jueves, 1 de mayo de 2014

12. Historia Moderna, Europa; Brujería y herejía en la Edad Moderna











        El Sabbath de las brujas, 1821-1823
Francisco Goya
Museo del Prado, Madrid.

Al-Bakkal Mohand, Nisrin
Bulpes Fernández, Carmen
Cabello Núñez, Laura
Conde Lobato, Raquel
Rojas Mateos, Alicia
Sánchez Sánchez, Jose Javier

 

"El significado práctico de la manía contra las brujas consistió (...) en desplazar la responsabilidad de la crisis de la sociedad medieval tardía desde la Iglesia y el Estado hacia demonios imaginarios con forma humana. Preocupadas por las actividades fantásticas de estos demonios, las masas depauperadas, alienadas, enloquecidas, atribuyeron sus males al desenfreno del diablo en vez de a la corrupción del clero y la capacidad de la nobleza. La Iglesia y el Estado no sólo se libraron de toda inculpación, sino que se convirtieron en elementos indispensables. El clero y la nobleza se presentaron como los grandes protectores de la humanidad frente a un enemigo omnipresente pero difícil de detectar" Marvin Harris.

1.- Concepto de hechicería, brujería y brujomanía.

    En la antigüedad clásica se creía que ciertas mujeres eran capaces de convertir a los animales, que volaban en la noche, y que creían en divinidades como Hécate y Diana. En la Alta Edad Media dominó el escepticismo agustiniano que culminó en el Canon Episcopi, donde se hace mención de mujeres convertidas a Satán que profesaban con Diana y cabalgaban a lomo de bestias. Todo comenzaría por simples actos de hechicería para terminar en acusaciones de brujería relacionada con la herejía.

1.1.- Hechicería.

     Los actos de hechicería son un tema muy popular y, hasta hoy día, cercano a nosotros. La hechicería es lo cotidiano que se sucede entre las gentes, y su uso sirve para conseguir algún fin personal. Ha sido muy utilizada en los temas sentimentales, aunque no siempre fue así, muchas veces fue usada para manipular o hacer daño a las personas. Es decir, la hechicería intenta influir en el cosmos con la intención de influir las conexiones ocultas entre todos los fenómenos naturales; además está en relación con la religión si, y sólo si, os actos de hechicería se realizan en público.
   En la hechicería muchos de los efectos "mágicos" que se generaron vinieron dados a partir de la transformación de algún material alterado física y químicamente. Esta magia de la que hablamos es un velo fundamental para entender la superstición que envuelve a la hechicería. Causa de ésto sería la ignorancia acerca de algunas sustancias vegetativas, como el romero o la ruda, que se desconocían y que las "hechiceras" usaban e interpretaban como mágicas al ofrecer resultados positivos o negativos.
   Se presentan grandes semejanzas entre las creencias de hechicería de todo el mundo, éstas son explicativas por la coincidencia, la difusión cultural, la herencia arquetípica/estructural o la existencia de una religión universal, antigua y coherente de la brujería.
    La hechicería fue practicada por un tercio de los grupos marginados en algunas zonas geográficas, es decir, personas con un patrimonio muy precario y que eran, en su mayoría, analfabetas, por lo que en muchos casos fue un medio de subsistencia.
     Asimismo, existe una gran influencia de la brujería europea en la hechicería de las sociedades modernas no europeas, pero éstas ejercieron escasa influencia en el desarrollo de la brujería europea.
      Dicha brujería, la europea, se basó en ideas que provienen de las creencias de Oriente Próximo, Grecia y Roma, pero el marco de la brujería surgió como resultado de la reflexión cristiana sobre la hechicería y las religiones paganas.

1.2.- Brujería.

    Centrándonos en la brujería, ésta es entendida como un fenómeno característico de la Edad Media, aunque no tomó cuerpo hasta finales de la misma, y la gran ola de brujomanía tuvo lugar durante el Renacimiento, la Reforma y el siglo XVII. Sin embargo, las brujas contemporáneas, entienden este fenómeno como la supervivencia o reviviscencia del paganismo antiguo.
    Para que los actos de brujería se diesen era necesario que confluyesen varios factores: el diablo y sus demonios, considerados los causantes de los males; el brujo, que era el intermediario, es decir, el demonio podía realizar actos malvados en la tierra a través de él, el brujo los realizaba contra su voluntad por mandato de los malos espíritus; y el permiso de Dios.
    El primero de los factores: el diablo, era el jefe y el origen del mal; y los demonios, que llevaban a cabo sus órdenes, aunque hay excepciones. Se diferenciaba dos tipos de demonios: los demonios propiamente dichos, cuyo único fin era hacer daño; y los ángeles que habían pecado y que al hacerlo se convertían en espíritus impuros que debían dedicarse a realizar actividades inmundas para poder obtener su redención. Dentro de los demonios propiamente dichos existían los súcubos, demonios que bajo la apariencia de mujer mantenían actos sexuales con hombres; y los íncubos, demonios de apariencia varonil que mantenían actos sexuales con mujeres.
     Todos estos demonios eran capaces de producir cambios en el cuerpo humano, introduciéndose dentro de las personas mediante la posesión, la cual se podía llevar a cabo de tres formas: cuando las mujeres se prostituían voluntariamente con los íncubos, cuando los hombres mantenían relaciones con los súcubos, algo menos probable que el caso anterior por la mayor intelectualidad de los hombres; y cuando hombres y mujeres, por medio de la brujería, eran obligados a consumar estas relaciones; además confundían a las personas y llevaban imágenes a sus cabezas con la única intención de volverlos locos, buscando así la perdición de las almas de quienes acechaban, ya que, al no poder tener interacción con el ser humano ni realizar las mismas actividades que ellos, debían inducir a cierto tipo de personas para que fuesen sus mediadores en el mundo terrenal. Esta interacción entre demonios y personas es lo que se entiende como herejía.
    Otro de los factores es el permiso de Dios o permiso divino. De él se cuestiona varias cosas: si es necesario que acompañase a una obra de brujería o no, si Dios en su justicia permitía a una criatura naturalmente pecadora perpetrar actos de brujería y otros crímenes horrendos, si el crimen de brujería excedía a otras vilezas que Dios permitía que fuesen hechas, y de qué manera debía ser predicado.
      El último factor sería la brujería, definida por San Agustín como el resultado de la pestífera vinculación de los hombres con el diablo, por tanto, el origen del desarrollo de la herejía nace con el simple hecho de esta asociación. La brujería sería la peor de todas las herejías, ya que su único propósito es dañar y profanar las criaturas de Dios. Para que el acto de brujería se diese tendrían que darse cuatro condiciones obligatoriamente: la primera de ellas sería negar de la manera más profana la fe católica, la segunda sería consagrarse en cuerpo y alma a la realización de todos los males posibles, la tercera ofrecer a Satán niños no bautizados, y la cuarta, y la última, ofrecerse a todo tipo de lujurias carnales, debido a este punto se relacionó a las prostitutas y a las adulteras directamente con la brujería.

1.3.- La Brujomanía.

