“Ángel
del
hogar
en
Grecia:
valoración
femenina
y
lugar
social”
1.-
Objetivos.
Con este
trabajo
pretendo
conseguir
una
observación,
argumentación
y,
finalmente,
una
conclusión
justificada
y
escueta
del
lugar
en
el
que
estaba
situada
la
mujer
griega
en
la
sociedad
con
todos
sus
papeles
y
variantes,
valores
y
tradición,
con
sus
precedentes
más
influyentes,
desde
una
perspectiva
que
procuraré
extender
a
todo
el
ensayo,
con
el
fin
de
comprender
el
antecedente
que
lega
a sus
predecesoras.
2.-
Resumen.
Partiendo
del
título
con
el
que
he
denominado
mi
trabajo,
en
alusión
al
poema
de
Pattmore
“
The
Angel
in
the
house”
e
influenciada
por
la
ponencia
de
la
profesora
Ana
Mª
de
Cossio
1,
trato
de
analizar
el
concepto
y
valoración
que
se
poseía
de
la
mujer
en
la
Grecia
Clásica;
“The
Angel
in
the
house”,
como
alude
la
profesora
al
Sr.
Gómez
Ferrel
en
su
ponencia
“se
convirtió
en
una
forma
de
referirse
a
la
mujer
ideal,
abnegada,
sumisa
y
tierna,
sin
más
papel
que
el
de
hija,
esposa
y
madre”.
Sin
más
dilación,
ni
influencia
de
la
modernidad
como
prosigue
la
ponencia,
expongo
mi
trabajo.
3.-
Introducción.
Aún
en
el
presente,
podemos
observar
en
el
imaginario
cultural
diversas
expresiones
que,
con
el
motivo
de
ensalzar
o
degradar
a
la
figura
femenina,
han
pervivido,
incluso,
desde
la
época
clásica.
Muchas
de
éstas
fueron
gestadas
en
este
periodo
y
sobreviven
en
las
sociedades
más
arcaicas;
la
administración
del
hogar y la
responsabilidad
de
proporcionar
herederos
en
torno
a
la
mujer
griega
y la
exclusión
social
a
la
que
se
vio
sometida
su
descendiente
más
próximo,
la
“matrona
romana”2,
cuyo
lugar
era
obviado
de
la
vida
pública.
4.-
Corrientes:
patriarcado
y
androcentrismo.
No
establecer
las
corrientes
que
secundaron
y
dieron
validez
a
esta
situación,
sería
a
mi
parecer,
un
error.
El
patriarcalismo
ha
sido
el
sistema
predominante
durante
la
Historia
hasta
el
siglo
XIX
oficialmente,
cuyos
preceptos
establecían
la
superioridad
del
hombre
sobre
la
subordinación
de
la
mujer
apoyándose
en
el
establecimiento
de
pautas
biológicas
incorrectas.
Las
sociedades
patriarcales
son
una
creación
humana,
no
un
orden
establecido
por
la
biología
o
características
superiores
en
torno
a
un
sexo,
fijadas
por
el
adhesivo
de
los
roles
de
género,
en
un
intento
de
trasmisión
natural
que
cada
vez
delata
más
su
artificialidad.
Esta
corriente
influye
en
la
Historia
de
la
misma
manera
que
lo
hace
el
que
haya
sido
escrita
por
y para
los
hombres,
ya
que
el
patriarcado
ha
sido
el
denominador
común
en
casi
todas
las
culturas
clásicas.
Por
otro
lado
el
androcentrismo
es
la
doctrina
que
establece
al
hombre,
y sólo
a
él,
como
centro
del
universo.
Ambos
conceptos
propiciaron
y
dieron
validez
“fomentando
la
1
Teresa
Sauret
Guerrero
y
Amparo
Quiles
Faz,
Luchas
de
género
en
la
Historia
a
través
de
la
imagen:
ponencia
y
comunicaciones.
Tomo
II,
(Málaga:
Actas.
