sábado, 21 de junio de 2014

18. Historia Medieval, Occidente. Herejías bajomedievales.

   El año mil supuso el punto de inflexión en el trato y en la ubicación de las querellas cristológicas. Ello deriva de distintos factores; ante la anterior homogeneidad que residía en Bizancio -periodo pre-querella iconoclasta- en Europa, y bajo el poder del Imperio carolingio, comienza a cimentarse cierta homogeneidad religiosa, una personalidad forjada -opuesta a Bizancio y al Islam- que traería consigo la existencia de herejías propias.
  La existencia de corrientes de opinión contrarias o diferenciadas de la heterodoxia -es decir, ortodoxia- es consustancial en todas las grandes religiones.
   Aunque en nuestro imaginario colectivo el milenarismo conforma el régimen del terror y parece escoltado por los mismos jinetes del apocalipsis, realmente ésta es una visión falsa. El milenatismo es un invento posterior -XVIII o XIX- cuya idea, la del fin del mundo, no tiene ubicación cronológica exacta. Sin embargo, ante tal coyuntura, dramatizada por personajes como Raoul Glaber, es lógico que se sitúe en tal espacio de tiempo. Historiadores como él y otros narradores que han llegado a nosotros, beben de las fuentes de ciertos libros proféticos de origen judío como el apocalipsis de San Juan o el libro Sibilino, los cuales tratan con especial ahínco el apocalipsis y el anticristo.
   Mientras, el campesinado no vivía consciente de esta trama, su vida transcurría entre cosecha y cosecha, sin conocer el legado que nos quedaría de ellos. Incluso el clero no lo era, aunque sí había una conciencia de fin de tiempos.
   La herejía, en este período y lugar, corresponde a una oposición a la estructura y a los dogmas impuestos por los miembros eclesiásticos, corrompidos y viciosos que durante el Bajo Medievo olvidaron sus premisas caracterizándose por la simonía -tráfico mercantil de los cargos eclesiásticas-, nicolaismo -concubinato de los clérigos- y la investidura laica -intromisión en los poderes seculares en la provisión de cargos religiosos-. Estos opositores buscaban la vuelta al ideal apostólico, un origen que se había diluido ante una Iglesia perversa, siendo ejemplo de ello la creencia que el anticristo nacería del seno de una monja judía conversa y de un obispo.
   La mayor persecución de herejes se centralizó en el ámbito rural, que pese a su dispersión era más fácil de modular que los núcleos urbanos, donde realmente nacían estas oposiciones. Los siglos XI y XII se caracterizan por un principio de reforma eclesiástica y unas transformaciones sociales y económicas que darían como resultado una revalorización de las ciudades, traduciéndose en un creciente influjo migratorio procedente del ámbito rural que tan sólo, y a pesar del revuelo, hallarían vidas precarias, trabajos a razón de demanda y en consecuencia de ello, iría in crescendo la mendicidad, las desigualdades y el enfado popular. En las ciudades se congregaba un verdadero núcleo desfavorecido que observaba como la Iglesia no actuaba de modo ejemplarizante. Estructura que defendía el status quo imperante, -oratores, bellatores y laboratores-, estado que los nuevos pobladores no podían asimilar.
   Por todo ello, era fácil que surgiera un líder, carismático, con razones más o menos nobles que se enfrentase ante tal espectáculo. Asimismo, la Iglesia tendría que asimilar muchos de estos movimientos, de los que derivarían, por ejemplo, las órdenes mendicantes pero como modo de mantener su poder creó un instrumento de tal envergadura como lo era la Inquisición.
Los 30 nobles de Montforte
   Los 30 nobles de Monforte o Monforte d'Alba llegan a nosotros a través del arzobispo de Milán, quien en el año 1028 detuvo a una treintena de personas, interrogándolos sobre sus reuniones en el castillo de la condesa de Monfort, una de las líderes del movimiento.
   Este suceso se sitúa dentro de la herejía cátara -que trataremos en un próximo apartado-. Su extensión, a lo largo de toda Europa, y su relevancia provocó la articulación de un brazo armado de la Iglesia, una empresa que se volvería recurrente a partir de entonces, la Inquisición.
   Concentrada en la región de Lombardía, en zonas pirenaicas y sobre todo en el Languedoc, el catarismo se diferenciaba de la ortodoxia cristiana por su dualismo.
   Este grupo de privilegiados confesó su rechazo hacia ciertos comportamientos que se sucedían en el seno de la Iglesia, como la ingesta de carne. Su ideal residía en la virginidad y en la comunidad de los bienes, el rezo al alba y al anochecer, así como el ayuno. Asimismo se infringían castigos corporales. Rechazando de este modo la eucaristía, el infierno -ya que creían que este era el mundo terrenal- y la cruz -que veían como un instrumento de tortura-, condenando el juramento, el homicidio en cualquiera de sus formas, la guerra, la justicia humana e incluso, la muerte de los animales. El sacramento del bautismo sería el único aceptado por los cátaros -consolamentum-; las mujeres y los hombres eran iguales -ya que las almas que habitaban su plano corpóreo podían haber vivido en el género contrario, si eso era posible no podía existir la misoginia-; creían en el libre albedrío, los seres humanos no podían diferenciar entre el bien y el mal por lo que todas las almas están llamadas a conocer la salvación eterna, pureza conseguida mediante el bautizo; si una de estas almas no es lo bastante pura o no lo es lo suficiente estará condenada a reencarnarse en una nueva túnica de piel.
   El contacto carnal es pecado para el perfecto, condenado tanto fuera como dentro del matrimonio, pero a pesar de ello es un mal necesario porque proporciona nuevos cuerpos para las almas en busca de reencarnación.
   Siguiendo fuentes eclesiásticas, hallamos información como asesinatos casi eutanásicos para librarse del lastre que les suponía el cuerpo, mientras que consultando fuentes más allegadas a ellos conocemos el método de la Endura. Tras el consolamentum -para lavar su conciencia por última vez- el enfermo iniciaba un ayuno total que acabaría con él.
   Ante tal peligro ya que no sólo predicaban sino que ellos eran los primeros en seguir sus preceptos, el arzobispo milanés decidió acusarlos de herejía, pero por su posición privilegiada se les dio la oportunidad de renunciar a sus ideales, besando la cruz o saltando la hoguera. Como mencionábamos antes para ellos la cruz era un símbolo del martirio, nada conmemorativo por lo que, ante el asombro de todos, los condenados decidieron saltar a la hoguera muriendo abrasados.
   Esta herejía es uno de los primeros indicios de un cambio de mentalidad común de la sociedad de la época, la cual rechazaba la corrupción y la oscuridad en la que se encontraba la Iglesia, tal era la situación, que el mayor núcleo de personajes heréticos de este periodo serían monjes descontentos.
La pataria milanesa. Los patarinos
   El movimiento patarino se desarrolló en la ciudad italiana de Milán en torno al siglo XI, ciudad que era considerada punto de perversión del espíritu cristiano -cuna de herejes-, debido a que por el influjo comercial, todo tipo de personas, pacíficamente, con condiciones y religiones diferentes se reunían bajo su ala.
   Tras la muerte del arzobispo milanés en enero de 1045 se produjo una disputa por la elección de su sucesor entre la misma ciudad de Milán y el Emperador, ganando éste último y nombrando a Guido de Velatte -opuesto a lo que después sería la reforma Gregoriana-, quien representaba a la nobleza feudal milanesa.
   Tal acto infligió una grave herida a una ciudad que se consideraba libre e independiente, lo que provoca que muchos historiadores caractericen el conflicto milanés como noble. El movimiento lo conforman diáconos y miembros del bajo clero, de la baja nobleza, del artesanado y del comercio milanés, siendo apoyados por el pueblo llano ya que criticaban la vida licenciosa de los clérigos milaneses. Deberemos destacar figuras de relevancia como Arialdo, Anselmo di Baggio y Erlembardo Corta.
