sábado, 21 de junio de 2014

18. Historia Medieval, Occidente. Herejías bajomedievales.

   El año mil supuso el punto de inflexión en el trato y en la ubicación de las querellas cristológicas. Ello deriva de distintos factores; ante la anterior homogeneidad que residía en Bizancio -periodo pre-querella iconoclasta- en Europa, y bajo el poder del Imperio carolingio, comienza a cimentarse cierta homogeneidad religiosa, una personalidad forjada -opuesta a Bizancio y al Islam- que traería consigo la existencia de herejías propias.
  La existencia de corrientes de opinión contrarias o diferenciadas de la heterodoxia -es decir, ortodoxia- es consustancial en todas las grandes religiones.
   Aunque en nuestro imaginario colectivo el milenarismo conforma el régimen del terror y parece escoltado por los mismos jinetes del apocalipsis, realmente ésta es una visión falsa. El milenatismo es un invento posterior -XVIII o XIX- cuya idea, la del fin del mundo, no tiene ubicación cronológica exacta. Sin embargo, ante tal coyuntura, dramatizada por personajes como Raoul Glaber, es lógico que se sitúe en tal espacio de tiempo. Historiadores como él y otros narradores que han llegado a nosotros, beben de las fuentes de ciertos libros proféticos de origen judío como el apocalipsis de San Juan o el libro Sibilino, los cuales tratan con especial ahínco el apocalipsis y el anticristo.
   Mientras, el campesinado no vivía consciente de esta trama, su vida transcurría entre cosecha y cosecha, sin conocer el legado que nos quedaría de ellos. Incluso el clero no lo era, aunque sí había una conciencia de fin de tiempos.
   La herejía, en este período y lugar, corresponde a una oposición a la estructura y a los dogmas impuestos por los miembros eclesiásticos, corrompidos y viciosos que durante el Bajo Medievo olvidaron sus premisas caracterizándose por la simonía -tráfico mercantil de los cargos eclesiásticas-, nicolaismo -concubinato de los clérigos- y la investidura laica -intromisión en los poderes seculares en la provisión de cargos religiosos-. Estos opositores buscaban la vuelta al ideal apostólico, un origen que se había diluido ante una Iglesia perversa, siendo ejemplo de ello la creencia que el anticristo nacería del seno de una monja judía conversa y de un obispo.
   La mayor persecución de herejes se centralizó en el ámbito rural, que pese a su dispersión era más fácil de modular que los núcleos urbanos, donde realmente nacían estas oposiciones. Los siglos XI y XII se caracterizan por un principio de reforma eclesiástica y unas transformaciones sociales y económicas que darían como resultado una revalorización de las ciudades, traduciéndose en un creciente influjo migratorio procedente del ámbito rural que tan sólo, y a pesar del revuelo, hallarían vidas precarias, trabajos a razón de demanda y en consecuencia de ello, iría in crescendo la mendicidad, las desigualdades y el enfado popular. En las ciudades se congregaba un verdadero núcleo desfavorecido que observaba como la Iglesia no actuaba de modo ejemplarizante. Estructura que defendía el status quo imperante, -oratores, bellatores y laboratores-, estado que los nuevos pobladores no podían asimilar.
   Por todo ello, era fácil que surgiera un líder, carismático, con razones más o menos nobles que se enfrentase ante tal espectáculo. Asimismo, la Iglesia tendría que asimilar muchos de estos movimientos, de los que derivarían, por ejemplo, las órdenes mendicantes pero como modo de mantener su poder creó un instrumento de tal envergadura como lo era la Inquisición.
Los 30 nobles de Montforte
   Los 30 nobles de Monforte o Monforte d'Alba llegan a nosotros a través del arzobispo de Milán, quien en el año 1028 detuvo a una treintena de personas, interrogándolos sobre sus reuniones en el castillo de la condesa de Monfort, una de las líderes del movimiento.
   Este suceso se sitúa dentro de la herejía cátara -que trataremos en un próximo apartado-. Su extensión, a lo largo de toda Europa, y su relevancia provocó la articulación de un brazo armado de la Iglesia, una empresa que se volvería recurrente a partir de entonces, la Inquisición.