Centro
de
ediciones
de
la
Diputación
provincial
de
Málaga
(CEDMA),
2002,
p.
7
y
8.
.
2
Mª
Dolores
Sánchez
Vermejo,,
Comportamientos
antagónicos
de
las
mujeres
en
el
mundo
antiguo,
(Málaga:
Atenea
estudios
de
la
mujer,
),
p.
69-88.
invisibilidad
femenina”3.
5.-
Mujer
en
el
Mundo
Antiguo.
Resulta
anecdótico
el
aspecto
cíclico
en
el que
ondula
la
Historia,
poseemos
poca
información
sobre
las
antiguas
sociedades
orientales
como
Mesopotamia,
pero
aún
así
sus
textos
jurídicos
y
sagrados,
que
han
llegado
a
nosotros,
nos
desvelan
mucho
de
su
sociedad.
Su
panteón
estaba
compuesto
por
dioses
y
diosas
en
igualdad.
En
sus
recopilaciones
de
leyes
de
mayor
antigüedad,
con
nuestra
sobrevaloración
propia,
esperamos
encontrar
caos
y
discordia,
sin
embargo
en
ellos
se
reconocen
derechos
para
las
mujeres
que
en
sociedades
más
cercanas
a
nosotros
eran
impensables.
Podían
disponer
de
bienes
para
la
compra-venta,
podían
representarse
así
mismas
jurídicamente
y
podían
explotar
sus
tierras.
Pero
como
veremos
más
adelante,
en
mayor
medida
en
las
civilizaciones
clásicas
por
excelencia,
Grecia
y
Roma,
todo
ello
quedaba
estrechamente
ligado
a
su
posición
social
4.
Hartmut
Schomökel
señaló
que
“las
mujeres
inteligentes
y
con
energías
eran
capaces
de
sobreponerse
a
las
limitaciones
sociales
y
jurídicas
de
entonces”5.
La
tradición
egipcia
ha
sido
sin
duda
la
más
tradicional
en
un
gran
número
de
ámbitos,
pero
también
la
única
en
la
que
cinco
mujeres
alcanzaron
la
máxima
jerarquía,
situación
respaldada
aún
así
por
momentos
concretos
de
inestabilidad
política.
Su
vida
laboral
era
mucho
más
extensa,
como
nos
queda
acreditado
por
los
numerosos
testimonios
artísticos
donde
se representa
a
mujeres
trabajando
en
la
industria
textil,
agricultura
o
incluso
como
alfareras.
En
la
Grecia
clásica,
donde
centro
mi
trabajo,
la
mujer
queda
relegada
a lo
cotidiano.
Sus
ocupaciones
eran
“cardar
la
lana,
hilar
y
tejer,
además
de
vigilar
a
los
criados”
6
todo
ello
en
el
oikos
o
más
particularmente
en
el
gineceo,
atestiguando
la
segregación
de
sexos
en
el
mismo
hogar.
En
él
se
desarrollaba
la
vida
diaria
de
las
mujeres,
siendo
excluidas
de
celebraciones
como
las
asambleas,
donde
sólo
podían
asistir
hombres
y
cortesanas,
las
únicas
excepciones
a esta
dogma
que
han
llegado
a
ser
nombradas
por
la
tradición
son
Helena
y
Arete,
aunque
dentro
de
la
misma
se
mantenían
sumisas,
hilando,
al
margen
de
las
disputas.
Las
mujeres
que
querían
seguir
manteniendo
su
virtud
sólo
podían
acceder
a
los
actos
funerarios
sin
represalias
a su
persona.
Entrar
en
el
gineceo
siendo
varón
estaba
considerado
un
delito.
Estos
lugares
se
encontraban
situados
en
la
segunda
planta
de
la
casa
o en
la
parte
más
alejada
de
la
entrada.
Mientras
los
hombres
luchaban
por
su
ciudad,
las
mujeres
no
lo
hacían
siendo
su
servicio
dar
y
criar
a
nuevos
acólitos
para
sus
legiones,
en
palabras
de
Medea,
reina
de
Esparta
“la
guerra
es al
varón
lo
que
el
parto
a la
mujer”.