   La crítica iba especialmente dirigida al nicolaismo, es decir, al concubinato de los clérigos y a la sinomía, compra de cargos religiosos que demostraban la avaricia y la corrupción del Alto Clero.
   El movimiento tenía como fin exigir una vida religiosa más pura, acorde a los escritos apostólicos, por lo que los patarinos, tomándose la justicia por su mano, asaltaron los hogares de los que consideraban clérigos indignos, obligándoles a abandonar sus concubinas; hecho que se ha considerado como el acto que les empujó a convertirse en herejes, ya que no sólo pusieron en duda a los individuos, sino lo que éstos transmi:tían, sacramentos, ya que no eran dignos de esos puestos. Por ello el arzobispo milanés mandó una misiva preocupado porque había personas que morían sin recibir sus sacramentos y sin pertenecer a su rebaño, es decir, sin ir a misa.
   En el otro bando se situaban familias de gran poder económico, por lo que mediante éste contrataron a distintos grupos para que se enfrentasen por ellos a la patarina milanesa, siendo consecuencia de ello Arialdo torturado y asesinado.
   Lo más preocupante de dicha herejía es que obtuvo apoyos dentro de la estructura eclesiástica; ejemplo de ello sería Anselmo di Baggio, que poco después se convirtió en el papa Alejandro III.
   Tras la muerte de Arialdo y Erlembardo el movimiento patarino se dividió, asimilándose el bando más conservador por la propia Iglesia; sin embargo hubo un grupo más "radical" a sus ojos que siguió considerado como hereje; herejía que se exportó fuera de Italia incluso tras la reforma gregoriana. El ala radical fue condenada a la hoguera.
   El movimiento patarino se considera el punto de inflexión que daría inicio a la reforma eclesiástica. 
Valdenses, valdesianos o pobres de Lyon (XII)
   Estos herejes adquieren su nombre de Pedro Valdo (Pierre Vaudes), quien era un laico, un comerciante de la ciudad de Lyon. Tras escuchar a un juglar cantar canciones sobre San Alejo se dirigió a los clérigos de Lyon para preguntarles que tenía que hacer para estar en paz con Dios; hizo que tradujesen el Nuevo Testamento al occitano -que aún era considerada una lengua de burgueses y populacho-, quedando sorprendido por los pasajes de San Mateo, por el que metió a sus dos hijas en un convento, aseguró un pequeño patrimonio para su esposa y vendió el resto para dedicarse a la predicación, llevando una vida austera, predicando y ganando adeptos, viviendo de la limosna hasta que la Iglesia prohibió este modo de vida, a no ser que fueras clérigo. Valdo continuó, desobedeciendo al arzobispo, ya que pensaba que sólo debía hacerle caso a las escrituras y a Dios, no a los hombres.
   "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven se mi seguidor". San Mateo 19:21
   "No podéis servir a dos amos, a Dios y al Dinero" Mateo 6:24, Lucas 16:13
 En 1184, en una Audiencia papal, Alejandro III quiso que abandonase la predicación pero Valdo volvió a ignorar la petición. En el mismo año, en el Concilio de Verona, los valdienses fueron condenados emitiéndose la bula Ad Abolemdam, siendo tomado este acto por muchos por el inicio de la Inquisición. A pesar de todo, la predicación valdense continuó, siendo quemados en Toulan en 1243 doscientos veinticuatro valdenses.
  El movimiento quedó cercado en una zona alpina, donde pudieron refugiarse, llegando a nuestros días en pequeñas comunidades donde perdura la creencia.
Cátaros o albigenses (XII-XIV)
   El catarismo ha sido considerada como una de las disidencias cristianas más relevantes de la Edad Media, cuya problemática ha suscitado el interés de diversos grupos de personas. La cruzada albigense o cruzada cátara fue un conflicto armado iniciado por el papa Inocencio III, con el apoyo de la dinastía Capeta, entre 1209-1244.
   El influjo albigense se ha expandido durante las últimas décadas, adoptando un carácter poliédrico por las distintas facetas que alcanza dicha expansión; ámbitos como la parapsicología o el espiritismo sólo serían los más contemporáneos, de sobra es conocida la excursión del Futher por el sur de Francia en busca de una de las joyas custodiada por los cátaros, el San Grial.
   Partiendo de las fuentes eclesiásticas de la época se localiza a los Cátaros como los adeptos de una secta de origen maniqueo/gnóstica que había perdurado en Oriente y había sido transmitida por la Cristiandad bizantina. Esta influencia partiría desde los Paulicianos hasta los Bogomilos -surgido en un convento búlgaro en el siglo X- en los Balcanes, y finalmente al corazón de Europa.
   Etimológicamente deberemos apreciar numerosos nombres con los que se les denomina; Albigenses, por la ciudad francesa de Albi -donde se localizó uno de los núcleos más relevantes de la herejía-; cátaros, por la palabra griega cathari, que significa perfecto, en relación con su modo de vida siguiendo el modelo apostólico -aunque diversos expertos en herejías medievales creen que dicha terminación sólo era empleada para sus obispos, lo más perfectos de la comunidad-; Bonnes hommes et Bonnes femmes; hereticus perfectus por la Inquisición; tejedores, porque era la profesión más común entre sus seguidores; Búlgaros por sus retractores, en relación con la influencia de los Bogomilos, término que degenaría en bougres, sinónimo de perro o sodomita, ya que para la Iglesia no existía diferencia entre la herejía y dichos sonónimos. Sus núcleos urbanos serían calificados por Henri Marcy, un legado papal, como sedes Satanae.
   La primera mención de la herejía la hallamos de manos del monje Eckbert de Schönau en torno al 1163; dicho movimiento se localizó principalmente en el sudeste francés, Languedoc, durante los siglos XII y XIII. Debemos saber que en este periodo, la actual Francia estaba dividida en dos culturas, la norteña del país de Oui -los ganadores del enfrentamiento y antecedente de la cultura francesa actual-, y la sureña del país de D'oc -occitanos, más parecidos culturalmente a los catalanes, donde aún impera un fuerte sentimiento nacionalista-, y un terreno abonado para el crecimiento de una nueva herejía, como vio en su día crecer al Priscilianismo, Adopcionismo e Iconoclastia entre otras. La cultura sureña, y su independencia espiritual, suponía un pequeño cisma, una Iglesia Nacional que bebía del Nuevo Testamento y el Evangelio, ya que no reconocía en el Antiguo Testamento a su Dios. Los cátaros se caracterizan por su visión dualista ya que si su Dios era bueno, no podía ser protagonista de todos los males del mundo, éste antagonista, culpable del mal, sería el rey del mundo físico -demiurgo-.
   El hombre está hecho de materia, carne y huesos, por lo tanto, no es una criatura divina sino fruto de artimañas del dios maligno, quien seducía a ángeles para aprisionarlos en cárceles de carne, corpóreas, dejando como única prueba de este carácter angélico la sangre. El espíritu inmortal sólo podía ser liberado de su cárcel corpórea mediante el consolamentum.
   En el año 1203, el Papa Inocencio III, uno de los más relevantes en la Edad Media, escribió una misiva al arzobispo de Narbona -Narbonne-, donde le reprocha su estilo de vida -inmensamente rico, abandonando sus responsabilidades clericales para vivir de sus rentas personales-. Era indigno, y tal ejemplo estaba provocando la aparición de una Iglesia paralela, que predicaba con su propio ejemplo antes que con palabras vacías. Éste fue el primer indicio del nacimiento de la herejía, pero la actuación se hizo esperar ya que hasta 1207, el Papa excomulgaría al conde de Tolosa, Raimundo de Tolosa por brindarle su protección a los herejes y por haber faltado al orden moral, ésto último deriva de un suceso un tanto particular: el pontífice mandó un legado, Pedro de Castelnau a la zona afectada pero este emisario fue asesinado por miembros de la Iglesia cátara o por individuos del mismo municipio. Este personaje representaba a la Iglesia, por lo que éstos habían obtenido la provocación que buscaban para que en 1208 se declarase una cruzada contra los albigenses, la primera cruzada contra cristianos.
