo, Lord Turnip-. Deberemos considerar de igual modo que la acumulación de capital en las castas privilegiadas no se debía exclusivamente por las rentas nobiliares y territoriales, o el servicio a la Corona -exigido a la nobleza inglesa en el Continente- ya que la riqueza, cualesquiera que fuese su procedencia era bien acogida, como lo muestra el tradicional recurso de la piratería inglesa.
            Como ejemplo, claramente diferenciador, cabe destacar que mientras que en el continente si un científico era tachado de “novator” -amigo de las novedades- corría peligro su integridad por el perseguimiento de la Iglesia católica y su brazo secular, en Inglaterra aquellos que aportaban ideas susceptibles al aprovechamiento común eran premiados, incluso podían ennoblecerse por este medio.

REVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y SOCIAL

            A principios del siglo XIX, Europa tenía una población de 187 millones de personas, que pese a las emigraciones a otros continentes en el año 1900 se alcanzó los 400 millones. Ello podemos entenderlo a partir de tres rasgos definitorios, como la natalidad, la mortalidad y los movimientos emigratorios. Cuarenta millones de europeos entre los años 1800 y 1930 emigraron hacia Canadá y EEUU por diversas razones, en busca de un futuro mejor del que les ofrecía el viejo continente. Ello fue posible gracias al desarrollo de las comunicaciones, punto que trataremos en este tema.
            Los avances médicos de la ilustración, la higiene, el conocimiento anatómico -con la consiguiente evolución en las cirugías más complicadas- y el uso de las vacunas y la anestesia, serían determinantes, además de una mejora de la insalubridad urbana mediante nuevos sistemas de alcantarillado -como en el reinado de Isabel II en Madrid- y agua potable, lo que reduciría considerablemente la posibilidad de contagios.

CAMBIO AGRÍCOLA

            La Inglaterra de principios del siglo XVIII era esencialmente agroganadera, aún con una incipiente industrial textil. Pero con la Revolución industrial este modelo pasaría a ser secundario mediante grandes avances científicos, técnicos y tecnológicos que sustituyeron los antiguos agentes de trabajo -personas- por otras fuentes de energía -máquinas-,  suponiendo un ahorro en el coste de producción y un aumento en la eficacia y la cantidad de la misma. Ello llevaría a Inglaterra a ser la primera potencia mundial hasta 1914, con la Gran Guerra, donde se vería sustituida por su colonia de mayor potencial, EEUU.
            Las transformaciones agrarias en la senda del protocapitalismo, como el uso del terrazgo y los cambios en la producción cerealística, al tiempo que enriquecerían a los propietarios -en su mayoría nobles- desarraigaban a las masas campesinas que eran forzadas a emigrar a núcleos urbanos en busca de un nuevo sustento. Ello ponía a su disposición de los empresarios urbanos masas demográficas susceptibles a ocupar puestos que no requerían una gran formación.
            La ruptura del modelo feudal y las innovaciones que lo propiciaron, agilizaron el mundo rural, convirtiéndolo en una extensión del urbano y de su modelo capitalista. Ello supondrá el abandono de la economía de subsistencia con la villa como unidad productiva, además de una evolución en las relaciones de mercado.
            La agricultura inglesa está repartida tripartitamente en trigo, cebada y terrenos en barbecho para recuperar las propiedades perdidas. Desde fines de la Edad Media, la evolución en técnicas de cultivo es notable, la aparición de nuevos alimentos como el trebol o el nabo, es decir plantas escardadoras, ricas en nitrógeno, permitirían suprimir el barbecho y producir en el mismo años dos cosechas, una para la alimentación animal y otra para la humana; las técnicas de cultivo como el arado, la cosechadora, el drenaje de zonas pantanosas y con el conocimiento químico, el uso de los abonos, supondrían un gran avance. Todo ello provocaría un aumento de producción y en consecuencia, la privatización de la propiedad de la tierra. Aunque también podemos hallar zonas comunales.
            Ello produjo una mejora de la producción y una especialización geográfica, lo que permitiría mejorar la creciente población. La revolución agrícola fue sobre todo un conjunto de innovaciones técnicas que propiciaron un cambio a gran escala.
            En un principio, las parcelas no estaban cercadas pero con el incremento de las rentas por la producción y la demografía, los grandes terratenientes solicitarían al parlamento inglés el cercamiento de la tierra -enclousure acts-, lo que conseguirían rápidamente al estar dicho poder en manos de las familias interesadas. Ello propiciaría que los comunales se agruparan para hacer frente al ataque terrateniente, mientras que los que no lo hicieron se verían abocados a vender sus tierras y volverse colonos o asalariados de las mismas. De este excedente de población desederada de sus tierras se nutriría las industrias urbanas de personal. La Revolución agrícola y la Revolución demográfica serían los pilares que sustentarían la Revolución industrial.
            A fines del siglo XVIII, debido del aumento de población en Inglaterra, nacería el movimiento Maltusiano, tema que trataremos en futuros apartados.

