sábado, 22 de marzo de 2014

6. Historia Antigua, Occidente; Vida y obra de Alejandro Magno.

INTRODUCCIÓN

           El siglo IV o el fin del periodo clásico supuso un sin fin de luchas intrínsecas en la península helena  que darían lugar a la pérdida del gran símbolo griego, la poleis. En contraposición a ello, la zona marginada de Macedonia quedó unificada bajo el poder de Filipo II de Macedonia, quien trasladó su plan hegemónico por toda la península fijando un objetivo común, un rasgo grabado en todos: la enemistad respecto al Imperio Persa.

          Como toda corriente, ésta comienza por un hombre, Filipo, y su decisión. En una estrategia impecable el monarca se apoderó del Santuario de Delfos, consiguiendo un inmenso poder sobre la política griega. Macedonia es una región aislada de la península helénica, ubicada en el norte de los Balcanes. Rica en diversos recursos como los cereales, la madera, los caballos y las minas de plata* donde obtuvo una enorme evolución.

          Fue tal su industria minera que podían obtener mil talentos de plata anuales por su explotación. Ello hizo que Filipo crease una política expecífica para ello. No olvidemos que cada talento se encuentra en torno a los 30 kilogramos.

         Tradicionalmente el territorio macedonio se encontraba dividido en distintos focos de poder, liderados por aristócratas o líderes tribales, cuyo poder quedaría unificado por Filipo. Posiblemente la división inicial se encontraba influida por la orografía del terreno, al igual que el resto de la península.

         Por todo ello sus líderes no eran verdaderos políticos, cumpliendo con las tradiciones tribales eran formados como guerreros, acto que se siguió llevando a cabo hasta el nacimiento de Alejandro, el cual quedaría encumbrado por el esplendor que Filipo había atraído a su nueva capital, Pella*.

         Pella se convirtió en la nueva capital macedónica después de que Filipo consiguiera la completa hegemonía con la Alta Macedonia.

         Fue de tal magnitud la capital que personajes relevantes de todos los ámbitos del saber del Mundo Antiguo quedaron prendados de ella, entre muchos Arístoteles, quien más tarde y con la inestimable ayuda de su padre* se convertiría en maestro del aún pequeño Alejandro.

         Nicomaco, padre de Aristóteles, fue miembro de la corte macedónica ocupando el puesto de médico.

         El plan hegemónico de Filipo se basó, en gran parte, en el plano religioso, ya que en éste situó la descendencia de los macedonios como descendientes del mismísimo Heracles. Hecho que quedaría reforzado por la ascendencia de Olimpia, madre de Alejandro, la cual le concedió un nuevo héroe homérico al linaje del príncipe, Aquiles. Todo ello refleja el arcaicismo con la pretensión de justificar y legitimar la monarquía fuente y descendiente de los dioses, en este caso de Zeus, rey de todos ellos.

BLOQUE 1: CORPUS DEL TEMA.

         Filipo sería un personaje clave en la vida de Alejandro. La herencia que este le dejó precipitó su carrera hacia la gloria. Filipo (382-336) fue un extraordinario estratega que subió al trono de Macedonia en el año 359, encontrándose un contexto desolador. Su llegada al trono estuvo precedida por la desaparición de la escena política de su sobrino, del que el era regente tras la muerte de su hermano Perdicas II; el resto de sus adversarios políticos fueron asesinados o exiliados, acción que se repetiría en la siguiente generación.

         El reino de Macedonia se encontraba debilitado por las guerras dinásticas y por una gran derrota a manos de sus vecinos más belicosos, los ilirios. Durante los 33 años siguientes Filipo consiguió unificar su territorio, desechando las ideas independentistas de la Alta Macedonia. Por ello se estableció una nueva capital, Pella. Tras una temprana victoria contra los ilirios, resarciéndose de la historia ya escrita, Filipo, dedicó su esfuerzo a uniones políticas, en su mayoría, por uniones dinásticas. Iliria y Meda serían sólo algunos de los territorios sobre los que Macedonia ejercería su nuevo poder.