      En la Europa pagana, la bruja sería una presencia hostil que provenía de otro mundo, lo que hizo que, durante la brujomanía, fueran odiadas y temidas de forma extremadamente exagerada.
      Aunque, como ya se ha citado, la brujomanía se inició a finales de la Edad Media, los inicios se hallan en hechos como la consideración del hechicero como hereje a partir del siglo VIII a raíz de la realización de un pacto del hechicero con el diablo.
    De esta forma, en el año 1300 comenzó el gran espectáculo de la brujomanía, cuya expansión se vio contribuida por la invención de la imprenta. Debido, en gran parte a esta expansión, las acusaciones se fueron generalizando, sin tener en cuenta la edad, el sector o el estatus social al que pertenecían.
     Richard Kieckhefer realizó un análisis del primer periodo de la brujomanía dividiendo esta etapa arcaica del procesamiento contra las brujas en tres fases: 1300-1330, 1330-1375 y 1375-1435. En esta época se encuentran principalmente autos que dan a entender que los procesados eran juzgados por cometer algún tipo de hechicería, salvo en el tercer periodo, el comprendido entre 1375 y 1435, en el que aparte de aumentar los procesos, los principales procesados eran juzgados de demonismo, ya fuese la creencia en el demonio u otros seres maléficos, o de la fe en la existencia de seres espirituales y de la fe en las prácticas de magia.
    Antes de 1450 no se pueden hablar en sí de procesamientos por brujería, sino más bien de magia ritual o maleficium, es decir, "Brujería malévola".
    La brujería fue una invención del siglo XV a la que los procesos inquisitoriales dieron una cierta apariencia de verosimilitud. Esta no fue más, en la mayoría de los casos, que producto de historias inverosímiles y ridículas que, si se empezaban a plasmar en libros o relatar en sermones, las denuncias aumentaban notoriamente, por lo que algunos, aunque pocos, intelectuales pensaban que la brujería desaparecería si se acababa de hablar de ella. Estos juicios del siglo XV marcaron el inicio del camino hacia las grandes cacerías de brujas de mitad del siglo XVI y de siglo XVII.
   Existen dos teorías posibles que explican el parón del principio del siglo XVI: la primera de ellas sería la interrupción de la impresión de manuales de caza de brujas por estas fechas, uno de estos manuales es el Malleus Maleficarum, publicado en 1486 y cuya edición se interrumpió entre 1580 y 1650, lo que se tradujo en un reducimiento del número de enjuiciamientos. La segunda teoría se basa en el choque inicial de la reforma luterana y la difusión por toda Europa del humanismo renacentista. Dicha reforma supuso la desintegración de la cristiandad medieval, lo que provocó una intensa controversia y las élites europeas menguaron los actos de persecución y represión de las brujas.
  De este modo, los dos periodos claves de la brujería se sitúan entre 1480-1520 y 1580-1670, grosso modo, momentos en los que hay mayor actividad de brujería, siendo el de mayor apogeo el segundo periodo debido a las tensiones persistentes entre protestantes -quienes persiguieron a las brujas con gran crueldad pese a no ser su intención en un principio- y católicos; aunque tienen diferencias, los dos periodos, tanto en su amplitud como en el número de regiones afectadas.
   El resurgir de la caza de brujas durante este segundo periodo fue fomentado por dos factores principales: la intervención de la Biblia con su sentencia literal de muerte contra las brujas, y, el factor más importante, la situación tan nefasta de este periodo ya que se sucedieron varias hambrunas, depresiones en el comercio, crisis políticas y hasta sublevaciones nacionales, además se documentan varios brotes de peste y otras enfermedades, de escalas desconocidas, a principios del siglo XVI. Todos estos sucesos derivaron en un gran número de acusaciones de brujería ya fuese por verdadera creencia de que la acusada era bruja y estaba atrayendo el mal hacia la población, o por meros conflictos personales que solían expresarse en acusaciones de brujería.
   A mediados del siglo XVII comenzó el declive de la brujomanía, durante este siglo los procedimientos y juicios de brujas se limitaron a uno o dos acusados. a creencia de ésta duró más tiempo en los países protestantes que en los católicos y más en las regiones periféricas. Su declive fue constante, la brujería fue desapareciendo por completo de las prácticas judiciales en los países occidentales a lo lardo del siglo XVIII.
    La brujería entrañaba una relación con Satán y por ello se sentenciaba a herejía a las acusadas en los Tribunales de Fe, aunque en algunos territorios también fueron tratados por los Tribunales Civiles o Episcopales. En dichos tribunales, muchos casos de aparente brujería fueron valorados como "endemoniadas", es decir, posesiones involuntarias de mujeres por el mismo Satán o sus secuaces.
   Pese a todo, la brujería que desapareció fue la maléfica, pues la brujería simple pervivió los siglos siguientes, e incluso está presente en nuestros días. Sin embargo, hacia el siglo XIX, los intelectuales volvieron a tomar en serio la brujería desde una perspectiva totalmente diferente, como una relación de origen germana que había sido condenada en la Edad Media por la Iglesia y que había llegado hasta la Edad Contemporánea.
   La brujería nació en las ciudades de la planicie y murió en el campo debido al mayor arraigo popular, cuando las mismas élites jurídicas, intelectuales y religiosas que la habían iniciado y fomentado llevaron a su liquidación.
   Los pilares sobre los que se asentó la brujería europea fueron, los primigenios, la hechicería, la religión pagana y el folclore; además, los secundarios, la herejía cristiana, la teología y los distintos tribunales de la época, ya que sancionaban la separación entre brujería y hechicería.
    Pero la brujería no sólo fue un fenómeno que ocurrió y ya, según Russell tuvo una función social concreta. A veces, ésta era claramente consciente y cínica, pero, la mayoría de las veces, su función fue simplemente la necesidad inconsciente de culpar a alguien de las propias desgracias. Otra función fue la de definir los límites del cristianismo y lograr la cohesión de la comunidad cristiana frente a un terrible y poderoso ejército de enemigos.
    Desde el punto de vista histórico existieron tres tipos de brujas: el hechicero, que practicaba magia simple -tipo que se encontraba en todo el mundo-; el hereje, que supuestamente practicaba demonismo y fue perseguido durante la brujomanía; y el neopagano moderno.
   Aunque el mito habla de brujería rural, la mayoría de acusaciones de brujería acaecían en ciudades, donde el nivel social y cultural era superior.

2.- La Bruja y el Aquelarre.

      2.1.- La Bruja.

     El término "Bruja" apareció por primera vez como tal en el año 1287, aunque la palabra "Bruxa" ya se encontraba en el vocabulario latino-arágibo.
     Normalmente fueron brujas y no brujos, es decir, mujeres, ya fuesen viudas o solteras, en general mujeres aisladas. Ésto se debió a que las mujeres eran consideradas seres naturalmente más débiles, definidas como personas más crédulas, impresionables y que estaban dispuestas a recibir revelaciones, ya que veían en la brujería un método más fácil y secreto de vengarse de alguien o algo que de otra manera no podrían hacerlo; se consideraba que tenían una lengua mentirosa y ligera, más frágil que la de los hombres, por lo que no eran capaces de ocultar a sus amigas sus conocimientos sobre las malas artes; y eran, además animales imperfectos que siempre engañaban.
    Es decir, a diferencia de los hombres, no sabían diferenciar con moderación entre lo bueno y lo malo y cuando superaban los límites de su condición alcanzaban las más grandes alturas y abismos más profundos de bondad y vicio.
    Las brujas heredaban sus poderes, los transmitían en su lecho de muerte a una digna sucesora o una amiga, porque si no los transmitían les esperaría la más terrible de las muertes. Estas amigas o aprendices solían poseer un perfil bastante cerrado, como ya se ha dicho, eran marginadas sociales, ya fuese por un defecto físico, por fealdad e incluso por deshonra. Todas ellas tenían algo en común que las unía como comunidad.
    La edad para entrar en la secta de brujas (...) solía ser de nuevos años.
   Existían tres vicios que gobernaban y regían a las malas mujeres, estos eran: la infidelidad, la ambición y, por último, la lujuria.
   Pero a pesar de todo ésto, lo peores vicios eran las fornicadoras insaciables, en este tipo de brujas se solían catalogar a las prostitutas y a las adulteras.
    El Malleus maleficarum nos explica siete métodos por los cuales las mujeres infectaban a los hombres de brujería a la hora de realizar el acto sexual, éstos fueron: arrastrar al hombre a una pasión sin freno, obstruir el poder de gestación eliminando los miembros destinados a ese acto, convertir a los hombres en bestias por mediación con sus artes, minando la fuerza de gestación de otras mujeres, ocasionar el aborto y, por último, ofrecer los niños a los demonios.
    Además, las brujas poseían a los hombres a través de unas tácticas o métodos, éstos eran: infectar los cuerpos masculinos por medio de brujería o magia negra, poseer los cuerpos y potencias internas, realizar el hechizo por tentaciones internas y externas, privar la razón y adoptar formas de animales irracionales.
   También hubo sacrificios de niños recién nacidos que eran entregados a los demonios. El Malleus maleficarum, nos narra el caso de como una matrona, que en realidad es una bruja, le introdujo en el vientre a una mujer estacas y astillas de madera para acabar con la vida del niño.
    En los archivos de la diócesis de Basilea se explican hechos como los de la ciudad de Dann, en la que hubo muchas brujas que confesaron al morir en la hoguera todo tipo de atrocidades, en concreto la de una en particular que confesó el asesinato de más de cuarenta niños introduciéndoles agujas en las cabezas hasta llegar a sus cerebros y matarlos.