   La Cruzada de Monfort, no sólo fue una cruzada religiosa, sino política, ya que aunque el rey francés no encabezaría la caza de los herejes contra los nobles sureños y sus tierras, delegaría tal privilegio en Simon de Monfort, que haría de lugarteniente. Ello daría lugar al asalto de las ciudades cátaras, tanto para exterminar la herejía como para conquistar terrenos de la nobleza ligada a la Corona aragonesa.
   Por ello, Tolosa y otros nobles pidieron socorro a su señor feudal, Pedro II de Aragón, quien aún habiendo sido reconocido como "el Rey Católico" los vínculos feudo-vasalláticos le obligaban a interceder. El monarca, quien acababa de salir victorioso en la batalla de Navas del Tolosa, y aún con la prohibición del pontífice, acudió en la defensa de sus vasallos -aunque queda menos heroica si apuntamos que si no lo hacia podía ser acusado de felonia-.
   El encuentro entre ambos bandos se desarrolló en las afueras de la ciudad de Muret en 1213. Para desastre de Aragón y la nobleza occitana, Pedro II muere en la batalla, muerte que cuenta con dos versiones.
   1) Cronista francés: Según este partidario del monarca francés, el rey aragonés escribió una misiva a una dama francesa a la que pretendía, donde atestigua que la batalla tenía como único fin impresionarla y alzarle como pretendiente, pero tales palabras fueron interceptadas, casualmente, por Monfort transmitiendo la indignidad del monarca.
   2) Libro de los hechos, cronista aragonés: mandado a hacer por Jaime I el conquistador, hijo de Pedro II; en la noche de la batalla, el rey y sus hombres más cercanos la habían pasado bebiendo en una orgía, por ello sus capacidades bélicas habían sido mermadas. Su muerte es un tanto singular, no sabemos el porqué, pero el monarca intercambió sus insignias y ropajes reales con los de un noble aragonés -se cree que el monarca aragonés temía, y con razón, por su vida-. Un grupo de soldados franceses desmontaron al noble que portaba las insignias reales y lo asesinaron al lado del verdadero monarca, mientras vitoreaban "hemos matado al rey don Pedro" por lo que el rey exclamó "no, el rey don Pedro soy yo" con lo que también fue asesinado.
Precedente: Beguinas y begardos
Fraternidad o hermandad del libre espíritu (XII-XIII)
   Situados en Europa central, con especial hincapié en Alemania y en Francia presentaremos los siguientes fenómenos. Las beguinas fueron un grupo de viudas nacidas tras las Cruzadas. Pertenecían a todas las índoles sociales y estaban organizadas para la vida en comunidad, dedicándose a a vida contemplativa y al socorro de desamparados aunque no eran una orden religiosa como tal, lo que le traería sucesivos problemas con la Iglesia, que tras intentar reducirlo -siendo criminalizados en el Concilio de Viena de 1312- querrían absorberlo en su seno -1492 -bula del papa Nicolás V, pero la obligación que les impusieron propiciaría que muchas de sus integrantes se unieran a la Reforma-.
   Dichas comunidades cada vez eran más numerosas, lo que las convertía en un verdadero peligro, sin una regulación de comportamiento eran un foco desatendido de la cristiandad.
   Mientras que los Belardos eran sus homónimos masculinos, más minoritarios, estuvo conformado por hombres laicos conviviendo en comunidad sin la necesidad de reglamento que los estructurase. Muchos de estos hombres y mujeres se les acusaría de pertenecer a la Fraternidad del Espíritu como modo de descrédito, aunque realmente fueron simples influenciadores.
   La fraternidad o Hermandad del libre espíritu (1250-1525) es una herejía bastante particular localizada en las regiones de Flandes y Renania; su particularidad reside en su poco cohesión, sin la conformación de una Iglesia o comunidad, lo cual desencadenaría un verdadero problema en una Iglesia ya afligida por numerosas problemáticas. Se ha querido observar como precedente de éstos a la herejía Adamista -II Antes del Presente-.
   Los herejes de dicha comunidad se caracterizan por pensamientos anti-jerárquicos, con una firme creencia en que en todos ellos se repite el milagro de la reencarnación, es decir, cada uno de sus miembros es Dios. Por ello cada individuo posee dos naturalezas, una divina y otra humana; rechazando así mismo la existencia de cielo y del infierno, considerados como estados del alma y no como lugares físicos, idea que recuperó Juan Pablo II en un arranue de modernidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Su posición de cara a la modernidad ha querido identificarse como anarquista.
   La divinidad de este grupo desencadenaba una problemática mayor; si el hombre era divino estaba exento de todo pecado, es más, éste no existiría, todo estaría permitido sin ninguna regulación del comportamiento. Si el mundo físico era creación divina ¿Wué tenía de pecaminoso aprovecharlo? La bebida, la comida en exceso los delataban, de igual modo la promiscuidad al no aceptar el matrimonio como acuerdo. Sólo aceptarían un pecado, ignorar su propia dignidad.
   Los amaurianos son la versión radical de la Hermandad del Espíritu; partiendo de Amaury de Bène, estos herejes siguen las mismas ideas que la Hermandad diferenciándose porque éstos piensan que su labor es dirigir la humanidad a la salvación, mientras que los otros no tenían aspiraciones tan grandilocuentes.
John Wyclif (Wycliffe) y los lollardos
   Influido por la Hermandad del Espíritu, Wycliffe es un teólogo que aún sin salirse de la doctrina crisitana plasmaría sus preocupaciones en sus obras, siendo algunas incluso censuradas. Pero su contexto era de todo menos típico; erudito del entorno de la Universidad de Oxford, contaba incluso con el apoyo del Papa, del Rey, etc... pero ello sólo sería en vida.
   Pero Wycliffe encontró una serie de problemas en la doctrina cristiana, sobre todo en la vida silenciosa de la Iglesia y en la servidumbre de los monarcas hacia éstos. Una propuesta que podía ser considerada, y por tanto temida, como una versión del cesaropapismo bizantino. También es considerado en mayor o menor medida, propulsor del protestantismo inglés. Su muerte en 1383 no pondría fin a su ciclo, moriría como cristiano pero la trascendencia de sus juicios no tardaron en convertirlo en hereje. Eco de estas palabras se haría el pueblo, en especial los lollardos -después también conocidos como wyclifistas-, predicadores populares, muy parecidos a los valdenses por su carácter laico, su anti-jerarquismo y modo de predicación, en este caso las palabras de Wyclif, a espaldas de la Iglesia. Proponían la traducción del Nuevo Testamento al inglés para que el publo lo pudiera entender -otro paralelismo con los valdenses-; creían que un laico devoto debía poseer las mismas facultades que un religioso para ejecutar los ritos y funciones que conllevaba el puesto.
   Ello propició la revuelta inglesa o la revuelta de Wat Tyler en el año 1381. Es una revuelta que se produce por una cuestión fiscal, un rechazo del pueblo al Poll Tax en una coyuntura tan compleja como la que propiciaba el debacle de la Guerra de los Cien años o la duplicidad papal. Es una revuelta de carácter antiseñorial, lo  que sería relevante ya que no conllevaba el desprestigio monárquico; el rey, menor de edad y  en manos de las clases nobles, estaba siendo adoctrinado para seguir tales maniobras, por lo que fue considerado hasta un secuestro.
   John Ball, es un lollardo, un clérigo que se dirige a los revelados y les sermonea diciéndoles:

"Cuando Ad´na araba y Eva hilaba, ¿Quién era entonces el caballero? Desde el principio todos los hombres por naturaleza fueron creados iguales, y nuestra esclavitud o servidumbre se produjo por la insuta opresión de hombres malvados. Ya que si Dios hubiera creado esclavos del el principio, él habría designado  quién debía ser esclavo, y quién libre. Y por lo tanto os exhorto a ver que el momento ha llegado, otorgado por Dios, en el cual podéis (y vais a) liberaros del yugo de la esclavitud, y recuperaréis vuestra libertad".
John Ball

   Mientras el debacle en la Iglesia se magnificó; Urbano VI (1378-1389), fue proclamado papa tanto por el Cortejo Cardenalicio como por el pueblo; era italiano y ello le supuso el apoyo masivo. Siguiendo dicha corriente, un conjunto de cardenales, tras su investidura, decidieron que se habían visto empujados a su elección por el populacho, huyendo por ello a Francia y dando pie a un cisma que cuestionaría la Cristiandad. La duplicidad papal supuso más una herramienta diplomática que religiosa, mientras que el cortejo de Avignon se encontraba bajo la acogedora capa del monarca francés, el romano lo hacía bajo las de Inglaterra e Italia. Ello propiciaría que ante tal situación y pérdida de adeptos se realizará un sínodo en el sur de Italia -Pisa- para deponer a ambos y envestir a un nuevo Pontífica único, siendo para la ocasión elegido Alejandro V. Pero sus dos homónimos no aceptarían la decisión del sínodo, lo que parecía una solución agravó el problema, en busca de uno ahora tenían tres.
   Finalmente, y bajo el amparo del Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, Segismundo, Martin V sería elegido pontífice unificador por las tres camarillas en el Concilio de Constanza.
   Ello nos vuelve a llevar a la situación inglesa; la revolución se había recrudecido, los rebeldes consiguieron asesinar a Simon de Sudbury -arzobispo de Canterbury y tío del monarca- y a Robert Hales -ministro de finanzas-, ambos propulsores de la reforma fiscal y representantes de las castas nobiliarias.
   Su consideración como herejes, aunque la mecha que inició el levantamiento fuese política, nace de su crítica a la Iglesia, al Papado y a la autoridad de éste, cuestionando de este modo el orden social establecido. Finalmente, y como colofón al asunto, el líder de los rebeldes, Wat Tyler, es engañado con el pretexto de una negociación y acaba siendo asesinado, dando inicio a una masacre de sus seguidores. Treinta y seis años después de su muerte Wyclif sería considerado hereje en 1420, siendo exhumado su cadáver y quemado con la nueva condición. El movimiento lollardo marcaría un importante precedente en el siguiente punto a tratar: los husitas.
Los husitas
   En relación con las nupcias del monarca inglés con una princesa checa, Inglaterra acoge a numerosos estudiantes extranjeros en sus universidades siendo éstos, transmisores de la herejía a su retorno a Bohemia y Moldavia.
   Su líder, Jan Hus (1369-1415) secundaría a los lollardos; exigiría libertad de predicación, pobreza en los sacerdotes y añadiría como invección propia que el poder civil fuese quien juzgara los pecados públicos, alejando a la herramienta dominica, la Inquisición de asuntos no religiosos. Cabe destacar la comujnión bajo las dos especias, hostia consagrada y vino.
   Los núcleos de propagación preocuparon al emperador alemán Segismundo, que ahora, como valedor de la Iglesia, poseía el poder para acallar este influjo. Aprovechando el Concilio de Constanza, y proporcionándole un salvoconducto a Jan Hus, que lo llevaría hasta la hoguera, dejándonos ver la catadura moral del Emperador.
   En reacción a ello, nacería una revuelta en la actual República Checa y la división del grupo inicial -husitas- en dos corrientes, utraquistas y taboristas, moderados o vendidos y radicales. El líder radical Jan Zizka sufrirá tres cruzadas, que se verían propiciando por el apoyo de la Iglesia tras el concilio, siendo los supervivientes de este movimiento los moderados, que se anexionarían a la estructura eclesiástica siendo un grupo más en el movimiento reformador.
órdenes mendicantes: franciscanos y dominicos
   Ante la problemática que suscitó la debacle religiosa del periodo, la Iglesia integró algunos de los movimientos que más problemas le acarreaban, eliminando así las posibilidades de un nuevo cisma.
   Estas órdenes reglamentadas recuperaban un mensaje cristiano más original y cercano al pueblo. Personajes relevantes en esta época serían Francisco de Asis para los franciscanos, quien conoció personalmente a los cátaros ya que fue a Occitania a predicar y, los dominicos, conocidos como los perros del señor, encargados de su herramienta más peligrosa, el Tribunal de la Santa Inquisición, nacido en 1231.

Bibliografía

  • Mitre Fernández, E. (1985). Las Herejías medievales . 1st ed. Madrid: Grupo 16
  • Mitre Fernández, E. (2003). Ortodoxia y herejía entre la Antigüedad y el Medievo. 1st ed. Madrid: Cátedra.
  • Nelli, R. (1984) La vida cotidiana entre los cátaros. 1st ed. De Barcalona: Argos Vergara
Vídeos recomendados
  • https://www.youtube.com/watch?v=20cJHtfoAQw
  • https://www.youtube.com/watch?v=JC78g0RCG9w
  • https://www.youtube.com/watch?v=CDXNK9Gafc0
Artículos recomendados

  • http://www.historiadeiberiavieja.com/secciones/edad-media/cataros-espana




   