         En contraposición a estos actos integradores, los griegos eran incapaces de unificarse en un mismo Estado, hecho que más tarde sería su caída ante Filipo. Ante la complejidad de las instituciones griegas, Filipo gobernó como un autócrata en las instituciones macedonias, cuya sutil simpleza le supuso nulas restricciones en sus planes. Posiblemente, y como consta que hacía su hijo, el monarca consultara un consejo formado por sus generales y hombres de confianza, en relación a los asuntos de estado más relevantes. Gracias a su personalidad arrolladora, el poder y los recursos recién adquiridos, Filipo, consiguió mantener unidas a las tribus sin salirse del plano tradicional. Este sistema aseguró su victoria ante los dificultosos recorridos legales helenos.

        El monarca llevó a cabo una serie de notables reformas en el ejército que nos explicarían los cambios que sufrió durante el reinado de éste, y la eclosión durante el de Alejandro, acción que le permitió enfrentarse con el ejército persa cuyas tropas también sufrieron modificaciones que los asemejaban aún más. La introducción de la falange hoplítica en el contexto macedónico marca un antes y después con sus grandes sarissas y el nacimiento de una caballería compuesta por una élite.

       Uno de los movimientos que lo consolidan como uno de los grandes estrategas de su época fue la incorporación de la aristocracia macedónica a su corte. Éstos se congregarían en la nueva capital, trayendo consigo un tránsito cultural que atrajo a notables personajes como ya hemos tratado en la introducción.

       A fines de la década del 340 antes de nuestra era, Macedonia ya se había convertido en una potencia en el Mundo Antiguo. Paralelo a ello, los ciudadanos griegos, quizás deslumbrados por el foco de lo que habían sido sus potencias, no parecían dar señales de apreciación de este hecho. Ninguna ciudad-estado se encontraba al nivel de Filipo, sus luchas internas habían reducido gravemente sus aspiraciones y recursos, como muestra la situación espartana cuya demografía masculina se había reducido a menos de 1.000 individuos, hecho que propició la concesión de derechos a las clases más humildes subordinadas.

      La expansión macedónica supuso en una primera etapa la conquista de Tracia y la Grecia Central pero un punto de inflexión en ésta fue la obtención del Santuario de Apolo en Delfos , cuyo poder político era respetado por un gran número de poleis. Todo ello situaría a Macedonia como la potencia líder ante el espeluznante y a la vez, apabullante, riqueza del Imperio persa.

     Las conquistas de la Grecia Central culminó con la derrota de la coalición tebano-ateniense en la batalla de de Queronea en el año 338. La contienda supuso una vez más el desastre para los helenos, situados en la llanura de Queronea; la falange hoplítica rompió las filas de la tradicional, demostrando su valía, sólo los ateniénses sufrieron pérdidas de más de 1000 hombres y 2000 presos. En este escenario pudimos apreciar la valía de Alejandro, el cual dirigió el ala izquierda del ejército fracturando la disposición tebana. Con ello Filipo consiguió su objetivo, la supremacía griega.

        Tras ello, el monarca convocó a las poleis griegas en el Congreso de Corintio, celebrado en el año 337, en el cual se autoproclamó Strategos Autokrator, con el que comenzó a disponer del poder que supuso la hegemonía de toda la península. Pode que canalizó en la liberación de las ciudades ocupadas de la Asia Menor griega.

        Todo ello se vio interrumpido por el asesinato de Filipo en el año 336, un crimen perpetuado, quizás, ante el nerviosismo de un enemigo que observaba la finalización de un proyecto cuyas alas sólo comenzaban a planear. El papel de líder panhelénico recaería en su hijo Alejandro, que por entonces sólo poseía 20 años. El nuevo rey, Alejandro III, se tendría que enfrentar a una política ateniense* fragmentada, y a la  insubordinación de algunas ciudades- estado, que creyeron que el heredero no rellenaría el majestuoso trono y labor que le había negado su progenitor.