INDUSTRIA TEXTIL

            Partiendo de la protoindustrialización inglesa, observaremos una industrialización de la población perteneciente al excedente  rural en tareas básicas de poca formación, observándose un crecimiento del “Domestic system” y de talleres domésticos que crearían productos manufacturados de menor precio que los gremiales.
            En esencia, un tejido no es más que el entrecruzamiento de unos hilos verticales –urdimbre- con unos horizontales –trama-, que más tarde serían enfurtados, apelmazados, repelados, desengrasados y finalmente tintados antes de su salida a mercado. Por lo que la artesanía textil tiene dos procesos: el hilado, que consiste en transformar la materia prima en hilo y tejido, que consiste en su posterior entrecruzamiento para su transformación en tela.
           
           
            En el período pre-industrial, las dos fases que conformaban el tejido consiguieron mantener un equilibrio entre la carencia del materia prima y el exceso de ésta que suponía un rápido deterioro si no se telaba. Durante el período medieval con el Verlagg system y con el Domestic system en la Edad Moderna, se empujó al campesinado a dos tareas opuestas como lo son las labores agrícolas y las textiles, consiguiendo de este modo ingresos suplementarios. El rudimentario tejido era finalizado en los talleres, pero la fase más ardua ya estaba hecha.
            Con la llegada del primer tercio del siglo XVIII, el algodón se vio sustituido por la lana, que pese a su peor calidad la inferioridad de precio lo compensaba, abriendo el mercado a grupos más extensos, lo que provoca la consideración de los textiles como la primera innovación de la Revolución Industrial. La lana se convertiría en el motor de la industria textil inglesa, procedente de la India y de las colonias norteamericanas del sur – lo que la hacía muy barata-,. Suponiendo el 40% de las exportaciones británicas. Por todo ello, todas las grandes innovaciones textiles están ligadas a este producto y los grandes emporios industriales estaban situados en ciudades marítimas como Londres, Liverpoll, Manchester o la Baja Escocia.
            Un punto a profundizar, a interés del lector sería la relación conjunta del algodón y la esclavitud, completamente unidas y de un gran valor histórico que por escasez de tiempo no abordaremos.   
    Lanzadera volante -1733- de John Kay, que debido a sus reformas técnicas consiguió una rapidez nunca antes vista, trayendo consigo un aumento de la producción del 2,000%. Dicha innovación en el segundo proceso empujó a que una serie de innovadores personajes orientasen su ingenio en aumentar la producción del hilo..
    Spinning Jenny -1764- de James Hargreaves. En respuesta al anterior reto se diseña una máquina hiladora, una verdadera revolución que producía en la misma cantidad de tiempo la labor de treinta y seis mujeres a todo rendimiento, su único pero era que sólo era útil para el algodón.
    Water frame -1768- Sir Richard Arkwright. El antes peluquero, sería nombrado Par del Reino por tal invento. Una máquina movida mediante energía hidráulica que elevaba la producción de 1:100 sobre la hilandera tradicional.
    Mule Jenny, 1779, de Samuel Crompton. Hibrida de las dos anteriores desencadenaría el siguiente invento.
    La máquina de vapor al telar -1785-. del reverendo Edmund Cartwrigth. y mejorada en el 1782 por James Watt.
            Pero poco después las tornas cambiaron, la rapidez y la baratura del producto llevaba in nuce la semilla de la discordia; ya no eran necesarias las grandes masas de tejedores, quienes se vieron abocados a la absoluta miseria, siendo apodados por ellos mismos “ludismo”. Estos hombres y mujeres serían el preludio de las grandes luchas obreras del siglo siguiente, consecuencia europea de la Revolución industrial, que abaratará los precios de los productos en serie y abocaban al desastre de los artesanos.