lunes, 16 de junio de 2014

17. Historia Moderna, Inglaterra; Revoluciones inglesas: la Gloriosa

A) Gloriosa revolución
Alusión a opinión de la época "El rey (Carlos) podría comprender las cosas, si quisiera; el duque (Jacobo) querría comprenderlas si pudiera".
   A.1) Introducción
   La subida al trono inglés de Jacobo II -1665- como candidato católico después de más de 150 años de escasez de éstos, supuso el retroceso en la causa anglicana, cuya frágil hegemonía había instaurado su hermano, Carlos II ante el puzzle territorial y religioso que le había legado a su familia la última reina Tudor, Isabel.
   Aunque sus primeros pasos como soberano estuvieron marcados por una tolerancia y un intento de confraternizar por la Iglesia nacional, ésta no permitiría su  menoscabo o aislamiento del foco de poder que suponía la Corona. Por ello, por el acceso a las instituciones del núcleo católico, así como la derogación de los Test Acts -prohibición del desempeño de cargos públicos por católicos- y el Habeas Corpus -garantes de la libertad inglesa-; las campañas de descrédito contra anabaptistas, presbiterianos y cuáqueros, fijarán el punto de inflexión en las relaciones. La Iglesia no sería el único adversario del nuevo monarca, el ministro Halifax, herencia del reinado de su hermano, se opuso a sus reformas, lo que conlleva su deseada destitución; mientras, el duque de Monmouth, el bastardo real, empujaba a Jacobo a solicitar ayuda financiera del Parlamento para sofocar a los insurrectos que apoyaban su candidatura, lo que fue aprovechado por el soberano para instaurar un ejército permanente a su servicio para garantizar su seguridad personal. Aunque el Parlamento no aceptó la pérdida de libertades inglesas, el aplazamiento de la asamblea dejó entrever un deje a su hermano que sin duda alarmó a los parlamentarios.
   A.2) Antecedentes
     El papel de Jacobo tras la caída en desgracia de Cromwell y el ascenso al trono de su hermano fue como brazo ejecutor de éste bajo los títulos de duque de York, Albany -Escocia-  Normandía -concedido por su primo, Luis XIV de Francia- y Lord Almirante, título que debió abandonar tras abrazar la fe católica en 1668. Ello conllevaba, no sólo la insubordinación al monarca, sino la obtención de numerosos enemigos que no se disiparon aún permitiendo que los descendientes de su primer matrimonio -Ana y María- se educaran como protestantes.
    Los problemas sucesorios de su hermano se convirtieron rápìdamente en un asunto de Estado; si el monarca no podía tener descendencia la Corona debía pasar al siguiente. Ello provocó reacciones inmediatas que ni las nupcias de la hija de Jacobo, María, con Guillermo III de Orange -protestantes ambos- calmaron. Tal era la situación que partió hacia Bruselas mientras la sucesión seguía siendo la comidilla del Parlamento; sus miembros incluso se plantearon saltarle de la línea sucesoria, entregándole la Corona al bastardo de su hermano -duque de Monmouth- pero antes que todo ello fuera posible Carlos II disolvió el Parlamento obligando a su heredero, su hermano, a regresar a Inglaterra. Ante ésto, acontece el Rye House Plot -1683-, un complot protestante que buscaba asesinar tanto al monarca como a su hermano; el conocimiento de éste sólo hizo aumentar las simpatías de ambos personajes, haciendo incluso que Jacobo se alzara con el liderazgo de los Tory, a los que acabará traicionando, y se le restableciera el título de Lord Almirante.
   El duque de Monmouth fue un joven petulante que consciente de su rango, a pesar de su no reconocimiento, vivió fuera de Inglaterra, disfrutando de los placeres de la vida holandesa; a la muerte de su padre, el soberano, regresó a Inglaterra -por ánimo de los exiliados wights -con la esperanza de conseguir apoyos en la isla. Aún habiéndolos conseguido, no pudo plantar cara al ejército profesional de su tío. En mitad de la confrontación huyó, siendo hallado dos días más tarde calado y hambriento. Al presentarse ante Jacobo actuó con gran humildad, antes claro que observara que no iba a conseguir sus objetivos, cuando  esto ocurrió abandonó la sala menospreciando la rigurosa etiqueta. El 15 de junio sería conducido al patíbulo de Tower Hill y sentenciado por traición.
   A.3) Reinado
    Con el fallecimiento de Carlos, católico por los pelos, Jacobo II subió al trono en febrero de 1685. En junio del mismo año, los exiliados wighs en Holanda alentaron la conocida rebelión de Argyll en Escocia, pero su poca homogeneidad supondría su caza por el juez Jeffrey y las tropas del monarca.
   El juez Jeffrey es considerado uno de los personajes más oscuros de la Historia inglesa. Se le confió la tarea de interrogar a los participantes de la revuelta, por lo que dejó tras de sí una estela de odio y sufrimiento que sería interpretado, el contexto, por el historiador Thomas Babington Macaulay "Ningún rey de Inglaterra ha demostrado tanto rigor como Jacobo II, y el juez Jeffrey actuaba en la medida de sus deseos". Jacobo no quedó tampoco bien retratado por la historiográfía,  Charles Firth escribió "Jacobo tenía un carácter glacial, rencoroso y agresivo. Resulta imposible demostrar que el monarca no estuviera al corriente de la situación de Jeffreys en las comarcas occidentales y que hubiera, en caso contrario, desaprobando su conducta". Sus modos comenzaron atemorizar a los Parlamentarios, en él veían a un mal imitador de su despótico primo e, incluso, un modelo menos polémico de Enrique VIII de Inglaterra.
   Tras sofocar la rebelión, Jacobo optó por fortalecer su poder militar ante el miedo de futuros movimientos, éstos no se hicieron esperar, llegando a su culmen en el año 1688. El Parlamento y sus facciones, los wighs y los tories, estaban polarizados y divididos en razón de los intereses personales, sin mostrar un objetivo común, era tal el estropicio que muchos de ellos mantuvieron lealtales dobles y contrapuestas -como es el caso de Lord Halifax-. Ello no mejoró con el acceso del núcleo católico. Pero el verdadero detonante lo hallaremos en el nacimiento de Jacobo III en 1688. Después de numerosos abortos, María de Modena consiguió alumbrar a un heredero varón, lo que aseguraba un nuevo sucesor católico. Ambas facciones del Parlamento comenzaron a fomentar los lazos con Guillermo de Orange, gracias a valedores como los exiliados encabezados por John Locke, quienes le hicieron llegar una misiva que pedía la intervención en Inglaterra.
   El 22 de octubre de 1688, exiliados y diplomáticos holandeses firmaron el acuerdo de Magdeburgo, por el que comprometieron a Brandemburgo, Sajonia, Hannover, Hessen-Kassel y Dinamarca a favorecer la invasión de Inglaterra por Guillermo de Orange. La importancia de este movimiento estratégico reside en la ocultación; Guillermo era la cabeza opositora al expansionismo francés, si partía para atender los asuntos ingleses Luis XIV no encontraría barreras para seguir adquiriendo y atacando principados alemanes y ciudades holandesas; por ello se lanzó un ataque al ejército francés en el Rin, éstos, enfrascados en la batalla no se percataron de que barco de Guillermo marchaba hacia Inglaterra. Cabe destacar que Orange no obtenía grandes beneficios personales de ello; si, conseguía ser soberano, pero lo sería de un reino arbitrado, su fin era romper las relaciones de Versalles con Jacobo, así lograr una poderosa alianza para luchar por las libertades europeas, cada vez más amenazadas por Luis XIV.
   Mientras en Inglaterra, los tories y los wighs inundaban las calles de panfletos exaltando el descontento del pueblo e incitando a la organización. Con el ambiente ya encendido el ejército invasor plantó cara al inglés que lo triplicaba (15.000/40.000), sin duda la moral del monarca cayó al ver a su favorito, Churchill, desertar para unirse al enemigo. Ante los numerosos frentes abiertos, Jacobo II atendió las demandas de Guillermo de Orange, destituyendo inmediatamente a los católicos de los cargos públicos y militares, invocando el perdón general y convocando al Parlamento. Pero sus promesas ardieron, literalmente, una semana después reemprendió la guerra y trasladando eso sí a su persona fuera de peligro. Antes de ello tiró el sello real al Támesis, atando de pies y manos al Parlamento en una precuela de Guerra Civil.
   El Parlamento trabajó frenéticamente en busca de un precedente legal, el cual encontraron. Halifax liderando a los Lores constituyó una nueva comisión mientras los wighs y los tories continuaban deliberando.
   Las opciones que se barajaron para suplir el vacío de poder fueron numerosas, pero la elección final sería una monarquía electiva que incapacita por tanto a Jacobo II, declarando regentes de su heredero a Guillermo y María. Mientras el pueblo reflejaba la polarización de opiniones del Parlamento; ateniéndose a numerosos documentos legales y tras muchas deliberaciones, la huída del monarca se consideró la disolución de su gobierno, siendo sus sucesores María y Guillermo, coronados el 23 de febrero de 1689.
   El documento que reglamenta las relaciones entre el Parlamento y la Corona se denominó Bill of Rights, acuerdo que garantizaba la libertad de prensas sin censura real, el carácter no permanente del ejército, el control fiscal por parte del Parlamento, la división de poderes en dos, legislativo y ejecutivo y, la libertad y propiedad individual. En otras palabras era el arbitraje que ningún otro monarca hasta entonces había aceptado.
   Las actuaciones de Jacobo supusieron el acrecentamiento de un influjo anticatólico y la centralización económico, con el consecuente desequilibrio interregional. La oposición católica no afincó en Escocia e Irlanda dando lugar a numerosos conflictos que no finalizaron hasta 1691 pero y gracias a los nuevos monarcas, Inglaterra se encaminaba hacia el puesto de liderazgo que le correspondía entre las potencias europeas, ya sea por potencial propio o por haberse nutrido de unas Provincias Unidas, delegadas a un segundo plano, Inglaterra conseguiría el gran sueño de Jacobo II, desbancar a Francia y sin tener que convertirse al catolicismo.
B) Bibliografía
  • Voltaire (1954) El siglo de Luis XIV. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Floristan, Alfredo, (2012) Historia Moderna universal. De Barcelona. Ariel.
C) Vídeos recomendados
  • https://www.youtube.com/watch?v=ZpeG4DJZZ-o


16. Historia Moderna, Francia; La Francia del Absolutismo: Colbertismo o mercantilismo

A) Colbertismo o mercantilismo
   A.1) Personaje e introducción histórica; Jean Baptiste Colbert