         La política ateniense se dividió en dos corrientes: pro y antimacedónica, los tradicionales liderados por Isócrates, defendían la postura promacedónica mientras que la corriente pragmática, encabezados por Demóstones, liderarían la corriente contraria con propuestas como una alianza helénica contra el enemigo persa que dejaría, como no, fuera a los marginados y bárbaros macedonios.

        Quizás esta insubordinación hubiese estado financiada por manos y oro enemigo pero la verdad se esconde en pasajes de opinión y devastación como la que ocurriría en Tebas, cuya destrucción quiso ser ejemplarizante y reveladora del poder del nuevo monarca, como lo fue en su día la destrucción de Olinto a manos de Filipo. De Tebas sólo quedó en pie los templos y la casa del poeta Pítaro, mientras los ciudadanos eran convertidos y vendidos como esclavos por su osadía.

   

BLOQUE 2: IMPERIO DE ALEJANDRO MAGNO

        El proyecto unificador de Filipo se vio superado y desbordado por los logros de su hijo, Alejandro, uno de los personajes más mitificados de la antigüedad. Nacido el día que ocurrieron tres victorias para su pueblo, auspicio que los adivinos interpretaron como que había nacido un descendiente más de los dioses, un ser invencible. Realmente Alejandro sólo nació en el día en el que se comunicaron dichas victorias pero sin duda nació en una año plagado de éxitos para su pueblo, en un verano del año 356. Su trayectoria fue todo menos común, con 14 años ya era guerrero, con 18 general y a los 20, rey de la nación que le devolvería la paz al mundo antiguo.

        La tradición griega nos comunica la existencia de un hermano mayor, Filipo de Arrideo, que padecía de epilepsia o de alguna deficiencia mental, hecho que lo convertía en un posible peón, inservible para el liderazgo en opinión de un ejército de tradición tan belicosa y recién unificado. Por todo ello y desde su nacimiento, Alejandro sería tratado como heredero del plan unificador, comenzado por su abuelo Amintas III, e iniciado y llevado a cabo por su padre, Filipo II.

       Hijo de reyes, descendientes de dioses y héroes homéricos de la valía de Heracles y Aquiles, Alejandro mostró la propia en el campo de batalla como es muestra de ello su estrategia en la ala izquierda de la batalla de Queronea, cuyo resultado fue la ruptura de la disposición tebana.

         Alumno de Aristóteles y de Leonidas, personaje perteneciente a la rama materna de la familia, quienes le enseñaron una asignatura pendiente para los mandatarios de su país, la política,entrenándose no sólo duramente físicamente sino que se convirtió en el mayor estratega de todos los tiempos.

        No tenemos conocimiento sobre el aspecto físico de Alejandro; un escultor de la corte macedonia, el magnifico Lisipo, maestro de grandes, realizó un gran número de bustos sobre el monarca, éstos estarían rodeados por un halo de sensualidad que nos hace mirar con añoranza a las imágenes de los efebos clásicos. Suavidad que contrasta con la ferocidad representada en épocas anteriores. La helenización había llegado a Macedonia en muchos aspectos.

       Durante muchas campañas de Filipo, Alejandro tomó las riendas del Imperio de su padre, mostrando la aceptación al proyecto expansivo iniciado por éste y que él llevaría a la gloria. Nadie lo negaba como heredero hasta que en el año 337, Filipo volvió a contraer nupcias con Cleopatra, una joven dama de la corte macedonia. Un familiar de ésta en la celebración del enlace oró por el nacimiento de hijos legítimos para el reino, haciendo un insulto velado a Olimpia y a Alejandro, hecho que endureció los lazos con su progenitor. Todo ello acabó en una gran riña y la desaparición del heredero por un periodo de tiempo en el que se ocupó de las conquistas externas. Su regreso llegó con el asesinato de Filipo, quien fue incinerado y enterrado en el cementerio real.