   Concentrada en la región de Lombardía, en zonas pirenaicas y sobre todo en el Languedoc, el catarismo se diferenciaba de la ortodoxia cristiana por su dualismo.
   Este grupo de privilegiados confesó su rechazo hacia ciertos comportamientos que se sucedían en el seno de la Iglesia, como la ingesta de carne. Su ideal residía en la virginidad y en la comunidad de los bienes, el rezo al alba y al anochecer, así como el ayuno. Asimismo se infringían castigos corporales. Rechazando de este modo la eucaristía, el infierno -ya que creían que este era el mundo terrenal- y la cruz -que veían como un instrumento de tortura-, condenando el juramento, el homicidio en cualquiera de sus formas, la guerra, la justicia humana e incluso, la muerte de los animales. El sacramento del bautismo sería el único aceptado por los cátaros -consolamentum-; las mujeres y los hombres eran iguales -ya que las almas que habitaban su plano corpóreo podían haber vivido en el género contrario, si eso era posible no podía existir la misoginia-; creían en el libre albedrío, los seres humanos no podían diferenciar entre el bien y el mal por lo que todas las almas están llamadas a conocer la salvación eterna, pureza conseguida mediante el bautizo; si una de estas almas no es lo bastante pura o no lo es lo suficiente estará condenada a reencarnarse en una nueva túnica de piel.
   El contacto carnal es pecado para el perfecto, condenado tanto fuera como dentro del matrimonio, pero a pesar de ello es un mal necesario porque proporciona nuevos cuerpos para las almas en busca de reencarnación.
   Siguiendo fuentes eclesiásticas, hallamos información como asesinatos casi eutanásicos para librarse del lastre que les suponía el cuerpo, mientras que consultando fuentes más allegadas a ellos conocemos el método de la Endura. Tras el consolamentum -para lavar su conciencia por última vez- el enfermo iniciaba un ayuno total que acabaría con él.
   Ante tal peligro ya que no sólo predicaban sino que ellos eran los primeros en seguir sus preceptos, el arzobispo milanés decidió acusarlos de herejía, pero por su posición privilegiada se les dio la oportunidad de renunciar a sus ideales, besando la cruz o saltando la hoguera. Como mencionábamos antes para ellos la cruz era un símbolo del martirio, nada conmemorativo por lo que, ante el asombro de todos, los condenados decidieron saltar a la hoguera muriendo abrasados.
   Esta herejía es uno de los primeros indicios de un cambio de mentalidad común de la sociedad de la época, la cual rechazaba la corrupción y la oscuridad en la que se encontraba la Iglesia, tal era la situación, que el mayor núcleo de personajes heréticos de este periodo serían monjes descontentos.
La pataria milanesa. Los patarinos
   El movimiento patarino se desarrolló en la ciudad italiana de Milán en torno al siglo XI, ciudad que era considerada punto de perversión del espíritu cristiano -cuna de herejes-, debido a que por el influjo comercial, todo tipo de personas, pacíficamente, con condiciones y religiones diferentes se reunían bajo su ala.
   Tras la muerte del arzobispo milanés en enero de 1045 se produjo una disputa por la elección de su sucesor entre la misma ciudad de Milán y el Emperador, ganando éste último y nombrando a Guido de Velatte -opuesto a lo que después sería la reforma Gregoriana-, quien representaba a la nobleza feudal milanesa.
   Tal acto infligió una grave herida a una ciudad que se consideraba libre e independiente, lo que provoca que muchos historiadores caractericen el conflicto milanés como noble. El movimiento lo conforman diáconos y miembros del bajo clero, de la baja nobleza, del artesanado y del comercio milanés, siendo apoyados por el pueblo llano ya que criticaban la vida licenciosa de los clérigos milaneses. Deberemos destacar figuras de relevancia como Arialdo, Anselmo di Baggio y Erlembardo Corta.
   La crítica iba especialmente dirigida al nicolaismo, es decir, al concubinato de los clérigos y a la sinomía, compra de cargos religiosos que demostraban la avaricia y la corrupción del Alto Clero.
