jueves, 23 de octubre de 2014

23. Historia de tránsito -Moderna/Contemporánea-. Primera Revolución inglesa.

Partiendo de la conferencia del ya jubilado catedrático de Universidad de Málaga Siro Villas Tinoco, además de otras fuentes que citaré en un intento de amenizar la entrada y volverla accesible -restándole gran parte de la erudición de la exposición-, desarrollaré un tema complejo, equidistante entre dos mundos, el moderno y el contemporáneo, e inmerso en el conjunto de las revoluciones sociales que asolaron el siglo XVIII y XIX.

Conferencia de Siro Villas Tinoco; Revolución Industrial


Introducción: definición y antecedentes

La Revolución Industrial inglesa o la Primera Revolución industrial queda cercada en un territorio tan escueto como el compuesto por Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, hecho que propicia una explicación: aunque las necesidades y problemas artesanales afectaran a todo el continente, los cambios sólo sucedieron en una sociedad específica porque ésta presentaba unos rasgos diferenciales, así como la unión de inspiración y talento en un marco de aumento económico, necesidad y propenso al avance, como lo era las últimas décadas de la Edad Moderna.

El término revolución no se puede aplicar al sistema productivo al completo, sino a tres aspectos bien definidos y secuenciados, como lo son: la producción textil del algodón; la siderurgia del carbón mineral y finalmente el desarrollo de la energía a vapor.

Las transformaciones agrarias, en la senda del protocapitalismo, como el uso del terrazgo y las trasformaciones en la producción cereastica, al tiempo que enriquecían a los propietarios agrarios -en su mayoría nobles-, ello traía el desarraigo de las masas campesinas que eran forzadas a emigrar a los núcleos urbanos en busca de un nuevo sustento. Ello ponía a disposición de los empresarios urbanos masas urbanas susceptibles a ocupar puestos que no requerían formación avanzada.
La nobleza británica no era menos despótica u orgullosa que sus homólogos europeos, pero sí tenía rasgos característicos que propiciaban la situación que acontecería: en el Reino Unido de la Gran Bretaña lo el primogénito varón heredaba el título y el patrimonio, mientras que el resto de la descendencia no poseía nada para sí. Asimismo la aristocracia debía pagar impuestos y no podían caer en la derogueance” es decir, no podían ser expulsados del estamento, con todo lo que conllevaba, mientras que no desarrollaran labores mercantiles o corsarias en primera persona, siempre podían mandar a otros. Pero incluso estas restricciones eran menos pronunciadas que en el continente, como observa en que parte de la innovadora inventiva viniera propiciada desde la clase alta -ejemplo, Lord Turnip-. Deberemos considerar de igual modo que la acumulación de capital en las castas nobles no se debía exclusivamente por las rentas nobiliares o territoriales, o el servicio a la Corona -exigido a la nobleza continental- ya que la riqueza, cualesquiera que fuese su procedencia, era bien acogida, como lo muestra el tradicional recurso de la piratería.
Como ejemplo diferenciador cabe destacar que mientras en el continente, si un cienfico era tachado como “novator” -amigo de las novedades- corría peligro su integridad -Inquisición- en Inglaterra aquellos que aportaban ideas susceptibles al aprovechamiento común eran premiados, incluso podían ennoblecerse por este medio.


La mecanización textil

En esencia un tejido no es más que entrecruzamiento de unos hilos verticales -urdimbre- con unos horizontales -trama-, que más tarde serían enfurtados, apelmazados, repelados, desengrasados y finalmente tintados antes de su salida al mercado. Por lo que la artesanía textil tiene dos procesos; el hilado, que consiste en trasformar la materia prima en hilo y el tejido, que consiste en su posterior entrecruzamiento para su transformación en tela.

En el periodo pre-industrial, las dos fases que conformaban el tejido consiguieron mantener un equilibrio entre la carencia del material y el exceso de éste que suponía un rápido deterioro si no se telaba. Durante el periodo medieval el Verlagg system -y el Domestic system en la Edad Moderna- empujó al campesinado a dos tareas contrapuestas como lo son las labores agrícolas y las textiles, consiguiendo de este modo ingresos suplementarios. El rudimentario tejido era finalizado en los talleres, pero la fase más ardua ya estaba hecha.

Con la llegada del primer tercio del siglo XVIII el algodón se vio sustituido por la lana, que pese a su peor calidad la inferioridad de su precio lo compensaba, abriendo el mercado a grupos más extensos, lo que provoca la consideración de los textiles como la primera innovación de la Revolución Industrial. En torno a 1733, John Kay patentó el telar -que bauti como Lanzadera volante-, que debido a sus reformas técnicas consiguió una rapidez nunca antes vista, trayendo
consigo un aumento en la producción del 2,000%. Dicha innovación en el segundo proceso empujó a que una serie de innovadores personajes orientasen su ingenio a aumentar la producción del hilo (primer proceso).
La primera respuesta a este reto llegó en torno a 1764 de la mano de James Hargreaves, que diseñó una máquina hiladora bautizada como Spinning Jenny, una verdadera revolución que producía en la misma cantidad de tiempo la labor de treinta y seis mueres a todo rendimiento, su único pero era que lo era útil con el algodón. Poco tiempo después el que fue nombrado Par del Reino, Sir Richard Arkwright -ennoblecimiento por invento, pág. 2-, antes peluquero, patentó la Water frame”, una máquina movida mediante energía hidráulica que elevaba la producción de
1:100 sobre la hilandera tradicional.

En 1779. Samuel Crompton presentó una nueva hiladora, un artículo híbrido entre los dos antes mencionados denominado “Mule Jenny”, lo que desencadenó que seis años más tarde el reverendo Edmund Cartwrigth presentase un telar movido por un motor a vapor, un invento completamente deseado ante el deterioro de las hilaturas a la espera de uso.