INDUSTRIA SIDERURGIA

            Desde el siglo XV contemplaremos una evolución de las antiguas forjas en altos hornos para la fundición de material férrico; su productividad no estaba ligada tanto a estas evoluciones como al empleo del carbón mineral, ya que por el contrario, el carbón vegetal -infinitamente más barato-, producía un hierro de calidad mínima al transmitirse las impurezas del mineral, por lo que había que refundirlo y en ello se perdía todo el beneficio.
            Ello llevó a una rentabilidad paralela a la cercanía del carbón vegetal, era más rentable abandonar unas instalaciones tras la deforestación del terreno circundante que afrontar los gastos del traslado a la fábrica. Deberemos considerar que en la Edad Moderna, la leña, y en consecuencia el carbón vegetal obtenido de ella, era un equivalente a nuestro plástico actual. Por ello nacería el hierro forjado, libre de las impurezas por su calidad mineral. Más tarde se introdujo otras técnicas, como la del pudelado -laminar el hierro-.
            La Industria siderurgia fue otro de los grandes pilares de la Revolución industrial, materias como el hierro -fundido, dulce y acero- favorecerían su auge aunque conllevarían numerosos avances para su correcta fundición -de carbón vegetal a mineral-.

ENERGÍA A VAPOR

            Desde tiempos muy lejanos la capacidad del agua como herramienta productiva era conocida -citada por Herón de Alejandría-; fue usada por mesopotámicos y árabes, pero en el mundo cristiano esta inventiva, como todas las demás, fueron frenadas por la Iglesia Católica.
            En la Edad Moderna, la mayor problemática hídrico que tenían que hacer frente se encontraba en el sector minero, ya que debían desaguar las galerías, cada vez más profundas y más difíciles de acceder, por lo que en 1668 el ingeniero militar británico Thomas Sabery patentó un complejo artilugio propulsado por energía a vapor, un antecedente de la bomba de desagüe que se ubicaba al fondo de la mina. Y aunque el artilugio poseía un ritmo aceptable, era costoso y complejo, lo que imposibilitaba su uso comercial restringiéndose este avance a un plano teórico.
            Una de estas máquinas fue adquirida por Thomas Necomen, quien solventó lo problemas más evidentes volviendo operativa la máquina, pese que sería más correcto situarla como un ingenio atmosférico. Pese a los avances, la máquina seguía poseyendo problemas, esto derivó en que en 1760 una de ellas fuese entregada a James Watt para que la arreglase, lo que consiguió además de patentar la versión mejorada de la misma, aunque siguió siendo considerada una máquina atmosférica y no a vapor. Los numerosos cambios que Watt realizó en la máquina no permitían su abaratamiento por lo que seguía siendo inaccesible Ante ello surgió la siguiente propuesta: los mineros expresarían en el contrato la cantidad de carbón que consumían al año, por ello, Watt, les suministraba la máquina sin coste inicial siendo su beneficio la mitad de lo que hubiesen ahorrado en carbón durante un año. Fue tan el triunfo de la iniciativa que Watt no renovó la oferta.

DESARROLLO DE LAS COMUNICACIONES

            El desarrollo de comunicaciones sería esencial en el recorrido revolucionario. Nacería como una ayuda para la minería, pero la mejora de las infraestructuras y el acondicionamiento a un mayor recorrido reduciría la dependencia marítima, siendo un punto de inflexión. Las primeras líneas de ferrocarril se localizan en Inglaterra, su utilidad era transportar el carbón pero rápidamente se darían cuenta  de las oportunidades que albergaba trasladar personas. La primera línea con éste fin se inauguró en 1830 -Manchester/Liverpool- y fue realizada por George Stephenson, también conocido como el “padre de los ferrocarriles”.
            Como innovación, el ferrocarril produciría un estímulo a la industria siderúrgica y la minería -por la fabricación de raíles de hierro- y una evolución en los mercados, que facilitaría el proceso industrial y un cambio demoledor en lo relativo a aspectos socio-económicos. Así como marginaría las zonas no articuladas, determinando incluso los modos de gobierno-proteccionismo y librecambismo-. La configuración de los mercados, nacionales e internacionales, asimismo aspectos sociales y humanos,  variarían. Las personas conseguirían transportarse en un tiempo menor, la emigración se sustenta hasta mediados de siglo gracias al ferrocarril, cuando se impondría el barco como medio de transporte.
            Otro medio a destacar serían los canales, sobre todo en Europa Occidental. Aunque las construcciones de mayor relevancia tienen trascendencia transoceánicas, como la presa de Suez, que comunicaría el mar Rojo con el Mediterráneo. Más reciente aún sería el canal de Panamá hecho en la primera mitad del siglo XX -1914-.

LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA DE LA INDUSTRIALIZACIÓN INGLESA

            Carbón: cuencas minerales localizadas en el noroeste.
            Metal: Birmingham, Midlands y Yorkshire..
            Lanas: Yorkshire -Leeds-.
            Gales: ¼ de la siderurgia nacional.
            Industrialización de Escocia, industrializándola desde 1707.
            El otro sector que sufriría un gran desarrollo sería el financiero, en relación con la evolución industrial, ya que ésta supondría la acumulación de capitales gestionados por entidades bancarias, que dejarían atrás su pasado de cajas de ahorro para transformarse en entidades de inversión, naciendo con ello la bolsa.

TEORIZACIÓN: EL LIBERALISMO ECONÓMICO

            El liberalismo es una doctrina filosófica, política y económica que defiende la libertad del individuo frente al Estado, oponiéndose a cualquier modo de despotismo. Surge en consecuencia del movimiento racionalista del siglo XVIII y de las estructuras represoras del Antiguo Régimen. El liberalismo defiende la igualdad jurídica, los derechos individuales y, en esencia, la Constitución, la señal inequívoca de una relación entre el rey y el reino completamente diferente, opuesta completamente al absolutismo. Teóricamente dentro de la corriente liberalista siempre prevalece el Estado de Derecho, es decir, aquel regido por una constitución, una norma jurídica previamente aprobada y de conocimiento público.
            Su máximo exponente sería Adam Smith -escuela de Manchester-. Su carácter burgués se observa en su búsqueda de libertad. Según la teorización, la iniciativa privada no debe estar intervenida por el Estado ni por ninguna otra ley que no sea la ley de mercado, el empresario debe tener libertad para contratar, establecer los salarios, jornadas, etc... maximizando de este modo los beneficios incluso llegando a la explotación.

CONSECUENCIAS DEL LIBERALISMO

         No hay límite en las jornadas laborales.
         No hay límites en la contratación.
         Ni protección de menores -edad para comenzar a trabajar no limitada-.
         Estas tres primeras se traducen en la explotación del proletariado, en torno a las industrias.
         Aparecen las primeras enfermedades por las concentraciones demográficas y la insalubridad de los entornos industriales.
         Aparece un fenómeno secundario, la urbanización, que generaría la aparición de barrios proletariados y marginales, concentrándose en ellos lacras como la prostitución y el alcoholismo.

¿POR QUÉ INGLATERRA Y NO OTRO PAÍS?

            A pesar que el proceso industrial se extendería por los estados cercanos al núcleo revolucionario, deberemos comprender los rasgos diferenciales que les distinguirían y alzarían sobre los demás. En Francia, por ejemplo, la revolución no partiría de la privatización agrícola, que borraría su carácter colectivo sino de la paupérrima situación económica, con un déficit cada vez mayor.
            El sistema económico inglés, proteccionismo hasta 1846, evitaría la competencia con las materias primas asiáticas impulsando el desarrollo Industrial.
            Mientras que el sistema educativo, basado en una enseñanza práctica, en contraposición con el foco cultural del período -Francia-, convertiría a Inglaterra en lo llamado “taller mundo” hasta fines del siglo XIX, abandonando su puesto dominante con la Gran Guerra, donde EEUU obtendría la preponderancia económica, Francia la cultural y Alemania obtendría la hegemonía nacional necesaria para crear una identidad similar a sus semejantes.
            En el año 1783, Thomas Bessemer consiguió crear el acero, lo que tuvo consecuencias inmediatas en Inglaterra, pero este país no tardaría verse sustituido por la creciente y manufacturera Alemania.