   El movimiento tenía como fin exigir una vida religiosa más pura, acorde a los escritos apostólicos, por lo que los patarinos, tomándose la justicia por su mano, asaltaron los hogares de los que consideraban clérigos indignos, obligándoles a abandonar sus concubinas; hecho que se ha considerado como el acto que les empujó a convertirse en herejes, ya que no sólo pusieron en duda a los individuos, sino lo que éstos transmi:tían, sacramentos, ya que no eran dignos de esos puestos. Por ello el arzobispo milanés mandó una misiva preocupado porque había personas que morían sin recibir sus sacramentos y sin pertenecer a su rebaño, es decir, sin ir a misa.
   En el otro bando se situaban familias de gran poder económico, por lo que mediante éste contrataron a distintos grupos para que se enfrentasen por ellos a la patarina milanesa, siendo consecuencia de ello Arialdo torturado y asesinado.
   Lo más preocupante de dicha herejía es que obtuvo apoyos dentro de la estructura eclesiástica; ejemplo de ello sería Anselmo di Baggio, que poco después se convirtió en el papa Alejandro III.
   Tras la muerte de Arialdo y Erlembardo el movimiento patarino se dividió, asimilándose el bando más conservador por la propia Iglesia; sin embargo hubo un grupo más "radical" a sus ojos que siguió considerado como hereje; herejía que se exportó fuera de Italia incluso tras la reforma gregoriana. El ala radical fue condenada a la hoguera.
   El movimiento patarino se considera el punto de inflexión que daría inicio a la reforma eclesiástica. 
Valdenses, valdesianos o pobres de Lyon (XII)
   Estos herejes adquieren su nombre de Pedro Valdo (Pierre Vaudes), quien era un laico, un comerciante de la ciudad de Lyon. Tras escuchar a un juglar cantar canciones sobre San Alejo se dirigió a los clérigos de Lyon para preguntarles que tenía que hacer para estar en paz con Dios; hizo que tradujesen el Nuevo Testamento al occitano -que aún era considerada una lengua de burgueses y populacho-, quedando sorprendido por los pasajes de San Mateo, por el que metió a sus dos hijas en un convento, aseguró un pequeño patrimonio para su esposa y vendió el resto para dedicarse a la predicación, llevando una vida austera, predicando y ganando adeptos, viviendo de la limosna hasta que la Iglesia prohibió este modo de vida, a no ser que fueras clérigo. Valdo continuó, desobedeciendo al arzobispo, ya que pensaba que sólo debía hacerle caso a las escrituras y a Dios, no a los hombres.
   "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven se mi seguidor". San Mateo 19:21
   "No podéis servir a dos amos, a Dios y al Dinero" Mateo 6:24, Lucas 16:13
 En 1184, en una Audiencia papal, Alejandro III quiso que abandonase la predicación pero Valdo volvió a ignorar la petición. En el mismo año, en el Concilio de Verona, los valdienses fueron condenados emitiéndose la bula Ad Abolemdam, siendo tomado este acto por muchos por el inicio de la Inquisición. A pesar de todo, la predicación valdense continuó, siendo quemados en Toulan en 1243 doscientos veinticuatro valdenses.
  El movimiento quedó cercado en una zona alpina, donde pudieron refugiarse, llegando a nuestros días en pequeñas comunidades donde perdura la creencia.
Cátaros o albigenses (XII-XIV)
   El catarismo ha sido considerada como una de las disidencias cristianas más relevantes de la Edad Media, cuya problemática ha suscitado el interés de diversos grupos de personas. La cruzada albigense o cruzada cátara fue un conflicto armado iniciado por el papa Inocencio III, con el apoyo de la dinastía Capeta, entre 1209-1244.
   El influjo albigense se ha expandido durante las últimas décadas, adoptando un carácter poliédrico por las distintas facetas que alcanza dicha expansión; ámbitos como la parapsicología o el espiritismo sólo serían los más contemporáneos, de sobra es conocida la excursión del Futher por el sur de Francia en busca de una de las joyas custodiada por los cátaros, el San Grial.
   Partiendo de las fuentes eclesiásticas de la época se localiza a los Cátaros como los adeptos de una secta de origen maniqueo/gnóstica que había perdurado en Oriente y había sido transmitida por la Cristiandad bizantina. Esta influencia partiría desde los Paulicianos hasta los Bogomilos -surgido en un convento búlgaro en el siglo X- en los Balcanes, y finalmente al corazón de Europa.