Heródoto
calificó
a
los
habitantes
de
Egipto
de
“extraño
pueblo
que
sus
mujeres
van
al
mercado
mientras
que
los
hombres
están
en
casa
tejiendo”.
Pero
su esencia,
como
son
valoradas
en
las
sociedades,
queda
resumido
en
el
relato
de
creación
de
Hesiodo.
Aristóteles
afirmaba
que
las
mujeres
eran
“por
naturaleza
más
débiles
y
frías”
que
los
hombres,
y que
por ello,
sólo
los
hombres
eran
capaces
de
engendrar.
El
arte
es
otra
visión
de
la
degradación
femenina,
en
Atenas
los
únicos
desnudos
aceptados
como
bellos
eran
los
masculinos,
considerando
la
encarnación
de
la
decadencia
a
Esparta
que
3
Rosa
María
Cid
López.
2013.
Mujeres
en
la
Historia.
[e-book]
Oviedo:
Publicaciones
Ámbitu.
p.
18-30.
Disponible
desde:
Instituto
astuariano
de
la
Mujer
http://institutoasturianodelamujer.com/iam/wp-content/uploads/2010/02/Mujeres_en_la_Historia.pdf
[Visitada:
20
de
junio
del
2013].
4
Samuel
Noah
Kramer,
La
Historia
comienza
en
Sumer.
Barcelona:
Ayma
S.A
Editorial,
1956
p.
59-60.
5
Ana
Martos
Rubio,..Breve
historia
de
los
sumerios,.
Madrid:
Nowtilus.
2012,
p.
13-41.
6
Ines
Calero
Secall,
R
Francia
Somalo,
y
R.Chenoll
Alfaro,
Saber
y
vivir.
Málaga:
Servicio
de
Publicaciones,
Universidad
de
Málaga.
1996.
p
45-66
sí
representaba
el
cuerpo
de
la
mujer
sin
atavíos7.
De
esta
visión
se
evolucionó,
y no
como
un
movimiento
positivo,
una
nueva
concepción
se
gestó,
esta
debilidad
debía
ser
protegida
y,
por
tanto,
resguardada
en
el
gineceo.
La
educación
griega,
hasta
época
helenística,
donde
ya
era
común
que
las
niñas
se
formasen
adiestrándolas
para
ser
madres
y
esposas,
era
nula.
En
el
hogar
aprendían
todo
lo
necesario,
hilar,
tejer
y
algo
de
danza
y
música;
la
lira
era
el
único
instrumento
cuyo
esfuerzo
podía
ser
soportado
por
las
féminas,
mientras
que
el
aulós
o
doble
flauta,
estaba
totalmente
ligado
al
icono
masculino.
Toda
esta
creencia
quedaba
reforzada
por un
matrimonio
temprano,
con
una
media
de
edad
de
14
años
para
las
niñas,
mientras
que
la
masculina
se
encontraba
en
torno
a
los
30.
Tras
la
ceremonia,
la
formación
se
interrumpía
y
raramente
se
concluía.
Pero
las
dos
corrientes
griegas
predominantes,
ateniense
y
espartana,
volvían
a
mantenerse
en
discordia.
Las
mujeres
espartanas
eran
líderes
de
su
tiempo,
gozaban
de
mayor
libertad,
acto
propiciado
por
los
periodos
de
tiempo
de
ausencia
masculina.
Podían
seguir
formándose
y
practicar
ejercicio
después
del
matrimonio,
aunque
no
se les
permitía
participar
en
competiciones
de
esta
índole.
Su deber,
únicamente
consistía
en
la
crianza
de
los
herederos,
siendo
delegadas
las
actividades
domésticas
a
mujeres
de
menos
rango
social.
Sin
duda,
la
importancia
del
matrimonio
en
Grecia
reside
en
el
traspaso
de
tutela
a
otro
varón,
un
nuevo
Kýrios.
