viernes, 26 de junio de 2015

34. Historia Contemporánea. La propaganda de principios del siglo XX.

PROPAGANDA EN LA EUROPA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

BULPES FERNÁNDEZ, CARMEN
CONDE LOBATO, RAQUEL
ROJAS MATEOS, ALICIA

Trabajo autorizado por Dña.:
BARRANQUERO TEXEIRA, ENCARNACIÓN
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

1 El presente trabajo se ha realizado con conciencia de la superación del límite de páginas pero también con el consentimiento de la profesora para el mismo fin por el hecho de ser temáticamente denso en la incorporación de imágenes relacionadas con la propaganda, de ahí que el trabajo en sí no supere el límite acordado, pero sí las aportaciones iconográficas aportadas en el apéndice.

Índice
I. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 3
II. ITALIA ............................................................................................................................................. 6
III. ALEMANIA ................................................................................................................................. 16
IV. PENÍNSULA IBÉRICA ............................................................................................................... 25
1. ESPAÑA ......................................................................................................................................... 26
a) Gobierno republicano ...................................................................................................................... 28
b) Gobierno sublevado ........................................................................................................................ 29
2. PORTUGAL ................................................................................................................................... 35
V. RUSIA ............................................................................................................................................ 37
VI. CONCLUSIÓN ............................................................................................................................. 42
APÉNDICE ......................................................................................................................................... 43
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................................. 73