Pero poco tiempo después las tornas cambiaron, la rapidez y la baratura del producto llevaba in nuce la ssemilla de la discordia; ya no eran necesarios las grandes masas de tejedores, quienes se vieron abocados a la absoluta miseria, siendo apodados por ellosludismo”. Éstos hombres y mujeres serían el preludio de las grandes luchas obreras del siglo siguiente, consecuencia europea de la Revolución industrial, que abarataba los precios de los productos en serie y abocaban al desastre a los artesanales.


La siderurgia del carbón mineral

Desde el siglo XV contemplaremos una evolución de las antiguas forjas a altos hornos para la fundición de material férrico; su productividad no estaba ligada tanto a estas evoluciones como al empleo del carbón mineral, ya que por el contrario, el carbón vegetal -infinitamente más barato-, producía un hierro de calidad ínfima por lo que había que refundirlo y en ello se perdía todo el beneficio.

Ello llevó a una rentabilidad paralela a la cercanía del carbón vegetal, era más rentable abandonar unas instalaciones tras la deforestación del terreno circundante que afrontar los gastos de su traslado. Debemos considerar que en la Edad Moderna, la leña, y en consecuencia el carbón vegetal obtenido de ella, era un equivalente a nuestro plástico actual.

Tenemos que tener presente que la palabra hierro hace mención en éste periodo a tres productos metálicos de diferentes características técnicas como lo son:
El hierro “fundido” -fundición o arrabio-; que es la masa incasdescente recién salida del horno,y cuya cantidad de carbono (del 2 al 4%) al enfriarse, además de una gran carga de impurezas lo convertían en un material frágil y quebradizo. No podía ser empleado directamente, debía ser refinado en las fraguas.
El hierro “dulce” -forjado-, era producido por las viejas fraguas y presentaba una composición carbónica escasa (0.05 a 0.25); por lo que era manejable, siendo posible su laminado o trefilado. Asimismo si se produciera una ruptura se podían soldar calentándolos y batiéndolos con martillos. Era muy caro y escaso, siendo su uso reservado para el Estado o para los estamentos privilegiados.

El acero es una derivación del hierro con una composición media de carbono (0.2 a 2,1%); dúctil y maleable como el hierro dulce. Su alto grado de dureza lo convertía en el material perfecto para espadas y puñales y para todo tipo de instrumentos cienficos, aunque era tan caro que era considerado tan preciado como el oro y la plata (s.XVIII).

El coste de la producción llevó en 1709 a Abrahan Darby a iniciar un proceso experimental mezclando los carbones con el fin de abaratar su precio. os más tarde tuvo la genial idea de fundir cacharros de cocina en moldes de barro, produciendo un eficiente menaje de cocina que no se derrea con el empleo del carbón mineral. Estos objetos se fracturaban fácilmente pero eran fácilmente sustituibles ya que se podían refundir y volver a producir. La fortuna que ganó pudo haberla empleado en ennoblecerse, pero al contrario de los estándares europeos Darby I la empleó en la investigación mejorando de ese modo su obra. En 1750, su hijo y sucesor, Abrahan Darby II logró convenios con los herreros lo que facilitó el empleo de la obra familiar. Abrahan Darby III conseguiría en 1779 su primer puente metálico sobre el río Severn, poco antes de ue aparecieran los modernos sistemas de producción de hierro dulce, barato y de calidad.

El hierro dulce pasó a ser un material innegable de las construcciones británicas, sustituyendo a la madera.


Energía a vapor.

Desde ya tiempos remotos la capacidad del vapor de agua como herramienta productiva era conocida -citada por Herón de Alejandría-; fue usada por mesopotámicos y árabes, pero en el mundo cristiano esta inventiva, como todas las demás, fueron frenadas por la Iglesia.

En la Edad Moderna la mayor problemática que tenía que hacer frente el sector minero era desaguar las galerías, cada vez más profundas y difíciles de acceder, por lo que en 1668 el ingeniero militar británico Thomas Sabery patentó un complejo artilugio propulsado por energía a vapor, un
antecedente de bomba de desagüe que se ubicaba al fondo de la mina. Y aunque el artilugio poseía un ritmo aceptable, era costoso, lento y complejo, lo que imposibilitaba su uso comercial restringiéndose este paso de un avance práctico a uno teórico.

Una de éstas máquinas fue adquirida por Thomas Necomen, quien solventó los problemas más evidente volviendo operativa a la máquina, pese a ello su falta de contactos sociales y en el ámbito minero restaron relevancia al logro. El amigo del minero”, como se denomi la máquina, ha sido considerada una máquina a vapor pese que sería más correcto situarla como un ingenio atmosférico. Pese a los avances, la máquina seguía poseyendo problemas, ésto deri que en 1760 una de ellas fuese entregada a James Watt para que la arreglase, lo que consiguió además de patentar una versión mejorada de la misma, aunque siguió siendo considerada una máquina atmosférica y no a vapor. Los numeroso cambios que Watt reali en la máquina no permian su abaratamiento por lo que seguía siendo inaccesible. Ante ello surgió la siguiente propuesta: los mineros expresarían en el contrato la cantidad de carbón que consuan al año, por ello, Watt, le suministraba la máquina sin coste inicial siendo su beneficio la mitad de lo que hubiesen ahorrado en carbón durante un año. Fue tal el triunfo de la iniciativa que Watt no la renovó.
Trabajo en formato PDF: https://mega.co.nz/#!gogQTRrL!wJbS70Wg-3PLDeq_ghkp5issMpNs6Kjpu4Y3jbN90UU
Bibliografía:



  • Floristan, Alfredo, (2012) Historia Moderna universal. De Barcelona. Ariel.

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