   Etimológicamente deberemos apreciar numerosos nombres con los que se les denomina; Albigenses, por la ciudad francesa de Albi -donde se localizó uno de los núcleos más relevantes de la herejía-; cátaros, por la palabra griega cathari, que significa perfecto, en relación con su modo de vida siguiendo el modelo apostólico -aunque diversos expertos en herejías medievales creen que dicha terminación sólo era empleada para sus obispos, lo más perfectos de la comunidad-; Bonnes hommes et Bonnes femmes; hereticus perfectus por la Inquisición; tejedores, porque era la profesión más común entre sus seguidores; Búlgaros por sus retractores, en relación con la influencia de los Bogomilos, término que degenaría en bougres, sinónimo de perro o sodomita, ya que para la Iglesia no existía diferencia entre la herejía y dichos sonónimos. Sus núcleos urbanos serían calificados por Henri Marcy, un legado papal, como sedes Satanae.
   La primera mención de la herejía la hallamos de manos del monje Eckbert de Schönau en torno al 1163; dicho movimiento se localizó principalmente en el sudeste francés, Languedoc, durante los siglos XII y XIII. Debemos saber que en este periodo, la actual Francia estaba dividida en dos culturas, la norteña del país de Oui -los ganadores del enfrentamiento y antecedente de la cultura francesa actual-, y la sureña del país de D'oc -occitanos, más parecidos culturalmente a los catalanes, donde aún impera un fuerte sentimiento nacionalista-, y un terreno abonado para el crecimiento de una nueva herejía, como vio en su día crecer al Priscilianismo, Adopcionismo e Iconoclastia entre otras. La cultura sureña, y su independencia espiritual, suponía un pequeño cisma, una Iglesia Nacional que bebía del Nuevo Testamento y el Evangelio, ya que no reconocía en el Antiguo Testamento a su Dios. Los cátaros se caracterizan por su visión dualista ya que si su Dios era bueno, no podía ser protagonista de todos los males del mundo, éste antagonista, culpable del mal, sería el rey del mundo físico -demiurgo-.
   El hombre está hecho de materia, carne y huesos, por lo tanto, no es una criatura divina sino fruto de artimañas del dios maligno, quien seducía a ángeles para aprisionarlos en cárceles de carne, corpóreas, dejando como única prueba de este carácter angélico la sangre. El espíritu inmortal sólo podía ser liberado de su cárcel corpórea mediante el consolamentum.
   En el año 1203, el Papa Inocencio III, uno de los más relevantes en la Edad Media, escribió una misiva al arzobispo de Narbona -Narbonne-, donde le reprocha su estilo de vida -inmensamente rico, abandonando sus responsabilidades clericales para vivir de sus rentas personales-. Era indigno, y tal ejemplo estaba provocando la aparición de una Iglesia paralela, que predicaba con su propio ejemplo antes que con palabras vacías. Éste fue el primer indicio del nacimiento de la herejía, pero la actuación se hizo esperar ya que hasta 1207, el Papa excomulgaría al conde de Tolosa, Raimundo de Tolosa por brindarle su protección a los herejes y por haber faltado al orden moral, ésto último deriva de un suceso un tanto particular: el pontífice mandó un legado, Pedro de Castelnau a la zona afectada pero este emisario fue asesinado por miembros de la Iglesia cátara o por individuos del mismo municipio. Este personaje representaba a la Iglesia, por lo que éstos habían obtenido la provocación que buscaban para que en 1208 se declarase una cruzada contra los albigenses, la primera cruzada contra cristianos.
   La Cruzada de Monfort, no sólo fue una cruzada religiosa, sino política, ya que aunque el rey francés no encabezaría la caza de los herejes contra los nobles sureños y sus tierras, delegaría tal privilegio en Simon de Monfort, que haría de lugarteniente. Ello daría lugar al asalto de las ciudades cátaras, tanto para exterminar la herejía como para conquistar terrenos de la nobleza ligada a la Corona aragonesa.