2.2.- El Aquelarre.

     Tras hablar de la figura de la bruja nos centraremos en el aquelarre, también conocido como Sabbat. Por otro lado, las reuniones destinadas a la iniciación de un neófito se conocían como Esbats, éstas eran cerradas y se solían celebrar una vez a la semana.
     Estos Sabbats eran reuniones de personas (hombres, mujeres y niños) que se celebraban por la noche a las afueras de los pueblos en algún sótano, cueva o descampado, con un número de brujas que oscilaban entre diez y veinte. En estas reuniones las personas se dedicaban a la brujería y a invocar e interacturar con el demonio, que se presentaba con forma humana o de cabrón, y que pronunciaba la misa negra e inducía a la posterior orgía. Además, eran reuniones secretas, ya que si se daba a conocer la identidad de los participantes serían apresados y juzgados por el tribunal inquisitorial.
    Éstas seguían el siguiente proceso: las brujas, tras ponerse el sol y dormir a sus maridos, salían de sus casas sigilosamente y partían hacia el Sabbat, acudían a pie o volando, tras untarse un ungüento sobre el cuerpo.
     Si había alguna neófita se llevaba a cabo una ceremonia de iniciación en la que se la obligaba a jurar que respetaría los secretos del culto y luego sellaba su adhesión prometiendo matar a un niño y llevar su cuerpo en la siguiente reunión. Hecho ésto, renegaría formalmente de la fe cristiana y remataría su apostasía pisoteando o defecando en un crucifijo o una hostia sagrada. Finalmente rendiría adoración al maestro del culto, el diablo o su representante, dándole un beso obsceno en el trasero.
     Una vez concluida la iniciación la asamblea se entregaba a la comida y a la bebida. Las brujas realizaban una parodia de la celebración de la eucaristía presentando los cuerpos de los niños asesinados previamente, que podían haber sido raptados a familias cristianas o concebidos por ellas mismas en orgías anteriores. Los niños eran ofrecidos en sacrificio al diablo. Sus cuerpos podían ser cocidos, mezclados con sustancias abominables y convertidos en ungüentos para la levitación, o también consumidos, tanto en cuerpo comoen sangre, en una parodia ritual de la Última Cena.

3.- Origen de la Iglesia y de la Inquisición.

     Tras la factura, visible para algunos, entre el Jesús histórico y el Cristo de fe surgieron tres corrientes: la primera corresponde al cristianismo oficial, que reconoce el origen divino de Jesús y hace de su muerte y resurrección su piedra angular; la segunda corriente niega la existencia de Jesús: sostiene que su vida no es más que un montaje formado por distintos retales de numerosos mitos y misterios paganos de otras culturas. Pablo de Tarso sería el ideólogo de esta nueva religión -Cristianismo-; por último, la tercera tesis es la que niega el origen divino de Jesús y lo relacionan con actividades taumatúrgicas, revolucionarias, políticas, etc... de esta forma, la imagen de Jesús bebió de las fuentes del judaísmo más ortodoxo, mientras que Pablo sería el causante de su helenización, eliminando el mensaje antirromano y bélico, convirtiéndose así en el fundador del dogma cristiano.
     Resumiendo, el quid de la cuestión siempre está ligado a Pablo de Tarso, para algunos el gran predicador, el primer teólogo, mártir y soldado arrepentido pero, para otros es el gran manipulador del dogma.
      Yendo por partes y centrándonos en el contexto donde nació Jesús, la imagen de éste como salvador del género humano, nacido de una virgen mortal, nacimiento profetizado por una estrella, trasmutación de agua en vino, equiparación de pan y vino al cuerpo y sangre del salvador, doce discípulos que le rodean y siguen, y una muerte y resurrección; es compartida por otras divinidades de las diversas culturas mediterráneas como Osiris, Baco, Adonis o Dionisos entre otros. Por ello, en un intento de obviar estas coincidencias con los textos y las tradiciones paganas, algunos filósofos hablan de que se producía una "imitación pagana". Con el tiempo, Ireneo, uno de los padres de la Iglesia, definiría a los gnósticos y paganos como agentes de Satanás, mientras que Justino el Mártir llegó a insinuar que eran caníbales. Más tarde la Iglesia basaría su explicación en la herencia judía adquirida por el pueblo israelí cuando permaneció esclavo en Egipto.
     De esta forma, podemos observar dos movimientos cristianos enfrentados:los denominados literalistas y los gnósticos. En un principio los literalistas, se habrían convertido en la Iglesia Católica Romana gracias a su extremo autoritarismo, al establecimiento de un canon y un dogma. Sin embargo, los gnósticos eran místicos, como lo habían sido los iniciados en ritos paganos; convirtieron a Jesús en otra cara del Dios de las mil caras,como Osiris, Dionisos o cualquier otros dios pagano; no tenían uniformidad, practicaban distintas prácticas y creencias, como la gnosis, enseñada a los iniciados, ésta era el conocimiento mísitico por el cual morirían y renacerían convirtiéndose en Cristo. A diferencia de los literalistas, los gnósticos entendían que lo expresado en los Evangelios y demás libros sagrados eran alegorías que necesitaban la explicación de un maestro, el hierofante, un sacerdote.
    Para los literalistas, los gnósticos, aún cristianos, eran considerados paganos, como nos lo indican diversos documentos hallados en una cueva cercana de Nag Hammadi en Egipto, datados del siglo III. Esta ubicación era crucial ya que los gnósticos nacieron entre los cristianos egipcios, por lo que fue el motivo exacto que dio lugar a esta rama.
     Mientras tanto Constantino se dio cuenta del gran poder que tenía la tendencia representada por los literalistas, tendencia que exigía la fe ciega en sus postulados y dirigentes. Los pilares que sustentaban esta hegemonía fueron y son: la implantación de la ideología desde la infancia, el control de la información, la obtención del poder económico y político, la ignorancia y el miedo a la muerte: al castigo en el más allá y el negocio del alma. A causa de ésto, Constantino, que no se convirtió al cristianismo hasta minutos antes de su muerte, dio a los literalistas el poder necesario para acabar con los gnósticos y los paganos, dando lugar, en opinión de Juan Ruíz Barranchina, a la primera persecución, más centralizada y mucho más cruenta de la que los mismos literalistas habían recibido hasta entonces. Esto es visto como el asentamiento de una "primitiva Inquisición".
     Posteriores dirigentes continuaron con esta relación con los literalistas, como Teodosio I, quien proclamó más de cien leyes en contra de los gnósticos, siendo culmen de su obra la proclamación de la herejía como crimen de Estado en el año 381, siendo ilegalizada la tolerancia que antes buscaban.
     En el año 415, Cirilio incitó a los monjes y chusma de Alejandría para que asesinasen a la última científica pagana de la gran biblioteca, Hipatia. Más tarde, Cirilio fue santificado y, con el tiempo, los templos fueron cerrados y algunos libros fueron quemados para evitar la extensión de estas corrientes paganas: el legado greco-romano se extinguió en el mismo lugar que le vio nacer, sobreviviendo gracias a los árabes y omeyas, siendo ocasionalmente judíos quienes conservarán retazos de esta historia.
    Deberemos destacar la escuela de traductores de Toledo que, con ayuda de Tomás de Aquino, consiguió volver a trasladar la cultura pagana al cristianismo.