         "Un hombre nacido para el trabajo más de todo lo que cuanto pudiese imaginarse" Gourville
    Encumbrado por el instrumento de poder de Luis XIV -el cardenal Mazzarini-, Jean Baptiste Colbert se hizo rápidamente con el Ministerio de Hacienda francés. Procedente de una familia burguesa ligada a la industria textil de Reims, Colbet sería uno de los numerosos burócratas que le deberían su prosperidad al monarca, quien conseguiría socavar el poder de las clases nobiliarias que tan sólo orbitaron, fuera y dentro de bailes, alrededor del Rey Sol.
   Su pasión por su trabajo lo convirtió en un personaje indispensable para la Francia del siglo XVII; un ejemplo de esfuerzo y perseverancia que tranquilizaría los ánimos inquietos y adoctrinaría tanto al pueblo, como a la burocracia para ser fichas de su propio juego administrativo, el mercantilismo estatal, cuyo objetivo era diversificar y agilizar el comercio nacional para que no fuera necesario comprar al extranjero, quedando la riqueza en el país. Ello contrastaba con las medidas empleadas en el resto de potencias europeas, el metalismo, cuyo máximo exponente sería el Imperio hispánico.
   Cabe destacar de este particular personaje, que aún experto administrador, no era economista; su sistema reglamentario y su control de la producción supuso el estancamiento de los modos y estructuras del Antiguo Régimen. A pesar de ello, Colbert sería el sustento de la economía francesa entre 1661-1683, haciendo frente además, los destrozos propiciados por Luis XIV beligerando por el continente.
    A.2) Sistema; Cobertismo o mercantilismo
   El modo de hacer de Colbert puede comprenderse como la teorización y la práctica de un conjunto de medidas economico-administrativas de carácter absolutista, cuyo objetivo no era otro que el de crear un Estado próspero, aunque este fin estuviera a expensas de la grandeza real.
   Sus teóricos proponían casi un cierre de fronteras, mediante fuerte aranceles -impuestos contra productos extranjeros-, para la protección del producto nacional. Ello se conseguía mediante ayudas estatales que favorecieron la transformación de las materias, la elaboración y la exportación de los productos tanto dentro como fuera de sus fronteras.
      Mediante éste proceso, Colbert obtuvo numerosos logros:
     -Aumento de las exportaciones y disminución de las importaciones, con lo que conseguían mantener una mayor reserva de metales nobles y capital en territorio nacional. Acción que se ha venido denominando como "Guerra económica", precepto que impone que un Estado sólo puede enriquecerse a costa del decrecimiento de otro.
     -Desarrollo comercial, conseguido mediante la mejora del producto y las infraestructuras. Persiguiendo el modelos de las potencias marinas -Inglaterra y las Provincias Unidas-, Francia intentará crear un emporio nacional mediante las compañías nacionales de comercio, dotadas de privilegios tales como el monopolio de explotación sobre un territorio, ejemplo de ello son las Compañías de Indias Orientales y Occidentales, la Compañía del Norte, del Levante y del Senegal. Su fracaso puede estar ligado a diversas acciones, como la falta de apoyo de las clases medias pero basándonos en el poco carácter aventurero podemos afirmar que los franceses, al no tener la necesidad de emplear el mar como vía de comercio, prefirieron desarrollar opciones menos arriesgadas como el comercio interno, que sufrió graves mejoras en sus infraestructuras.
     -El protecciónismo de las manufacturas se llevó a cabo mediante: 1) el endurecimiento de las medidas aduaneras que prácticamente prohibieron la importación de productos ingleses u holandeses, 2) aumento de la calidad en los productos nacionales mediante la investigación y la reglamentación de los procesos, lo que supuso duros castigos a quienes lo trasgredían, 3) apoyo fiscal y financiero, 4) manutención de los empleados organizándoles en corporaciones profesionales y, 5) el desentendimiento del sector agrícola -a diferencia de lo que supondría la R. Inglesa-, en la que se localizaba el 70% de la población.
   Colbert logró el aumento en peso y en calidad de la industria francesa a pesar del fracaso de las compañías privilegiadas -marítimas subvencionadas- y la forzosa retirada de aranceles tras la paz de Nimega. Consiguió mejorar las infraestructuras y comunicaciones, como el "Canal de deux Mers", que comunicaba el Atlántico con el Mediterráneo. Sus planes se vieron frenados en todo momento por el monarca, ya fuera por su expolio a las arcas reales con cada nueva campaña o por su adversión a la bruguesía tras la Fronda. A la muerte del ministro el Estado contaba con una deuda de 160 millones de libras, en el decenio siguiente alcanzaría los 200 millones.

B) Bibliografía
  • Voltaire (1954) El siglo de Luis XIV. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Grimberg, Carl Gustaf, Ragnar Svanström, T Riano y J.J Llopis, (1953) Historia universal de Daimon. México. Daimon.
  • Floristan, Alfredo, (2012) Historia Moderna universal. De Barcelona. Ariel.
C) Vídeos recomendados
  • https://www.youtube.com/watch?v=Y2pQ4_KFyzM
D) Artículos recomendados
  • http://historiasdelahistoria.com/2014/05/28/pudo-haber-nacido-la-revolucion-industrial-en-un-pueblo-madrileno