La
mujeres,
en
un
recorrido
progresivo,
fueron
consideradas
menores
toda
su
vida.
La
kÿriería
o
tutela
era
formalizada
por el
traspaso
de
la
dote
o
proix,
establecida
en
los
engúeesis,
acto
que
diferenciaba
el
matrimonio
del
concubinato8,
esta
proix
era
administrada
por el
marido,
quien
garantizaría
su
rentabilidad
ya
que
en
caso
de
separación,
ésta
y
sus
ganancias
serían
rembolsadas
a la
contrayente
que
iniciaría
el
proceso
de
nuevo.
Las
mujeres
que
no
tenían
ningún
pariente
masculino
eran
representadas
por
un
arconte
que
tomaba
su
lugar.
Los
contrayentes
solían
poseer
parentesco
ya
que
un
matrimonio
con
un
extranjero
era
considerado
denigrante
y
poco
común,
incluso
invalidable.
Las
hetairas
o
cortesanas
ocuparían
un
rango
superior
a
las
prostitutas,
ellas
eran
las
únicas
mujeres
capacitadas
intelectual
y
artísticamente
para
acompañar
a
los
hombres
a
los
banquetes9.
Algunas
de
ellas
tuvieron
gran
influencia
en
su
época,
como
es el
caso
de
Aspasia,
considerada
la
compañera
de
Perícles,
quien
estuvo
con
él
hasta
el
fin
de
sus
días.
En
el
siglo
VI,
Solón
estableció
la
distinción
entre
mujeres
y
rameras,
derechos
diferentes
entre
los
que se
encontraba
la
diferenciación
de
vestimenta10.
La
prostitución
helena
queda
reflejada
en
los
textos
de
Demóstones
a
la
perfección11,
eran
compradas
entre
los
4
y
5
años,
o
eran
recogidas
tras
un
abandono,
hecho
muy
común
entre
las
familias
empobrecidas,
o
alarmadas
por
el
género
del
recién
nacido.
Una
niña
significaba
una
carga
que
tenía
que
ser
transferida
años
más
tarde
para
comenzar
de
nuevo
el
ciclo.
Escapar
de
la
prostitución
era
casi
imposible,
sólo
algunas
privilegiadas
fueron
liberadas
tras
su
compra,
pero
no era
común.
6.-
Conclusión.
La
situación
femenina
en
la
Grecia
Clásica
era
variable
gracias
a
muchos
aspectos
como
el
socio-económico,
pero sin
duda son
parte
de
la
herencia
Occidental
legada
más
tarde
a
Roma.
Sus
evoluciones
o
desdichas
son
parte
de
lo
que
somos
las
mujeres,
de
nuestro
legado
y de
la
Historia
que
dejamos
a
nuestras
predecesoras,
en
la
que
esta
generación
se
incluirá,
el
como
es algo
que
aún
está
por
escribir.
7
Claude
Mosse,
La
mujer
en
la
Grecia
clásica.
Madrid:
Nerea,
1990
p.
52-54,87,
99-102.
8
Ines.
Calero
Secall,
La
capacidad
jurídica
de
las
mujeres
griegas
en
la
época
helenística.
Málaga:
Thema,
Universidad
de
Málaga.
P
30-38
9
V
Vanoyeke,
La
prostitución
en
Grecia
y
Roma.
Madrid:
Cronicas
de la
Historia,
Edaf.
.
1991.
P
45-52
y
57-63.
10
Sara
B.
Pomeroy,
Diosas,
rameras,
esposas
y
madres:
mujeres
en
la
antigüedad
clásica.
Madrid:
Akal
Universitaria.
1987,
p
73-82,
97-102,
141
y
104-111.
11
A
Petrie,.
Introducción
al
estudio
de
Grecia.
Mexico:
Fondo
de
Cultura
Economica
1956.
P
109-117.
Trabajo en formato PDF: https://mega.co.nz/#!RlYVxYhQ!q_jcZEYPxb33ZdfYBADOLHQDgkelfMsFCH7jn6Bk6yc
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