4.- La Iglesia y la Brujería en la Edad Moderna.

   Como ya se ha dicho, desde un punto de vista contextual, podemos decir que la Brujería fue una construcción de carácter teológico que apareció en a época Tardo medieval.
     Así, cuando avanzamos hacia la época moderna, se nos hace inevitable no señalar un fenómeno tal como lo fue la caza de brujas, en donde la interpretación bíblica con su sentencia literal de muerte contra las brujas fue crucial.
   Aunque también es importante señalar la época nefasta que se vivió en estos tiempos modernos, hambrunas, crisis políticas, pestes..., que de un modo u otro contribuyeron en este acontecimiento, en donde miles de personas perecieron por ser acusadas de brujería.
     Es necesario citar a San Agustín y su recreación sobre la brujería, una recreación llena de superstición. Aunque también destaca el rechazo hasta la superstición que envuelve el tema de la brujería en el Canon Episcopi. Éste niega la realidad de los vuelos nocturnos y afirmaciones tales como la capacidad de las brujas en convertirse en animales, interpretando ésto como meras afirmaciones que son productos de la imaginación de las mujeres, las cuales son corrompidas con esos pensamientos, lo que implica la pérdida de fe al creer en esas fantasías del demonio.
    Para comprender este fenómeno, el de la caza de brujas, en su totalidad expondremos el papel que jugó la Iglesia y, además, es relevante hablar de como concebía la Iglesia a la mujer en la Edad Moderna: la condición de la mujer en esta época estaba impregnada de un machismo acentuado, como consecuencia de la influencia que ejercía la Iglesia sobre la población en una línea con un carácter fuertemente misógino del cristianismo.
     En este sentido, es inevitable no citar a Eva, pecadora innata que promulga el mensaje de la Iglesia.
    Y es que, en el mismo seno de la Iglesia, por sorprendente que parezca, las actividades mágicas en su momento, encontraron ciertos focos de canalización en figuras íntegramente cristianas. "Fr. Andrés Durán, franciscano en la Laguna, adivinaba el futuro hablando con las ánimas del Purgatorio. Y Fr. Antonio Gamarra, del convento franciascano de Garachico, había quitado a un joven guante para tenerlo, de ese modo, sujeto a su voluntad" Fajardo Spínola.
    No es de extrañar que muchos religiosos actuasen como hombres "poderosos" al pertenecer a la Iglesia, pues ellos estaban próximos a la divinidad o a lo sagrado, y estos poderes eran justificables cuando se trataba de sujetar a los demonios.
   En este sentido, un aspecto peculiar, y además no tan lejano a nosotros, es el poder que tenían estos religiosos para curar enfermedades provocadas por el demonio, como es el caso del exorcismo canónico, y los conjuntos, e incluso otros métodos hechiceriles, tal y como afirman las fuentes "Fr. Bartolomé del Rosario, legó de la Orden de Santo Domingo, natural de Los Silos y morador en el convento de La Orotava, por sus actividades absolutamente irregulares como conjurador de demonios, decía que éstos lo azotaban y atormentaban continuamente porque los maltrataba en los cuerpos de las energúmenas a las que exorcizaba" Fajardo Spínola.
    Con todo ésto, vemos la polarización de lo que viene a ser el bien y el mal, ambos extremos que, no obstante, guardan similitudes muy arraigadas a las supersticiones y lo sobrenatural: La Iglesia y el demonio (brujería).
     Así, como dato curioso y que entra en relación con lo dicho anteriormente, sería la organización de esta "secta" de brujas, que es similar a la de la Iglesia, por lo que la figura contraria a la de la casa de la luz sería Satán, líder de la organización de los brujos. Estas afirmaciones, venían dadas por las declaraciones de los propios campesinos, que o eran partícipes o testigos de tal misa "negra".
     Los primeros casos de brujas castigadas corresponden precisamente a la justicia eclesiástica.. "En agosto de 1510, el provisor episcopal visitó Lanzarote, y en septiembre la Palma, publicando carta de excomunión contra aquellos que creen en adivinanzas o hechizos (...) o lo han hecho".
    Con ello, se darán nuevas constituciones que recogerán las instrucciones que tenían que seguir los obispos a la hora de visitar las diócesis, por lo que una vez allí, los curas estaban en la obligación de informar a estos obispos a cerca de los casos de brujería o hechicería o sortilegios de algún tipo.
      También se destacan las actuaciones de los vicarios del obispo, que eran quienes recibían las denuncias o realizaban informaciones. Estos vicarios tenían facultades judiciales plenas.
      Es interesante la superioridad de la jurisdicción eclesiástica y su poderosa arma de la excomunión, que era clave para disuadir a quienes osaban discutirla. Por otro lado, aunque la Inquisición es la competente para determinar la existencia de herejía y por consiguiente en caso afirmativo, su respectivo castigo, las jurisdicción eclesiástica continúa acentuando en el caso de supersticiones.
      En este sentido ambas justicias llegaran a competir de forma acusada. Mientras los inquisidores optaban por el conocimiento más palpable de las causas para determinar a tal persona como agente del demonio, la justicia episcopal optaba por los caracteres tendientes a la superstición.
     La Iglesia y su actuación en temas de brujería o hechicería siempre ha sido muy importante, incluso más que la Inquisición, pues la organización eclesiástica es mucho más amplia y alcanza recovecos de todo lo cotidiano.

5.- Torturas e interrogatorios.