15. Historia Moderna, Francia; La Francia del Absolutismo. La Fronda.

 A) Antecedentes de la centuria
   El siglo XVII francés estuvo marcado por la monarquía absoluta, modo de gobierno que afianzó sus raíces en la mayor parte del mapa europeo; por el establecimiento de una nueva dinastía, la Casa de Borbón, así como ser el país más poblado de Europa, y el cuarto del mundo conocido, lo que supuso que sus carestías, epidemias y reivindicaciones ciudadanas tuvieran un peso mayor que en otros lugares.
   El asesinato de Enrique IV -1610-, el primer Borbón tras luchas que no parecían tener fin -guerras de religión-, supuso un debacle para el país. Su defunción, cinco años antes de la llegada de la Infanta española que contraería nupcias con su hijo, dio desde el punto de vista de sus detractores la llave a un nuevo cambio dinástico, pero la situación del país hacía que la paciencia fuera una virtud algo más que apreciable, necesaria. 
   Luis XIII quedó profundamente marcado por la muerte de su padre, convirtiéndose en un heredero taciturno e introvertido, que preferiría las artes al oficio político, o el de las armas, que caracterizó a sus antepasados. Hecho que permitió que el poder amasado por la Reina Madre durante su regencia fuera incuestionable. 
   María de Medici, segunda esposa de Enrique, sería una regenta inmersa en las polémicas e intrigas de palacio, protagonizando inclusive, las relacionadas con la muerte de su esposo. Su llegada a Francia deriva de la necesidad de un heredero y de un estímulo económico para las arcas reales. Margarita de Valois, primera esposa del monarca, supervisó personalmente la elección de consorte, ya que con ello obtenía la salida a lo que muchos de los tratadistas de la época asemejaron a un harem, no era otra cosa que la Corte de Enrique IV. Nulidad que conseguiría además acrecedentando su reputación ya que, y gracias a su perseverancia, ninguna de las amantes del rey se hizo con el trono. 
   En el contexto nacional mencionado llegó Ana de Austria, fruto del matrimonio modélico y profundamente católico de Margarita de Austria y Felipe III, por lo que sus expectativas no se romperían hasta ser truncadas por el Delfín francés.
   De poco carácter y encima influenciable, Luis XIII siempre estuvo tras la estela de su madre, quien se apoyó en un primer momento en el mariscal francés Concino Concini y más tarde en el cardenal Richelieu. Aunque en una primera tapa podremos situarla a favor de la unión y las relaciones con España, la potencia líder, tras el encumbramiento de Richelieu y todo sus hombres de gobierno, observaremos una hostilidad insólita hacia la infanta, recordándole su origen como si se tratase de un lastre, incluso tras el exilio de María de Medici a Blois.
   El matrimonio entre ambos jóvenes nunca fue cercano; tanto el carácter como las obvias tendencias homosexuales del monarca apoyaron la creencia popular que moriría sin heredero y, con él, su dinastía pero esta puerta se abriría veinte años después de imprevisto.
   Durante el transcurso de su juventud, Ana de Austria se vio confinada a un matrimonio sin escapatorias, que unido a las preferencias sonadas y visibles del monarca dieron el germen perfecto para un sin fin de cuchicheos, que como no podía ser de otro modo, sólo ensuciaron la imagen de la consorte, quien sería relacionada frecuentemente con el Duque de Buckingham, George Villiers y con el propio cardenal, Giulio Mazzarini.
   La situación se recrudeció cuando Carlos I de Inglaterra, rechazó la candidatura de la Infanta española y hermana de Ana, María. Todo ello fue obra de Richelieu que conseguiría cerrar el matrimonio con Enriqueta, hermana del monarca francés y, con ello una fuerte alianza antihispánica. Como española en la Corte francesa, la Reina fue acusada de espía e, incluso, de participar en una conjura con María de Medici para deponer a Luis -Conjura de las Damas-.
   Sin duda, y como deja de entrever su sobrenombre -Le Dieudonne-, Luis XIV fue una inesperada sorpresa para el pueblo francés. Veinte años de rumores e infidelidades del soberano -las de Ana de Austria nunca se demostraron- quedaron borradas por un encuentro casual, que parece ser que dejó mejor impresión en el matrimonio, como lo colabora que poco después concibieran a su segundo hijo, Felipe I de Orleans.
   Ante este escenario desconcertante, que incluso parecía sostenible, Luis XIII muere -1643-, dejando como regente al jovencísimo e inexperto Duque de Orleans. Por ello, Ana de Austria convocó al Parlamento parisino con el fin de abolir lo estipulado en el Consejo de Regencia. Después de numerosas negociaciones todos salieron satisfechos; la nueva Reina Madre, consiguió su ansiada regencia, el Duque de Orleans fue nombrado Lugarteniente General y el Parlamento, que creyó ver el indicio de unos nuevos tiempos que dejarían atrás los modos absolutistas, aunque poco más tarde observarían su error.
   Tras la muerte de Richelieu en 1642, Ana de Austria creyó que debía seguir el mismo proyecto, lo cual dice mucho, ya que ese proyecto estaba compuesto de medidas por y para hacer la vida imposible a sus vecinos españoles;ella fue Infanta de España, pero ahora, como Reina de Francia asumió su papel y lo que conllevaba. Por ello escogió a la elección y discípulo de Richelieu, Giulio Mazzarini como primer ministro.
   El legado fiscal y bélico de su predecesor le costó a Mazzarini una poca agradable bienvenida; a los pocos meses de su nombramiento tuvo que hacerse cargo de una conjura que esperaba deponerle -Cábala de los Importantes, septiembre de 1643-. Los líderes del movimiento fueron exiliados o condenados pero ello sólo sería el primer intento de atentar contra el cardenal italiano.
   Su extranjería, como la de la Regenta, supuso que fuera más apto para su papel como cabeza de turco; todos los problemas, que fueron muchos durante su gobierno entre 1643 -1661, le resultaron un amplio abanico de enemigos.
   El gobierno del Cardenal y el de la Regenta, se caracterizó por una alta presión fiscal, con el fin de reducir el déficit se redujeron los intereses -lo cual arruinó a la burguesía-, se vendieron cargos -con la consecuente pérdida de prestigio de la burocracia-, entre otras medidas que consiguieron el enfado unilateral del pueblo francés. Tal enfurecimiento se manifiesta en el levantamiento del 13 de mayo de 1648 denominado la Fronda, el cual obtuvo el apoyo de los Príncipes de Sangre como Condè, viva imagen del militarismo francés con acciones llevadas a cabo desde 1639.
B) Movimiento revolucionario
   El nombre de "fronde" deriva de las hondas que portaban los sublevados. Este periodo abarcaría cinco años (1648-1653), los cuales darían lugar a numerosas interpretaciones, inclusive a la consideración de ésta como antecedente frustrado de la Revolución francesa -Normand-.
   "El pueblo francés al completo, sin importar rasgos o diferencias sociales -aunque si con objetivos dispares- se alzó contra la política centralizadora del gobierno, es decir, buscaban una ruptura o control del absolutismo por medio de un árbitro -Parlamento- que cuestionara las decisiones del monarca. Esta situación fue denominada por Lebrún como la expresión desordenada pero temible de una crisis profunda del Estado, en la sociedad y en la economía. Por ello la capital se convirtió en el epicentro del levantamiento,donde los más radicales increpaban el asesinato del Cardenal y la Reina Madre entre panfletos, pasquines y tiras satíricas de ambos -manzarinadas-. Por ello la Regenta decidió exiliarse con sus hijos, el Duque de Orleans y el Gran Condè a Reuils el seis de enero de 1669, mientras que Mazzarini marchó hacia Brühl, propiedad del Príncipe Elector de Colonia, desde donde siguió gobernando Francia"
Trabajo de Luis XIV: expansión hacia las fronteras naturales
   Con un antecedente tan relevante como la Cábala de los Importantes -1643-, la Fronda es un episodio controvertido historiográficamente, habiéndose considerado desde un simple alzamiento de ambiciosos hasta el primer movimiento burgués constitucional, precedente de la Revolución francesa y, a fin de cuentas es una clara resistencia a la autoridad real en un periodo de debilidad.
   Lo que si cabe destacar es que en la Fronda queda integrada dentro de un gran ciclo revolucionario dado en el siglo XVII en oposición a los modos centralizadores del Antiguo Régimen, que asimismo se vieron sazonados por diferentes aspectos como la recesión demográfica, una política fiscal abusiva, epidemias o carestías.
   Su primera etapa se suele denominar Fronda Parlamentaria (1648-1649). Surge como reacción ante la iniciativa del cardenal Mazzarini a cambiar los requisitos de la Paulette.
   La Paulette es un privilegio de la Corona desde 1604 que permitía patrimonializar sus oficios mediante el pago de una prima mensual; su requerimiento era que para la renovación del privilegio se hicieran un único pago equivalente a cuatro años de sueldo. Podría incluso no salirles rentable, pero la situación bélica -Guerra contra España-, hacía necesaria la inyección de dinero.
   Ante esta ofensa, los Tribunales Supremos de París -Cámara de Cuentas, Tribunal de Apelación y Gran Consejo- y el Parlamento se unen para dar comienzo a las movilizaciones, que buscaban el arbitraje, lo que se puede interpretar como la búsqueda de un símil  a una monarquía constitucional, un avance sin cimientos en un siglo caracterizado por el absolutismo de sus monarquías. También es el primer precedente de la Teoría de separación de poderes de Montesquieu; un insulto que una Habsburgo como Ana de Austria no iba a tolerar para su primogénito.
   Los tribunales se reunieron en una asamblea extraordinario en la Cámara de San Luis durante cuatro semanas, ello dio como resultado el Decreto de Unión del Parlamento del 13 de mayo de 1648 por el cual se proclama la unión de los cuatro Tribunales Supremos de París; hecho considerado por figuras como Bonney, Doolin o Moore como el punto de partida de la Fronda.
   Siguiendo los consejos del Cardenal, la Regente parece ceder, pero unas semanas más tarde, ante la noticia de la victoria de Condè en Lens -20 de agosto-, daría un golpe a los líderes del movimiento arrestándolos creyendo que así se acabaría la insurrección. Realmente el movimiento real produjo la agilación de los insurrectos que levantaron barricadas en torno al Palacio Real obligando a sus inquilinos a exiliarse.
   Con la corte huida se presentó al Parlamento la aceptación real del programa político realizado en la Cámara de San Luis, que constaba de 27 artículos que buscaban -entre otros objetivos menores-; reducciones fiscales, recobrar el prestigio de la burocracia eliminando los cargos creados recientemente y, la excarcelación de los presos por la revolución.
   Dicho acuerdo supuso una tregua para el rearme, ya que la Regenta no pretendía mantener dichas condiciones, hecho que se confirmó con el cambio de sede del Parlamento;con ello conseguía sacar de la capital a los increpadores de la sublevación. Su siguiente paso fue asediar París, cortando la red de suministros, acción que llevó a un rápido desenlace. Pese al apoyo popular se pactó la aceptación de algunos puntos del plan político en 1649 -Paz Reuils- garantizando la amnistía a los parlamentarios y manteniendo a Mazzarini como primer ministro.
   La segunda Fronda o Fronda de los Príncipes sucede en 1650. El ascendente poder del Príncipe Contè hace que él y partidarios se crean capaces de exigirles nuevos cambios a la Regente. Su proposición de destituir al Cardenal para ocupar el mismo Contè el puesto propició que la Reina Madre lo encarcele a él, a su hermano el Príncipe de Conti y a su cuñado Longueville.
   La encarcelación es la chispa que otros Príncipes de Sangre como Turenne esperaban para incitar de nuevo a las masas para resucitar la Guerra Civil. Todos los estratos sociales, líderes y populacho se unieron contra una única figura, Mazzarini. Cabe destacar la ayuda española a los sublevados; el gobernador general de los Países Bajos, Wilhelm Leopold intentó excarcelar a los presos pero el ejército real no retrocedió. Viendo que el proceso se alargaba sin lograr cambios la Reina Madre acaba por liberarlos en 1651, hecho que precedió a la declaración de mayoría de edad del ya soberano Luis XIV. La marcha de Condè al verse incapaz de actuar políticamente da lugar a la siguiente fase del conflicto.
  La denominada Fronda de Condè (1651-1653), es la última fase del conflicto, donde Ana de Austria y el Soberano marchan de París mientras los ejércitos guerrean. La batalla ya está ganada desde julio pero tanto Ana como Mazzarini desean entrar como triunfadores en una capital asolada por el caos, bastante teatral que esperaba tener un efecto sobrecogedor. Como presente, Luis XIV destituye a Mazzarini que era el único motivo que les quedaba a los frondistas para seguir. El 21 de octubre madre e hijo entran en la capital derrotada, un día más tarde todos los cambios obtenidos son eliminados, prohibiendo además la interferencias del Parlamento en asuntos de Estado o de materia económica. Cuatro meses más tarde Mazzarini regresó a su cargo, los intendentes fueron reinstaurados en las provincias y se anularon las reformas de 1648 por todo ello podemos confirmar que la Fronda fue un fracaso, aunque no sólo supone un antecedente controvertido sino que es el primer pulso revolucionario al sistema absolutista.