   Por ello, Tolosa y otros nobles pidieron socorro a su señor feudal, Pedro II de Aragón, quien aún habiendo sido reconocido como "el Rey Católico" los vínculos feudo-vasalláticos le obligaban a interceder. El monarca, quien acababa de salir victorioso en la batalla de Navas del Tolosa, y aún con la prohibición del pontífice, acudió en la defensa de sus vasallos -aunque queda menos heroica si apuntamos que si no lo hacia podía ser acusado de felonia-.
   El encuentro entre ambos bandos se desarrolló en las afueras de la ciudad de Muret en 1213. Para desastre de Aragón y la nobleza occitana, Pedro II muere en la batalla, muerte que cuenta con dos versiones.
   1) Cronista francés: Según este partidario del monarca francés, el rey aragonés escribió una misiva a una dama francesa a la que pretendía, donde atestigua que la batalla tenía como único fin impresionarla y alzarle como pretendiente, pero tales palabras fueron interceptadas, casualmente, por Monfort transmitiendo la indignidad del monarca.
   2) Libro de los hechos, cronista aragonés: mandado a hacer por Jaime I el conquistador, hijo de Pedro II; en la noche de la batalla, el rey y sus hombres más cercanos la habían pasado bebiendo en una orgía, por ello sus capacidades bélicas habían sido mermadas. Su muerte es un tanto singular, no sabemos el porqué, pero el monarca intercambió sus insignias y ropajes reales con los de un noble aragonés -se cree que el monarca aragonés temía, y con razón, por su vida-. Un grupo de soldados franceses desmontaron al noble que portaba las insignias reales y lo asesinaron al lado del verdadero monarca, mientras vitoreaban "hemos matado al rey don Pedro" por lo que el rey exclamó "no, el rey don Pedro soy yo" con lo que también fue asesinado.
Precedente: Beguinas y begardos
Fraternidad o hermandad del libre espíritu (XII-XIII)
   Situados en Europa central, con especial hincapié en Alemania y en Francia presentaremos los siguientes fenómenos. Las beguinas fueron un grupo de viudas nacidas tras las Cruzadas. Pertenecían a todas las índoles sociales y estaban organizadas para la vida en comunidad, dedicándose a a vida contemplativa y al socorro de desamparados aunque no eran una orden religiosa como tal, lo que le traería sucesivos problemas con la Iglesia, que tras intentar reducirlo -siendo criminalizados en el Concilio de Viena de 1312- querrían absorberlo en su seno -1492 -bula del papa Nicolás V, pero la obligación que les impusieron propiciaría que muchas de sus integrantes se unieran a la Reforma-.
   Dichas comunidades cada vez eran más numerosas, lo que las convertía en un verdadero peligro, sin una regulación de comportamiento eran un foco desatendido de la cristiandad.
   Mientras que los Belardos eran sus homónimos masculinos, más minoritarios, estuvo conformado por hombres laicos conviviendo en comunidad sin la necesidad de reglamento que los estructurase. Muchos de estos hombres y mujeres se les acusaría de pertenecer a la Fraternidad del Espíritu como modo de descrédito, aunque realmente fueron simples influenciadores.
   La fraternidad o Hermandad del libre espíritu (1250-1525) es una herejía bastante particular localizada en las regiones de Flandes y Renania; su particularidad reside en su poco cohesión, sin la conformación de una Iglesia o comunidad, lo cual desencadenaría un verdadero problema en una Iglesia ya afligida por numerosas problemáticas. Se ha querido observar como precedente de éstos a la herejía Adamista -II Antes del Presente-.
   Los herejes de dicha comunidad se caracterizan por pensamientos anti-jerárquicos, con una firme creencia en que en todos ellos se repite el milagro de la reencarnación, es decir, cada uno de sus miembros es Dios. Por ello cada individuo posee dos naturalezas, una divina y otra humana; rechazando así mismo la existencia de cielo y del infierno, considerados como estados del alma y no como lugares físicos, idea que recuperó Juan Pablo II en un arranue de modernidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Su posición de cara a la modernidad ha querido identificarse como anarquista.