      En toda Europa se llevaron a cabo interrogatorios y castigos basados en la tortura física. En primer lugar se realizaba un interrogatorio que empezaba sin recurrir a medios de coacción física, pero si no se obtenía la confesión deseada sí se procedía a la tortura física. Al reo no se le podía someter más de tres veces a la tortura y había que dejar un día de descanso entre cada sesión. Algunas personas confesaban que se acusaban así mismas de brujería porque era el modo de librarse de la hoguera.
     Dichas torturas podían estar destinadas a comprobar la culpabilidad o la inocencia de la bruja, aquí se explicarán cuatro de estas torturas: Inmersión, que consistía en atar a la acusada de manos y pies, y arrojarla dentro del agua. Si se hundía, era señal de que el agua, creación de Dios, la aceptaba, y entonces era declarada inocente y sacada a la orilla. Y si flotaba, era señal de que el agua la rechazaba, y entonces era considerada culpable. Otra de estas torturas sería la pesada: la bruja era colocada en un platillo de la balanza y la Biblia en el otro. Si la bruja pesaba más que la Biblia era culpable. Una tercera serie pinchar con una aguja, ya que se creía que las brujas tenían en sus cuerpos unos puntos insensibles, precisamente allí donde el diablo las había marcado. A veces estas marcas del diablo eran visibles, teniendo la forma de una cicatriz o un lunar, pero otras eran invisibles y sólo podían ser detectadas pinchando a las acusadas por todo el cuerpo con un instrumento afilado hasta que apareciera dicha zona de insensibilidad. La última que explicaremos consiste en la búsqueda de la marca de la bruja: éste era cualquier protuberancia inhabitual, a modo de tetilla supernumeraria, que los demonios podían chupar adoptando la forma de familiares. Se desnudaba a las brujas y se buscaba minuciosamente cualquier punto que pudiera delatar semejante comercio con el diablo.
     Las torturas también podían estar destinadas a arrancar confesiones y delaciones, aquí señalamos las empulgueras, los tornos, cepos con púas, baños de cal hirviendo, el strapaddo… Éste último consistía en atar los brazos del prisionero a su espalda con una cuerda sujeta a una polea, a continuación se le izaba en el aire, se colocaban pesas a sus pies para descoyuntarle los hombros sin dejar marcas visibles de malos tratos. Podía, además, compaginarse con otro tipo de tortura como el uso de empulgueras.
      A las torturas se les sumaban formularios intensivos sobre su actividad como:
    ¿Cuánto tiempo has sido bruja? ¿Por qué te hiciste bruja? ¿Cómo te convertiste en bruja, y qué ocurrió en dicha ocasión? ¿Qué demonio escogiste para que fuera tu amante? ¿Cómo se llamaba? ¿Cómo se llamaba su amo –el amo del demonio escogido–, entre todos los demonios malignos? ¿Cuál fue el juramento que te obligaron a prestarle?¿Cómo hiciste ese juramento y cuáles fueron las condiciones? ¿Dónde consumaste tu unión con tus íncubos? ¿Qué demonios y qué otros humanos participaron en el Sabbat? ¿Cómo se preparó el banquete del Sabbat? ¿Qué marca del diablo dejó tu íncubo en tu cuerpo? ¿Qué heridas has hecho a tal y tal persona, y cómo las perpetraste? ¿Quiénes son los niños a los que has echado mal de ojo? ¿Quiénes son los cómplices en tus maldades? ¿De qué está hecho el ungüento con el que te untas tu escoba? ¿Cómo consigues volar por los aires?.

6.- La Inquisición en Europa.

     Una de las tareas más difíciles es determinar por qué la intensidad de la caza de brujas varía dependiendo de la fecha en la que nos encontremos y también del sitio que estemos tratando. Para eso tenemos que analizar dos factores, las pautas cronológicas de la caza de brujas en toda Europa, ya tratada en el apartado de brujomanía; y diferenciar los procesos por brujería en los diferentes estados que conformaban la Europa de aquel entonces.
     Es complicado realizar una división geográfica debido a las enormes variantes regionales dentro de cada una de las zonas. Pese a ésto realizaremos la siguiente división por territorios: Europa occidental y Centroeuropa occidental, las Islas Británicas, Escandinavia, Centroeuropa oriental y Europa del este y, por último, Europa meridional.

6.1.- Europa occidental y Centroeuropa occidental.

      La inmensa mayoría de los procesos por brujería, quizás hasta el 75%, se dieron en las regiones de Alemania, Francia, Suiza y los Países Bajos. Estas regiones albergaban cerca de la mitad de la población total europea y en ellas se dieron las cacerías y pánicos más importantes. Durante los primeros años de la cacería, finales del siglo XIV y siglo XV, la mayoría de los procesos se dieron en Francia y Suiza. Sin embargo, para finales del siglo XVI, principios del siglo XVII, Alemania (el Sacro Imperio) se colocó a la cabeza en el número de procesamientos, se estiman alrededor de treinta mil procesamientos. Ésto se debe a la confianza en tribunales que ejercían su jurisdicción en áreas geográficas relativamente pequeñas, lo que permitió que se desarrollara la caza de brujas fácilmente y prácticamente sin control.
      En Suiza encontramos un cuadro social muy complejo, ya que Suiza estaba dividida en cantones muy diferentes entre sí en cuanto a religiosidad, cultura y lengua, además de ser jurisdiccionalmente autónomos unos de otros. Esta situación fomentó la diversidad de pautas de la caza de brujas y su descontrol. Se estima que alrededor de diez mil brujas fueron quemadas en total.
       En lo referente a Francia: las zonas más duramente afectadas por la brujería se situaban en las fronteras del reino, zonas de gran resistencia a los esfuerzos de la monarquía francesa para establecer un estado centralizado y absolutista. Las fuentes sugieren una cifra aproximada de cuatro mil personas ajusticiadas bajo la jurisdicción del rey.
       El norte de los Países Bajos no se ajustó a ninguna pauta general sobre el procesamiento de brujas. En esta región, que contaba con más de un millón de habitantes, se ajusticiaron menos de ciento cincuenta personas, todas sospechosas de cometer brujería o relacionadas con el ocultismo.

6.2.- Las Islas Británicas.

     Estos territorios eran Inglaterra, Escocia y las posesiones ultramarinas inglesas. Inglaterra conocía una importante caza de brujas en la década de 1640, mientras que Escocia vivió varios pánicos nacionales a finales del siglo XVI y en el siglo XVII. El número de juicios en territorios británicos se estima que no pasó de cinco mil y el número de ejecuciones no está claro, calculándose entre mil quinientos y dos mil quinientos.
      La razón de la suavidad de la caza de brujos durante el siglo XV en los territorios británicos fue la incompleta y tardía recepción del concepto de brujería debido a la ausencia de inquisidores papales. No fue hasta el siglo XVI, cuando ya estaba bien arraigada en Europa la idea de la brujería como tal, cuando llegó a estas regiones y aún así el concepto nunca llegó a desarrollarse del todo.  Aquí, el uso de la tortura para obtener información no se podía realizar sin la aprobación del consejo privado y únicamente en asuntos que inmiscuían al estado. De esta forma, según los archivos ingleses, entre 1540 y 1640 sólo se dieron ochenta y un permisos de tortura.
      Otro factor que pudo haber influido en que la caza de brujas en Inglaterra y Escocia hubiese sido más suave que en el continente es el factor religioso, ya que ambos países eran protestantes desde 1560 y hecho por el que ya tenían bastantes conflictos.
     En cuanto a las colonias de ultramar de Inglaterra tenemos casos especiales como el caso de la dama Alice Kytler, en el siglo XIV, y el de Florence Newton, el más famoso caso de brujería del siglo XVII. Florence Newton fue arrestado y encarcelado el 24 de marzo de 1661 acusado de haber encantado a María Longdon, una criada que mencionó que tras haber sido besada por Newton había empezado a sufrir ataques, trances y vómitos. Se estima que fue juzgado culpable, lo que significa que habría sido ejecutado.

6.3.- Escandinavia.