C) Bibliografía
  • López Ruiz, José María (2009), Los personajes más siniestros y crueles. Madrid, LIBSA.
  • Roberts, JM, (2009) Historia universales. De Barcelona. RBA.
  • Voltaire (1954) El siglo de Luis XIV. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Grimberg, Carl Gustaf, Ragnar Svanström, T Riano y J.J Llopis, (1953) Historia universal de Daimon. México. Daimon.
  • Floristan, Alfredo, (2012) Historia Moderna universal. De Barcelona. Ariel.
D) Vídeos y películas recomendados
  • http://www.rtve.es/alacarta/videos/mujeres-en-la-historia/mujeres-historia-ana-austria/523686/
  • Le roi danse: www.youtube.com/watch?v=iswWGVsnbrM
  • https://www.youtube.com/watch?v=PhTrtkBZ7F0
  • https://www.youtube.com/watch?v=_cUYafOXtiM

miércoles, 11 de junio de 2014

14. Historia Moderna, Francia; Le roi danse de Gérard Corbiau (2000)

   El largometraje elegido nos traslada a la cotidianidad de la corte francesa del siglo XV y XVI; conciliábulo que orbitaria ante su único astro rey, Luis XIV. Desde la mente delirante de un Jean Baptiste Lully moribundo, nos sumergimos en un territorio de intrigas, comunes en cualquier ámbito donde el reclamar la atención del monarca sea posible. El carácter extranjero de Lully, pese a su brillantez individual, acentuó este vínculo “mi sol sale con el del rey”; su favoritismo propiciaría una lealtad acérrima a quien lo había alzado hacia lo más alto para luego dejarlo caer. 
   Lully consiguió ser alumbrado por Luis durante bastante tiempo; en 1653 el florentino formaría parte del elenco de bailarines del monarca en el “Ballet de la Nuit”, un acto cargado de simbolismo y promesas de un monarca que se convertiría en el amo de gran parte de Europa, directa o indirectamente, pero pese a ello, no olvidaba los pequeños detalles. Bajo la atenta mirada de la corte presidida por la todavía regenta, Ana de Austria y su primer ministro, el cardenal italiano Mazzarini, dominaría a los principales responsables, o familiares elegidos para la ocasión de la Fronda. “Ya no es un niño, es un rey”, a pesar de las reticencias de la Regenta, Mazzarini si veía en el sucesor al trono la luz del astro que interpretaba y tras la muerte de éste en 1661, Luis comenzaría su gobierno personal sin la ayuda de ningún primer ministro. Ello no quitaría que hasta el desplazamiento y más tarde muerte, por cáncer, de la Reina Madre, no conoceremos en todo su esplendor la personalidad de Luis.
   La Fronda es un episodio controvertido historiográficamente, que le valió a Luis como recordatorio de que podía acontecer si no interpretaba su papel. Ha sido considerada desde un simple alzamiento de ambiciosos hasta el primer movimiento burgués constitucional de Francia, precedente de la Revolución francesa -1789- y, a fin de cuentas es una clara resistencia a la autoridad real en un momento de debilidad. El príncipe de sangre Condè, primo, y candidato a batir de Luis, poseería el apoyo de la Reina Madre y sería representado en la película estigmatizado físicamente, como lo estaba posicionalmente. Luis nunca olvidó la afrenta de la Fronda, mucho menos a sus participantes.
Ana de Austria sería madre y opositora una vez que Luis optó por su propio camino; una Habsburgo con todo lo que ello conllevaba, concebida y criada para ser, y sentirse, superior al resto, modos que trasladó a su hijo.
  Siguiendo la estela de su padre, Luis XIII, quien creó la Academia de la Lengua francesa, Luis haría lo mismo con la de Danza en 1661, su primera acción como gobernante en solitario.
Lully contraería nupcias con Madeleine Lambert “por la gracia y la coacción del rey” a favor de su favorito. Sería el compositor favorito del Rey Sol durante más de veinte años, además del valedor de la Ópera francesa.
  Mismo periodo en el que comenzaría la construcción del castillo de Versalles, el lugar escogido sería “un reflejo del paraíso antes de la caída” aunque para quienes realmente tuvieron que sufrirlo, el terreno pantanoso escogido sólo sería una excentricidad más del monarca. 
  A destacar como compañero en una primera etapa a Jean Baptiste Poquelin, conocido como Moliere, un dramaturgo al que sus orígenes, “tapicero real”, le perseguirán al igual que a Lully sus origen florentino.

Opinión personal.

        La película es maravillosa para entender la mentalidad de Luis XIV y sus mantras como “si los tengo a mi alrededor, esforzándose por complacerme se olvidan de conspirar”. Pese su gran inteligencia a la hora de realizar las labores de gobierno, Luis fue un personaje desconfiado e insatisfecho de sus logros durante toda su vida, nunca se relajó ante el ojo crítico que lo retrató como uno de los mayores gobernantes de Europa. Ya fuese por publicística subvencionada, o por actitud real, Luis representa el ejemplo de monarca absoluto, su arquetipo a través de la creencia de sus poderes, posibilidades y autoridad.
      A la hora de valorar la película históricamente no he encontrado fallos, para comprobarlo me he apoyado en fuentes que anotaré a continuación, a pesar de no haberlas empleado para citas porque ha sido un ejercicio de comprobación más que de elaboración.

Bibliografía

● Grimberg, Carl Gustaf, Ragnar Svanström, T Riano y J.J Llopis, (1953) Historia universal de Daimon. México. Daimon.

● Fenollosa, R. (2008). Historia de la música y de la danza, Bachillerato. 1st ed. Villaviciosa de Odon, Madrid: Almadraba.

● Floristan, Alfredo, (2012) Historia Moderna universal. De Barcelona. Ariel.

● Academie-francaise.fr, (2014). L’histoire Académie française. [online] Available at: http://www.academie-francaise.fr/linstitution/lhistoire [Accessed 30 May. 2014].

Película
  • www.youtube.com/watch?v=iswWGVsnbrM