El carácter de Alejandro estaría marcado por los siguientes rasgos:

•           Una extraordinaria capacidad estratégica y militar.
•          Un gran espíritu integrador a pesar de su marcado filohelenismo, cuyo resultado quedó probado en sus intentos de promover una integración greco-macedónica con los elementos orientales.
•          Gran capacidad administrativa que le permitió integrar el modelo oriental de las satrarpías un carácter heleno, sin variar en exceso el sistema.
•          Promoción del desarrollo económico y el comercio, que le impulsaron a construir y fundar ciudades  por toda la costa y satrarpía que conquistó.

         Alejandro dedicó sus primeros años de mandato en reafirmar su poder, consolidando la hegemonía macedonia, que se tambaleó con el asesinato de su padre; ratificando su poder en la liga de Corintio, realizando incursiones a sus enemigos más cercanos como los ilirios y, más tarde contra los tebanos a los que se sometió a una victoria apoteósica que pretendía ser ejemplarizante en el año 335, tan sólo un año después de la muerte de Filipo.

        Tras una fachada pública impecable los enemigos y pretendientes al trono de Alejandro fueron desapareciendo, tal y como lo había hecho su progenitor. Evitanto así las futuras amenazas. Al igual que Alejandro, en el año 336, Darío sería coronado Rey del Imperio persa, siendo el heredero y último miembro de la dinastía Arqueménida. Los enfrentamientos entre ambos comenzaron en el año 334, en el cual Alejandro sería condecorado con el título de Statego Autokrator, tal y como le había sucedido a su padre. Inició una gran expedición al continente asiático con un ejército greco-macedonio al que se les unieron numerosos contingentes mercenarios deseosos de las oportunidades de saqueo que les proporcionaba el monarca. En el año 334, cerca del río Gránico sucedió la primera gran victoria de Alejandro, la cual le proporcionó el control sobre las poleis griegas de Asia Menor, en las que no se encontró resistencia, excepto en Halicarnaso y Mileto. A continuación, en el año 333, se sucedió la batalla de Issos, que estuvo marcada por el ataque del propio Dario y sus tropas al campamento de heridos de Alejandro, finalmente en batalla el rey persa tuvo que huir. Esta victoria le franquó a Alejandro el paso sirio-palestino, es decir, Fenicia y Egipto.

        En este momento y ante la situación cada vez más descontrolada, Dario le ofrece un trato a Alejandro, la partición del Imperio persa en dos. El monarca macedonio rechazaría la ofrenda y partiría hacia Egipto, donde fundaría en el delta la ciudad de Alejandría. Efectuaría una peregrinación oracular al oasis de Siwa, donde se ubicaba el templo de Amón, dios que los griegos asimilaban como Zeus, en una acción de respeto por las tradiciones locales y en una perfecta maniobra política que lo coronó como faraón. En el año 332 finalizó la conquista de las satrarpías occidentales, por lo que Alejandro comenzó a preparar la estrategia para integrarse en el contingente asiático.

       En el año 331 sucede la batalla más relevante de la contienda, la batalla de Gaugamela. Gaugamela era una aldea no muy alejada de Babilonia, en el corazón del Imperio. Quizás su relevancia residiera en que fue la batalla mejor documentada por los Historiadores que acompañaban a Alejandro, y la que presentó el fin de la dinastía Arqueménida.

      Debido a la diferencia numérica, los generales de Alejandro, le recomendaron atacar por la noche, un ataque sorpresa, pero el monarca respondió “no robaré mi victoria”. Dario se había preparado para la ocasión, aumentó el tamaño de sus lanzas, poseía 200 carros con cimitaros pero aún asín ,nada pudo evitar la derrota y consecuente huida del monarca persa. Alejandro no quería a Dario muerto, su experiencia en un territorio tan basto como el persa le hizo saber que era mejor tenerlo como aliado, acto que no pudo llevar a cabo porque Dario fue asesinado por un conjunto de aristócratas liderados por Besos, quien fue centro de una terrible venganza*de Alejandro, quien acabaría con su vida.

       Ató al líder aristócratas distintos árboles tirantes, los cuales se soltaron desgarrando al individuo.