     La caza de brujas en Escandinavia fue algo más intensa que en las Islas Británicas. El número total de procesos en Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia rondó los cinco mil y las ejecuciones están entre mil setecientas y dos mil. Aunque las cifras son muy parecidas que a las que nos daban los archivos británicos, en esta zona encontramos una actividad procesal más intensa, ya que en Escandinavia se contaba con sólo un 40% de la población que encontrábamos en Gran Bretaña.
     Dinamarca fue el primero de los países escandinavos en empezar la represión de brujas. El culpable fue el obispo luterano Peter Palladius en 1544 que afirmaba que quienes mostraban tendencias católicas eran culpables de este delito. Se afirma que en las persecuciones a brujas organizadas por el obispo Palladius se condenó a cincuenta y dos personas.
     No obstante, en 1617 el gobierno danés, definió la brujería por primera vez como un pacto diabólico, por lo que las personas condenadas por este delito debían hallar, por tanto, la purificación en la hoguera. Pero gracias a una reforma legal vigente desde 1547, por la que era necesaria una apelación obligatoria de la sentencia si se condenaba a muerte a un reo, Dinamarca no cogió la dinámica de los estados alemanes realizándose sólo mil ejecuciones.
      En Noruega los autos por brujería fueron ligeramente menores que en el país vecino. Con una población de las tres cuartas partes de la población danesa en el año 1650, el número de juicios fue de unos mil quinientos, de las que sólo el 25% de las personas fueron juzgadas. La principal forma de procedimiento criminal en Noruega era la acusatoria y para probar la acusación hacían falta dos testigos oculares del delito.  Una vez que esto era corroborado se permitía el uso de la tortura en los juicios, aunque sólo se aplicó en contadas ocasiones. El caso más famoso de brujería noruega fue el de Anna Pedersdotter Absalon, ejecutada en Bergen en 1590. Fue acusada por su relación matrimonial Absalon Pedersen Beyer, considerado, éste, el más famoso humanista de Noruega, quien era contrario a la destrucción de las imágenes religiosas, lo que iba en contra de la reforma religiosa.
     Suecia siguió en principio un modelo de caza de brujas parecido al modelo noruego. Pero a finales del siglo XVII se dieron situaciones de gran pánico para lo acostumbrado en esta zona escandinava. Los procesos de brujería se iniciaron en 1580 pero pocos de ellos derivaron en ejecuciones. La reina Cristina de Suecia fue una clara opositora de la caza de brujas durante su reinado (1632-1654). El caso más sonado de  Suecia fue el ocurrido durante el reinado de Carlos IX en 1668 en la provincia sueca de Dalecarlia, caso en el que la gran mayoría de los acusados y acusadores fueron niños. Durante la caza de brujas en Suecia fueron ejecutadas más de doscientas personas.

6.4.- Centroeuropa oriental y Europa del este.

      Es difícil generalizar en lo referente a estos territorios. En estas zonas la caza de  brujas comenzó mucho más tarde que en la Europa occidental, pero duró mucho más tiempo, hasta mediados del siglo XVIII. Sin embargo la intensidad de la persecución varió mucho dependiendo de las regiones en las que nos encontremos. 
     En Hungría, donde las nociones cultas de la brujería fueron recibidas solo en parte y con reticencias, sólo hubo unos pocos juicios importantes. En Transilvania, Valaquia y Moldavia, donde las ideas sobre brujería no estaban establecidas, los procedimientos por este tipo de actos no fueron nada comunes. 
    El único país del centro-este europeo donde se dio un gran número de procedimientos contra las brujas fue Polonia. Los cálculos acerca del número de ejecuciones de carácter oficial no son precisos pero se estima un máximo de diez mil ejecuciones, hablando al alza. Eso sí el comienzo de los procesos contra las brujas en tierras polacas es relativamente tardío, ya que las primeras ejecuciones son de 1650, aunque los peores años de la represión polaca son los del principio del siglo XVIII.
    La severidad de la caza de brujas polaca se atribuye a tres factores relacionados: la presencia de teorías de demonismo, la ausencia de un control central eficaz sobre los procesos y la aplicación de las sentencias que derivan de los mismos y, por último, la aplicación de las torturas sin restricciones. Ésto se debe a que la mayoría de los casos de brujería en Polonia se juzgaron en tribunales municipales. Teniendo ésto en cuenta y que la organización interna del Estado polaco no estaba capacitado para poder llevar un control exhaustivo de los procedimientos propicio, se entiende el libre albedrio en cuanto a las sentencias y los juicios.

6.5.- Europa meridional.

     Nos referimos a los territorios de la región mediterránea: España, Portugal e Italia, que es donde la Inquisición perduro más como institución. En Italia hallamos un número de ejecutados que no llega a los quinientos, fueron sentencias dictadas por tribunales civiles, no inquisitoriales. En España en el período de 1580-1650, encontramos que la Inquisición juzgó a tres mil quinientas personas. En Italia las cifras son mayores, sólo en Venecia encontramos documentos que revelan la cifra de setecientos pleitos por temas relacionados con la brujería. En Portugal se contabilizó, sólo en la zona meridional, doscientas noventa y una brujas juzgadas.
     Uno de los rasgos más llamativos de los procesos por brujería italianos e ibéricos son la rareza de los cargos ya que los campesinos de estas tierras eran acusados de diversos tipos de magia como la amatoria, curanderismo… Y todo esto, naturalmente estaba asociado con la idolatría a Satanás y los demonios. Aunque este tipo de prácticas no se consideraban maliciosas, tenían que ser procesadas con la intención de corregir el error y proteger la fe.

7.- La Inquisición en España.

     La brujería en España fue más un tema secundario para la Inquisición, pues eran los judíos considerados la mayor amenaza contra la Cristiandad, hasta el siglo XVIII, momento en el que la brujería toma relevancia. De esta forma, durante los siglos XIV al XVI las brujas eran vistas, al contrario que en el resto de Europa, como víctimas y no como criminales.
     Entre los delitos de mayor gravedad estaban el Islamismo, el Luteranismo y el Judaísmo, las sentencias para quienes practicaban estas religiones eran de relajación y pena de muerte, entre los años 1581 y 1590 fue cuando se alcanzó el punto álgido de relajados. El castigo para los herejes era la confiscación de bienes, el hábito, la cárcel perpetua o entre cien y doscientos azotes.
     En algunos casos no era la Inquisición quien castigaba a los acusados, sino que eran “juzgados” por la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, según la Inquisición debían ser ellos quienes juzgaran a las acusadas, pues las brujas atentaban contra la fe cristiana, pero las jurisdicciones populares también querían realizar dichos juicios, por lo que se realizó una comisión mixta en Granada en 1525 para resolver este asunto y otras cuestiones de brujería. Tras la comisión, en la Corona de Castilla, la Inquisición fue la única capaz de decidir en los asuntos de brujería, mientras que en la Corona de Aragón se pretendió que la Inquisición sólo interviniera en delitos de herejía manifiesta en los que los jueces ordinarios podían aplicar un procedimiento de urgencia. Ésto provocó disputas entre ambas instituciones.
     Además, en la misma comisión surgió un enfrentamiento entre teólogos y juristas sobre la existencia de aquelarres; éste fue ganado por los teólogos, defensores de la existencia del aquelarre. Este hecho derivará en la cuestión de la procedencia de los poderes extraordinarios de las brujas, cuyas hipótesis se basarán en la existencia de un ungüento de las brujas, ya citado anteriormente.
    De esta forma, la Inquisición de la Edad Media fue dominada por los dominicos, mientras que en la Edad Moderna primaron los juristas, hecho que se consolidó con Felipe III, quien ordenó que los cargos de Inquisidor y Oficial fueran reservados para graduados en leyes. Por otro lado, con la expulsión de los moriscos en época temprana y los luteranos y calvinistas siendo limitados gracias a los cierres de la frontera, los tribunales se centraron en los judíos. Ésto provocó una emigración masiva al sur de Francia, Ámsterdam y Londres. Con la crisis se toleró el regreso de judíos de ascendencia hispana pero esta tolerancia duró poco tras la muerte de su valedor el conde-duque de Olivares.
     Los tribunales más importantes fueron los de Sevilla, Toledo, Granada y Valladolid.
     Los acusados de herejía eran identificados gracias a la existencia de matrimonios endogámicos, el lugar de procedencia, el hecho de cambiarse de ropa un sábado o comer carne en cuaresma. Ésto podía delatar a una familia o comunidad. Además, en el caso de las brujas, un experto examinaba el ojo izquierdo de las sospechosas, lugar donde supuestamente, el diablo dejaba su marca.
     Una vez apresados comenzaba la consulta de antecedentes, la confiscación de bienes, etc. Poseían tres audiencias ordinarias más las extraordinarias que solicitara el  preso. Una cuarta audiencia era para exponer los delitos y el nombramiento de un  abogado. Si el inquisidor no tenía suficientes pruebas podía pedir la aplicación del tormento. La decisión final estaba precedida por las alegaciones y presentación de testigos.
     Cuando el acusado era condenado a muerte podía reclamar la sentencia de muerte pero, conforme ésta era dada se llevaba a cabo y éstos no tenían tiempo a  reclamar. El acusado tenía que demostrar su inocencia frente a un juez que estaba convencido de su culpabilidad, éste no sabía ni quién le acusaba ni cuáles eran los hechos que se le imputaban, tenía un abogado que por temor le incitaba a decir que era culpable.
      Las penas dictadas no eran equivalentes en toda la geografía peninsular, variaban de unos tribunales a otros y aun en los mismos tribunales intervenía la personalidad que tuviera los propios inquisidores. La brujería a lo largo del siglo XVIII fue desapareciendo por completo de las prácticas judiciales en los países occidentales. Centrándonos en los actos de brujería, los lugares de reunión más importantes de los aquelarres de las brujas en España fueron las Cuevas de Zugarramurdi, el Castillo de Benevento, el Arenal de Sevilla o el monte Hartz. Es decir, aunque los tribunales tuvieron mayor importancia en las ciudades citadas, hubo casos aislados y de cierta relevancia en zonas de Galicia o La Rioja.