   La divinidad de este grupo desencadenaba una problemática mayor; si el hombre era divino estaba exento de todo pecado, es más, éste no existiría, todo estaría permitido sin ninguna regulación del comportamiento. Si el mundo físico era creación divina ¿Wué tenía de pecaminoso aprovecharlo? La bebida, la comida en exceso los delataban, de igual modo la promiscuidad al no aceptar el matrimonio como acuerdo. Sólo aceptarían un pecado, ignorar su propia dignidad.
   Los amaurianos son la versión radical de la Hermandad del Espíritu; partiendo de Amaury de Bène, estos herejes siguen las mismas ideas que la Hermandad diferenciándose porque éstos piensan que su labor es dirigir la humanidad a la salvación, mientras que los otros no tenían aspiraciones tan grandilocuentes.
John Wyclif (Wycliffe) y los lollardos
   Influido por la Hermandad del Espíritu, Wycliffe es un teólogo que aún sin salirse de la doctrina crisitana plasmaría sus preocupaciones en sus obras, siendo algunas incluso censuradas. Pero su contexto era de todo menos típico; erudito del entorno de la Universidad de Oxford, contaba incluso con el apoyo del Papa, del Rey, etc... pero ello sólo sería en vida.
   Pero Wycliffe encontró una serie de problemas en la doctrina cristiana, sobre todo en la vida silenciosa de la Iglesia y en la servidumbre de los monarcas hacia éstos. Una propuesta que podía ser considerada, y por tanto temida, como una versión del cesaropapismo bizantino. También es considerado en mayor o menor medida, propulsor del protestantismo inglés. Su muerte en 1383 no pondría fin a su ciclo, moriría como cristiano pero la trascendencia de sus juicios no tardaron en convertirlo en hereje. Eco de estas palabras se haría el pueblo, en especial los lollardos -después también conocidos como wyclifistas-, predicadores populares, muy parecidos a los valdenses por su carácter laico, su anti-jerarquismo y modo de predicación, en este caso las palabras de Wyclif, a espaldas de la Iglesia. Proponían la traducción del Nuevo Testamento al inglés para que el publo lo pudiera entender -otro paralelismo con los valdenses-; creían que un laico devoto debía poseer las mismas facultades que un religioso para ejecutar los ritos y funciones que conllevaba el puesto.
   Ello propició la revuelta inglesa o la revuelta de Wat Tyler en el año 1381. Es una revuelta que se produce por una cuestión fiscal, un rechazo del pueblo al Poll Tax en una coyuntura tan compleja como la que propiciaba el debacle de la Guerra de los Cien años o la duplicidad papal. Es una revuelta de carácter antiseñorial, lo  que sería relevante ya que no conllevaba el desprestigio monárquico; el rey, menor de edad y  en manos de las clases nobles, estaba siendo adoctrinado para seguir tales maniobras, por lo que fue considerado hasta un secuestro.
   John Ball, es un lollardo, un clérigo que se dirige a los revelados y les sermonea diciéndoles:

"Cuando Ad´na araba y Eva hilaba, ¿Quién era entonces el caballero? Desde el principio todos los hombres por naturaleza fueron creados iguales, y nuestra esclavitud o servidumbre se produjo por la insuta opresión de hombres malvados. Ya que si Dios hubiera creado esclavos del el principio, él habría designado  quién debía ser esclavo, y quién libre. Y por lo tanto os exhorto a ver que el momento ha llegado, otorgado por Dios, en el cual podéis (y vais a) liberaros del yugo de la esclavitud, y recuperaréis vuestra libertad".
John Ball

   Mientras el debacle en la Iglesia se magnificó; Urbano VI (1378-1389), fue proclamado papa tanto por el Cortejo Cardenalicio como por el pueblo; era italiano y ello le supuso el apoyo masivo. Siguiendo dicha corriente, un conjunto de cardenales, tras su investidura, decidieron que se habían visto empujados a su elección por el populacho, huyendo por ello a Francia y dando pie a un cisma que cuestionaría la Cristiandad. La duplicidad papal supuso más una herramienta diplomática que religiosa, mientras que el cortejo de Avignon se encontraba bajo la acogedora capa del monarca francés, el romano lo hacía bajo las de Inglaterra e Italia. Ello propiciaría que ante tal situación y pérdida de adeptos se realizará un sínodo en el sur de Italia -Pisa- para deponer a ambos y envestir a un nuevo Pontífica único, siendo para la ocasión elegido Alejandro V. Pero sus dos homónimos no aceptarían la decisión del sínodo, lo que parecía una solución agravó el problema, en busca de uno ahora tenían tres.