      Alejandro se hizo coronar conquistando las cinco ciudades más relevantes del Imperio, Susa, Ecbanata, Persepolis y Babilonia. Pero los vicios que comenzaba arrastrar el líder se manifestaron, tras el saqueo de la capital, Persepolis, decidió en plena borrachera destruir la ciudad, hecho del que se arrepintió ya sobrio. No contentándose con lo que este gran logro supuso, Alejandro continuó internándose en Oriente, derrotando tras una ardua batalla al rey Poros con el que formó una alianza en el año 326. La dificultad de la batalla despertó el miedo en el ejército alejandrino, quienes presenciaron como ganaban una batalla donde sus contrincantes también montaban sobre elefantes. Comenzó pues, la aventura de las satrarpías orientales, Bactriana, Sogdiana y Drangiana, cuyos líderes tribales supusieron un gran reto para el líder macedonio. Finalmente tras una herida de gravedad (una flecha le atravesó el pulmón) en la lucha contra los malianos, Alejandro no pudo seguir negando los deseos de sus hombres, comenzaron el retorno a casa.

      Tras su llegada a la India en el año 325, comenzaría su retorno. Se tomarían dos caminos, mientras Nearco llevaría a las tropas por la costa, Alejandro lo haría por el interior lo que supuso aún más pérdidas hasta su llegada a Susa.

     La muerte de Efeistón, leal amigo del monarca y, quizás, algo más, supuso el total declive de Alejandro que murió atenazado por las fiebres, probablemente producidas por la malaria endémica, en el año 323 en Babilonia, mientras preparaba la estrategia de la conquista de Arabia; su fin da paso a un nuevo periodo: el helenismo.

       Durante sus expediciones Alejandro, mantuvo ciertos rasgos que lo hicieron ser respetado a la vez que temido. La estrategia militar, la diplomacia y los pactos con las autoridades indígenas explican el amplio abanico de conquistas en tan poco tiempo. Él era consciente de la inferioridad numérica de su ejército pero ello no le amedrentó su ambición expansionista ni su papel como válido de la paz, sólo tuvo problemas en las regiones de Persia y Media, donde la cultura persa llevaba más tiempo asentada. Alejandro mantuvo básicamente el aparato administrativo persa, siendo este dirigido por griegos o indígenas leales a su persona y causa. A su vez estimuló la integración de las tropas en tierras iránias como es prueba de ello sus matrimonios con Roxanna, hija de un líder Bactrino, y la hija mayor de Dario. A la vez que sus soldados se licenciaban el monarca los establecía en núcleos clave, donde fueron grandes señores ricos en tierras. La fundación de núcleos urbanos, muchos de ellos con el nombre de Alejandría, tuvo además una evidente función comercial. Pero Alejandro sufrió un gran cambio, de heredero a líder panhelénico y valedor de la paz, de ésto a faraón, con la veneración que ello suponía; y más tarde a rey de Asia, su trayecto se enturbió, el monarca fue el centro de una gran asimilación cultural pero en ojos de sus antiguos compañeros de armas y líderes tribales, Alejandro se había convertido en un persa. Se vestía con sus ropas, deseaba los mismos tratos que sus líderes, entre ellos que se postraran ante él, acto que supuso la condena de muchos de sus antiguos camaradas ante su negativa, incluido de Calistenes, su historiador favorito. Todo ese honor, poder y responsabilidad en una sola persona acabó situándolo en territorio de nadie y es allí donde falleció.

Bibliografía:

- Starr, C. G. 1974. Historia del mundo antiguo. Madrid: Akal.
Castillo, A. D., Moretón Abón, C., Sanz Aparicio, A. M. and Montenegro Duque, A. 1987. Gran historia universal. Madrid: Nájera.
 Shipley, G. 2000. The Greek world after Alexander, 323-30 B.C.. London: Routledge.
Gómez-Pantoja, J. 2003. Historia antigua. Barcelona: Editorial Ariel.

Vídeos recomendados:

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Enlaces de interés
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