PENSAMIENTO

Thomas Robert Malthus fue un religioso anglicano cuyas teorías, calificadas de anticientíficas[1], tendrían gran influencia sobre la economía política, la sociopolítica y la demografía, en 1798 publicaría de forma anónima el Ensayo sobre el principio de población, obra por la que es de sobra conocido como uno de los primeros demógrafos. En él afirma que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos que la sustentan aumentan en progresión aritmética, por lo que la población se encuentra limitada por los medios que la sostienen. Para él, la regulación poblacional se debe realizar de manera natural, con epidemias, guerras, limitación de matrimonios y otros principios que propiciarían el control demográfico con el fin de evitar la pauperización de la especie, que podría provocar su extinción.
El pensamiento de Malthus está gravemente influido por los principios pedagógicos de Jean-Jacques Rousseau, de quien su padre era amigo íntimo, siendo su corriente de pensamiento catalogada dentro de los pensadores pesimistas. Realizó sus estudios en el Jesus College de Cambrifge, licenciándose en filosofía y teología. Tras ello fue ordenado pastor anglicano, estando durante un período de tiempo al frente de la parroquia de Albury. En 1793 fue designado miembro del equipo de dirección del Jesus College, puesto al que renunciaría en 1804 al contraer nupcias.
Paralelamente la Compañía de Indias Orientales fundó Haileybury, una institución universitaria destinada a formar a los funcionarios que después servirían al Reino en sus posesiones de ultramar. Allí ejercería Malthus como profesor de economía desde 1805 hasta su muerte en 1834.
Ante él se erigiría con el paso de los años un gran número de opositores entre los que cabe destacar a Marx y Engels, quienes probaron que la miseria y la superpoblación está ligada al régimen capitalista, así como que sí se invierte en ciencia y tecnología el crecimiento de la población sería sostenible. Asimismo señalaron que el compendio de  Malthus no es más que la reunión de ideas anteriormente expuestas por personas como Giovanni Botero, Fiammaria Ortes, Richard Cantillon, Adam Smith, David Hume, Robert Wallace, etc.
A día de hoy está completamente probado que la población no crece en una progresión geométrica –quizás Malthus pecó al pensar que Europa seguiría creciendo a un ritmo alto-[2]. Opositores como Spencer hablan de un fenómeno totalmente contrario, como el decrecimiento de la población, que se vería propiciado por el incremento de la individualización –rasgo adquirido en la sociedad moderna-. De igual modo la proporción aritmética de los víveres de subsistencia ha sido rechazada, ya que, al contrario de su planteamiento, han crecido en una proporción mucho mayor, gracias a la inventiva que se ha desarrollado a su alrededor. Y éste es, uno de los apartados más significativos ya que Malthus no tuvo en cuenta el aumento de la capacidad industrial del hombre.
Los socialistas actuales deslegitimizan totalmente su teoría sosteniendo que la miseria no está ligada a la población, sino a la organización económica.
"Creo que puedo con justicia formular dos postulados: Primero, que la comida es necesaria para la existencia del hombre. Segundo, que la pasión entre los sexos es necesaria y seguirá así". Malthus. Primer ensayo sobre población[3].
Adam Smith fue un economista y filósofo inglés considerado como una de los máximos exponentes de los principios de la economía clásica. En el año 1776 publicaría la obra por la que más prestigio adquirió, la riqueza de las naciones, donde alude que la riqueza de una sociedad procede del trabajo de ésta, tratando en sus páginas un estudio sobre el proceso de creación y acumulación de riquezas. Para ello escogería principios como el inglés u holandés, desde donde desarrollaría teorías económicas como la división laboral, el mercado, la moneda, los salarios o la acumulación de capital. Sus teorías le han situado en los conocidos como pensadores optimistas.
David Ricardo fue un economista inglés de origen judeosefardí, miembro de la corriente del pensamiento clásico económico y uno de los más influyentes junto a Adam Smith y Thomas Malthus. Uno de sus estudios más relevantes fue su disertación sobre el trabajo como variable del coste del producto. Otros pensadores que marcaron el pensamiento político pero deberemos –por falta de tiempo- obviar son Say, Bastiat o Stuart Mill.
En los siglos XVIII y principios del XIX, se desarrollarán dos conjuntos de doctrinas en el pensamiento económico y político, partiendo en la segunda mitad del siglo XVIII del desarrollo del pensamiento liberal económico.
Las doctirnas socio-políticas que se desarrollan en este período son una crítica para el absolutismo, que pondrían las bases del pensamiento liberal con precedentes tan lejanos como Locke.
El pensamiento liberal se fundamenta en un estado democrático, en la separación de poderes y en principios como el de igualdad y libertad –reunión, prensa, religión y asociación-. En ellas se visiona el principio de felicidad que había sido suprimido por el Antiguo Régimen. Pensadores que no podemos menos que mencionar en este campo serían Montesquieu, Voltaire y Rousseau.
Montesquieu con su obra “El espíritu de las leyes” establecería la teoría de división de poderes.
Voltaire en sus Cartas inglesas o en su manuscrito “El siglo de Luis XIV” proponía la transformación de la administración y del Estado.
J.J Rousseau escribió el contrato social en 1762, donde criticaría duramente al absolutismo. El contrato social planteaba un control sobre la monarquía, un contrato entre el soberano y los ciudadanos.
La difusión de estos ideales estuvo garantizada gracias a su mayor exponente, La Enciclopedia, publicada entre 1751 y 1772. Dirigida por Diderot.


Vídeos recomendados
- https://www.youtube.com/watch?v=B9PqhViee9w


[1] http://www.ecured.cu/index.php/Malthusianismo
[2] http://04malthusianismo.blogspot.com.es/2009/04/78-critica-malthus.html
[3] http://04malthusianismo.blogspot.com.es/

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