7.1.- Tribunal de Logroño.

      En 1483 el rey Fernando el católico consiguió que Torquemada fuese nombrado inquisidor general de Aragón, Valencia y Cataluña, aparte de Castilla, se unificó entonces la Inquisición. El establecimiento inicial de este tribunal no queda muy claro, hay que remontarse hasta 1489 donde están sus orígenes en el obispado de Osma, que comprende este mismo, y el arciprestazgo de Peñafiel, tras el paso por distintas sedes el tribunal se trasladó a Calahorra en 1521 donde permaneció cincuenta años. En 1570 la sede cambio de Calahorra a Logroño.
     En un primer momento, los funcionarios fueron teólogos, pasando posteriormente a ser juristas y por último juristas con el apoyo de teólogos. El número de inquisidores del Tribunal de Logroño fue variando de dos a cuatro según las necesidades del mismo. La actuación de los comisarios existía en los núcleos donde a los inquisidores les era difícil su actuación, eran una especie de delegados de estos.
      Estos debían tener una preparación especial, ser de familia honorable y cristianos viejos. Las visitas de distrito, eran las visitas de un inquisidor a un lugar, estas duraban entre  cuatro meses y un año. Algunos privilegios de los inquisidores eran fiscales, judiciales y sociales. La actividad del Tribunal inquisitorial de Logroño era frenética realizaba seis horas diarias de audiencias, declaración de testigos, etc..
     Los principios que formaban el acto procesal inquisitorial eran: el principio de bipartición atenuada, el principio del secreto, el principio de la búsqueda reiterada de la autoacusación del reo, el principio del arbitrio judicial, los principios de ritmo procesal y la reducción de las garantías procesales. La frecuencia con la que se celebraron los Autos de fe en Logroño fue anual. Los castigos que impartía el tribunal no fueron uniformes en todo momento, variaban en relación con el tiempo y las circunstancias. Al principio las encargadas de realizar los hechizos eran mujeres de raza mora y gitana. En España el único lugar donde se quemaron a brujas en la hoguera fue en el País Vasco, en 1507 el inquisidor de Logroño mandó quemar a una treintena de personas.

7.2.- Auto de Fe de Logroño.

     El Auto de fe de 1610, fue el mayor conocido, la mayor parte de los brujos y brujas que fueron juzgados provenían de Zugarramurdi y Urdax85. Eran mujeres y hombres entre los veinte y los ochenta años. Entre los crímenes de los que se acusaba a las brujas, el más común era el infanticidio. Normalmente se incautaban los bienes pero en este caso no se hizo.
     Los informes de los inquisidores decían que las confesiones eran incoherentes.  Estas confesiones fueron voluntarias y no se les sometió a torturas a los acusados. El proceso se inició con María de Ximildegui, natural de Zugarramurdi y que había estado viviendo en Francia, tras este período volvió a España y confesó a sus familiares que había formado parte de un conventículo de brujas en Francia, pero después se arrepintió y volvió al cristianismo, lo más importante fue que durante ese  período había participado en aquelarres en Zugarramurdi por lo que conocía a brujas de allí y nombró a unas cuantas, algunos habitantes del pueblo empezaron a ponerse nerviosos y confesaron que ellos también habían participado en esos ritos.
     Los inquisidores del Tribunal de Logroño se pusieron en marcha y detuvieron a cuatro brujos que consideraban los más notables y a los que mandaron a la cárcel. En el Auto de fe de 1610 salieron un total de treinta y un brujos. El inquisidor Alonso de Salazar y Frías publicó un anatema contra los herejes y  aquellos que eran brujos y no se declaraban así, el resultado fue malo ya que solo cinco brujas se presentaron ante el inquisidor diciendo lo que eran.
      El Auto de fe se fijó en el día 7 de noviembre de 1610. Dentro de los  condenados había tres grupos: los niños y aspirantes y niños brujos, los brujos novicios, los brujos profesos.
      Los relajados a estatua por el Auto de fe de 1610 entre otros fueron:  María de Tocaya y Aramendi, vecina de Rentería de ochenta años, la prendieron  por haber convertido a muchachos en brujos, fue condenada a relajación pero murió en  la cárcel y su estatua y huesos fueron sacados en auto para ser quemados. María de  Echalecu, vecina de Zugarramurdi, de cuarenta años, fue condenada a relajación y murió en la cárcel, su estatua con insignias y huesos salieron en auto para ser quemados. María de Echachute, vecina de Zugarramurdi, de cincuenta y cuatro años, fue  condenada por pertenecer al aquelarre y por diversos crímenes.
      Entre los reconciliados estaban:  María de Echegui, vecina de Zugarramurdi, de cuarenta años, confesó haber sido  bruja a los trece años con creencia y apostasía y que hizo bruja a una hija suya, su  sentencia fue auto con hábito, reconciliación con confiscación, hábito y cárcel perpetua. María de Yriarte, soltera, vecina de Zugarramurdi, de cuarenta años, confesó haber sido  bruja toda su vida y otras muertes y maldades, murió en la cárcel en agosto de 1610, fue  reconciliada en efigie. Mari Juanto, vecina de Vera, de sesenta años, confesó haber sido  bruja toda su vida y otras maldades como matar, junto con su hermana, a dos hijos de  ambas, murió en la cárcel en agosto de 1610, fue reconciliada en efigie.
     Los que se habían arrepentido llevaban un sambenito diferente al que llevaban los que iban a ser quemados en la hoguera. Los que habían muerto en la cárcel eran  representados por sus efigies.
     Después del Auto de fe de Logroño hubo nuevos brotes de brujería. Gran parte de esta epidemia se debió a que los predicadores que mandaron, hicieron que la gente se  volviera histérica y confesaran u obligaran a sus hijos a confesar que eran brujos para  librarse de la hoguera. Hubo gente que empezó a actuar por su cuenta apresando a  supuestas brujas y linchándolas.
      El inquisidor Salazar era escéptico con respecto al tema de la brujería, es más, en  sus interrogatorios se ve reflejado eso. Sus conclusiones son que realmente no existen indicios de que haya brujería por los territorios que él ha visitado.  Podemos decir que a partir de Salazar, serán muchos los que empiecen a  cuestionar ese manto “maléfico” que se le había atribuido a la supuesta secta de las  brujas. Entre éstos destaca Pedro de Valencia. Éste se muestra escéptico en varios  aspectos y piensa que se debería de tener más tutela y sutileza a la hora de enjuiciar y  castigar a los presuntos brujos, puesto que no hay pruebas palpables que verifiquen las  acusaciones dichas en palabras.
      La Suprema da nuevas instrucciones de cómo proceder ante estos casos e  incluye muchas propuestas de Salazar. Este modo de proceder resultó efectivo, ya que toda la zona donde se habían producido tantos casos de brujería estuvo en calma.