   Finalmente, y bajo el amparo del Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, Segismundo, Martin V sería elegido pontífice unificador por las tres camarillas en el Concilio de Constanza.
   Ello nos vuelve a llevar a la situación inglesa; la revolución se había recrudecido, los rebeldes consiguieron asesinar a Simon de Sudbury -arzobispo de Canterbury y tío del monarca- y a Robert Hales -ministro de finanzas-, ambos propulsores de la reforma fiscal y representantes de las castas nobiliarias.
   Su consideración como herejes, aunque la mecha que inició el levantamiento fuese política, nace de su crítica a la Iglesia, al Papado y a la autoridad de éste, cuestionando de este modo el orden social establecido. Finalmente, y como colofón al asunto, el líder de los rebeldes, Wat Tyler, es engañado con el pretexto de una negociación y acaba siendo asesinado, dando inicio a una masacre de sus seguidores. Treinta y seis años después de su muerte Wyclif sería considerado hereje en 1420, siendo exhumado su cadáver y quemado con la nueva condición. El movimiento lollardo marcaría un importante precedente en el siguiente punto a tratar: los husitas.
Los husitas
   En relación con las nupcias del monarca inglés con una princesa checa, Inglaterra acoge a numerosos estudiantes extranjeros en sus universidades siendo éstos, transmisores de la herejía a su retorno a Bohemia y Moldavia.
   Su líder, Jan Hus (1369-1415) secundaría a los lollardos; exigiría libertad de predicación, pobreza en los sacerdotes y añadiría como invección propia que el poder civil fuese quien juzgara los pecados públicos, alejando a la herramienta dominica, la Inquisición de asuntos no religiosos. Cabe destacar la comujnión bajo las dos especias, hostia consagrada y vino.
   Los núcleos de propagación preocuparon al emperador alemán Segismundo, que ahora, como valedor de la Iglesia, poseía el poder para acallar este influjo. Aprovechando el Concilio de Constanza, y proporcionándole un salvoconducto a Jan Hus, que lo llevaría hasta la hoguera, dejándonos ver la catadura moral del Emperador.
   En reacción a ello, nacería una revuelta en la actual República Checa y la división del grupo inicial -husitas- en dos corrientes, utraquistas y taboristas, moderados o vendidos y radicales. El líder radical Jan Zizka sufrirá tres cruzadas, que se verían propiciando por el apoyo de la Iglesia tras el concilio, siendo los supervivientes de este movimiento los moderados, que se anexionarían a la estructura eclesiástica siendo un grupo más en el movimiento reformador.
órdenes mendicantes: franciscanos y dominicos
   Ante la problemática que suscitó la debacle religiosa del periodo, la Iglesia integró algunos de los movimientos que más problemas le acarreaban, eliminando así las posibilidades de un nuevo cisma.
   Estas órdenes reglamentadas recuperaban un mensaje cristiano más original y cercano al pueblo. Personajes relevantes en esta época serían Francisco de Asis para los franciscanos, quien conoció personalmente a los cátaros ya que fue a Occitania a predicar y, los dominicos, conocidos como los perros del señor, encargados de su herramienta más peligrosa, el Tribunal de la Santa Inquisición, nacido en 1231.

Bibliografía

  • Mitre Fernández, E. (1985). Las Herejías medievales . 1st ed. Madrid: Grupo 16
  • Mitre Fernández, E. (2003). Ortodoxia y herejía entre la Antigüedad y el Medievo. 1st ed. Madrid: Cátedra.
  • Nelli, R. (1984) La vida cotidiana entre los cátaros. 1st ed. De Barcalona: Argos Vergara
Vídeos recomendados
  • https://www.youtube.com/watch?v=20cJHtfoAQw
  • https://www.youtube.com/watch?v=JC78g0RCG9w
  • https://www.youtube.com/watch?v=CDXNK9Gafc0
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  • http://www.historiadeiberiavieja.com/secciones/edad-media/cataros-espana




   

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