7.3.- Casos en Galicia.

     En esta zona geográfica se distinguieron dos grupos de brujas. El primero de  ellos es el de Bruxas, que fueron brujas que intentaban mantener su anonimato, hacían  el daño a distancia, procuraban no dejar rastros que apuntasen hacia ellas y se metamorfeaban en animales. Dentro de este grupo se distinguen dos tipos de brujas: la  Xuxona, que era un vampiro; y el Lobisome, un hombrelobo.
     El segundo grupo es el de las Meigas, quienes no se ocultaban y eran conocidas  por todos. Se distinguen aquí cuatro tipos de brujas, las cuales, todas ellas, se  apoderaban de la mente de los afectados y los enloquecían mediante un proceso histérico conocido como Meigallo. Estas podían ser: Vedoiras, predecían el futuro;  Feiticerias, fabricaban hechizos; Baralleiras, aconsejaban y adivinaban por medio de las cartas; y Menciñeiras, se dedicaban al curanderismo.
     Algunos casos fueron:  María Rodríguez de origen portugués fue una de las acusadas por el tribunal de Santiago en 1577 fue sometida a muchas torturas y al final fue quemada en la hoguera.  Ana Rodríguez en 1609 fue otra de las acusadas, fue también torturada pero no fue  condenada a la hoguera sino a salir en el Auto de fe con insignias de bruja, recibió cien  azotes y se la desterró por tres años100. Marta Fernández en 1618 fue otra acusada, fue desterrada otros tres años101. Elvira Martínez 1625, condenada a salir en el Auto de fe con las insignias de bruja y hábito penitencial102. Catalina de la iglesia, 1625, fue torturada, condenada a llevar el hábito penitencial pero fue salvada de la hoguera. Ana de Castro, 1625, fue torturada y condenada a doscientos azotes y al destierro por un  periodo de diez años. Eufemia Cid de marzas, 1636, condenada a salir en el Auto de fe  embetunada y emplumada y desterrada de Santiago por cuatro años. Sor Bernarda de Novoa y Taboada y sor mariana de montes, 1637, estuvieron presas. Magdalena das  Pereiras, 1646, fue acusada y tuvo que salir por la calle con una soga al cuello, fue  sometida a doscientos azotes y desterrada de Santiago, Madrid y Monforte de Lemos durante seis años. Lucia Fidalgo, 1646, torturada y acusada tuvo que llevar un cordel al  cuello y ser sometida a doscientos latigazos y desterrada por seis años.

7.4.- Tribunal de Valladolid.

     Gracias al apoyo de las coronas y los católicos, el Santo Oficio, en tan sólo dos décadas tendría veintitrés tribunales. Se empezó a apreciar este hecho a partir de 1478 destacando Castilla la Vieja, donde se asentaron nueve tribunales. Por los altos costes que suponía, se decidió concentrar los tribunales y así surgió el Tribunal de Valladolid en el año 1502, el cual administraría diez obispados. El amplio territorio hizo que el control que ejercían no fuera hegemónico lo que provocó la separación de Galicia en el año 1574104.
     El Tribunal de Valladolid durante el siglo XVIII fue especialmente agitado, se estima que mil doscientas veintitrés personas desfilaron ante los inquisidores. De estas sentencias, setecientas quince se consideraron muy graves, siendo aprobado el tormento como arma para sonsacar cómplices y pruebas.

8.- Inquisición en el continente americano.

     8.1.- Salem.

     Los hechos acaecidos en Inglaterra influenciarían en sus colonias, como en Nueva Inglaterra, América del Norte. La primera condena a la horca de una bruja en Nueva Inglaterra tuvo lugar en 1647. Sin embargo, el hecho más relevante fue el protagonizado por unas niñas en Salem, en el condado de Essex en el actual estado estadounidense de Massachusetts, en 1692, quienes empezaron a hacer experimentos con la adivinación en un intento por descubrir quiénes iban a ser sus futuros maridos. Las niñas se atemorizaron y comenzaron a mostrar síntomas de nerviosismo, retorciéndose y adoptando posturas extravagantes. Como consecuencia, otras niñas empezaron a tener ataques y convulsiones, posiblemente éstas últimas se dejasen llevar  por la fuerza de la sugestión inconsciente o tal vez les gustara ser centro de atención.
     Tras un minucioso interrogatorio, las niñas, bajo la presión, acabaron acusando a tres mujeres de haberlas embrujado: sólo una de ellas reconoció que mantenía relaciones sexuales con el demonio. Ninguna de las mujeres que reconocieron dicha relación con el  diablo, fue ahorcada, ya que los síntomas de las niñas iban mejorando; sin embargo, sí fueron ahorcadas las mujeres que negaron sus imputaciones.
      Bajo los efectos de la presión, las amenazas y la sugestión, las imputaciones  fueron aumentando en número y los ataques fueron aumentando en intensidad, extendiéndose así el miedo. Así, el primer ahorcamiento de esta ciudad, Salem, tuvo  lugar en junio de 1692, cinco mujeres más fueron ahorcadas en julio del mismo año, y seis más en el siguiente mes. El último ajusticiamiento tuvo lujar el 22 de septiembre de 1692. En total se contabilizaron más de cien mujeres encarceladas y diecinueve ejecuciones.

8.2.- Iberoamérica.

     En los territorios iberoamericanos la Inquisición fue instaurada por el monarca Carlos V, quien designó a Juan Quevedo como inquisidor general. Las causas de instaurar una nueva Inquisición en un territorio tan alejado del gobierno central fueron los continuos viajes a las “Indias” de judíos y protestantes, ya que ésta fue una vía de escape. Además, en dicho territorio nació una nueva herejía de la unión de la cultura indígena, los esclavos africanos y los influjos hispanos.
     De esta forma el primer Auto de fe tuvo lugar en México en el año 1528. Diez años más tarde, Carlos V concedería la minoría de edad a los indígenas, por lo que no podrían ser acusados de actos heréticos. Un siglo más tarde, en 1636, el 98% de los casos estaban relacionados con los criollos, es decir, personas de origen africano traídos como esclavos al territorio hispanoamericano y mezclados con la población indígena. La mayoría de las acusaciones tuvieron lugar en la actual Cuba, Haití y Brasil por actos relacionados con el Vudú.

Bibliografía:

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