I. INTRODUCCIÓN

El vocablo “propaganda” es concebido en la modernidad3 como eco de empresas pasadas, véase en la Contrarreforma de la Iglesia Católica romana, con la creación de la Sacra Congregatio de Propaganda Fide4, tras el cisma, en un intento de recuperar la hegemonía religiosa de la que habían gozado durante siglos. Este hecho nos deja ver la confrontación como elemento clave para el empleo de la propaganda; en concreto, y donde mayor relevancia ha adquirido, trataremos la propaganda política5.
Etimológicamente el término procede del latín propagare, que “aludía a la práctica del jardinero de introducir en la tierra los esquejes frescos de una planta para multiplicarla”6. El primer uso documentado del término tiene lugar en 1622 con Gregorio XV. El término propaganda asumió así un sentido negativo en los países protestantes, pero una connotación positiva, similar a educación o predicación, en los países católicos7.
La propaganda política, como ya nos hemos referido, es una herramienta básica ante problemáticas político-sociales, bien en relación a crisis de legitimidad, bien por el agotamiento del modelo o sistema, o por la introducción de nuevas fórmulas desconocidas, ya sea para ensalzarlas o derrocarlas por este mismo carácter. Mediante el estudio de sus instrumentos –ligados a su realidad histórica–, podemos hallar sus intenciones primigenias, cuyos pilares suelen ser el respaldo de una política que no ha obtenido unanimidad, crear oposición sobre el mandato gobernante en un intento de debilitarlo y la instauración de un sentimiento de pertenencia o identificación8.
Para una mayor utilidad del recurso ha de concentrarse en la menor cantidad de aspectos posibles: la brevedad y la claridad son sus mayores aliados, reduciéndose así a eslóganes y símbolos, véase el “Heil Hitler”, donde la repetición juega de igual modo un papel muy relevante9. La propaganda novecentista, con especial énfasis en el nazismo, asimiló el conocimiento y modos que la Iglesia llevaba siglos explotando, en alusión a los miedos colectivos de cada sociedad, provocando así una reacción colectiva encauzada mediante el patriotismo donde se observa que “la mayoría de la gente quiere creer que los problemas son sencillos en vez de complejos, quiere que se confirmen sus prejuicios, quiere sentir que no está marginada, lo que implica que otros sí lo estén, y necesitan señalar a un enemigo que cargue sus frustraciones”10.
Para la labor de recopilación que este trabajo ha necesitado, hemos encontrado grandes escollos, y es que sobre todo desde el estudio de la propaganda desde las Ciencias Políticas, existen grandes lagunas propiciadas por la evasión de los estudios interdisciplinares. El estudio de la propaganda no se refiere exclusivamente a la manifestación como tal, sino al complejo sistema de comunicaciones humanas que hay tras él. “La propaganda es polimórfica y se vale de recursos casi infinitos”, por ello y mediante nuestra minúscula colaboración al tema, creemos poder afirmar que un estudio multidisciplinar resultaría notablemente más fructífero11.
Antes de sumergirnos en el tema, vemos necesario distinguir dos conceptos que en nuestra realidad suelen solaparse: publicidad y propaganda. Pese a objetivos y medios comunes, como la búsqueda del convencimiento en un individuo mediante persuasión, ambas tienen metas diferentes, como lo son la excelencia comercial versus la política, por tanto nos centraremos en la propaganda per se12. La persuasión, el principio de ambas modalidades, es innata en el hombre, pero la propaganda es fruto de un sistema social complejo, siendo Estado y propaganda una unidad indivisible13.
Según el destino de la propaganda, la clasificamos como propaganda blanca –donde el objetivo es la información–, y propaganda negra –cuyo fin es la desinformación sobre el enemigo–14; y en el intervalo donde nos centraremos, en relación con el bando emisor, deberemos distinguir entre propaganda aliada, bolchevique o fascista/autoritaria. Pese al amplio espectro, en el bando aliado deberemos destacar un antecedente tal como la Primera Guerra Mundial15, donde se elaboró la primera teorización sobre la materia de manos de Harold D. Lasswell, 192716. Basándose en teorías de Pauloy, que retomarían Ribbentrop y Goebbels, la propaganda nazi buscó la sobreexcitación patriótica en la línea del instinto de masas, señalando para ello un claro enemigo y mensaje, sugestionando a los receptores a ver en ellos, y no en el contrario, el liderazgo hacia la liberación. Cuando los métodos no explícitamente violentos dejaron de dar de sí se emplearon métodos de terror, véase la Gestapo17. Como señala Brown, “la gente es más sugestionable en multitud porque disminuye su credulidad” 18, y de ello, fascismo y autoritarismo se aprovecharon en gran medida, focalizando sus esfuerzos en la creación de una mentalidad colectiva, enraizada en la nueva concepción de Estado donde no había espacios para las discrepancias, ya que las disidencias se podían pagar muy caras.
Berthier y Sánchez Biosca centraron sus estudios en el análisis del concepto del miedo, interrelacionado con el odio, el cual estuvo presente en todos los eventos propagandísticos. El odio implica el distanciamiento emocional hacia el otro, distanciamiento emocional, que es observado con asco en relación a un estereotipo negativo exacerbado19.
En estos casos, la información simple y aislada no existe en el gen o genoma propagandístico, ya que toda ella está controlada por el Estado, forma parte de su proyecto y, por tanto, tiene una evidente intencionalidad. Violet Edward definía la propaganda como “la expresión de una opinión o una acción de otros individuos o grupos, deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para unos fines predeterminados y por medio de manipulaciones psicológicas”20. A día de hoy, y barajando el contexto de entreguerras, su definición queda en desuso. Por otro lado, Kimball Young completaría la definición como “el uso sistemático más o menos deliberadamente planeado de símbolos principalmente mediante sugestión y técnicas psicológicas similares, con la intención de alterar y controlar opiniones, ideas, valores y, en última instancia, cambiar acciones públicas con arreglo a unas líneas predeterminadas”21. Y es que el control y depuración del flujo de información y de intelectualidad, decantada estatalmente, como medio de manipulación social, fue un rasgo de vital importancia en los regímenes fascistas y autoritarios del siglo XX, ya que muchos de sus discursos no poseían lógica. La propaganda juega con la verdad y la mentira sin culpabilidades ni impedimentos morales22.
W. E. Griffith señala que la propaganda totalitaria “significa control del pensamiento, a través de la orientación y censura de los medios de comunicación, sometidos a la línea del partido único, a través de la creación de un lenguaje ideológico capaz de conseguir una imagen atractiva y agresiva, mediante campañas científicamente programadas, y con la utilización permanente y planificada de todas las posibles manifestaciones de la inteligencia y la imaginación, que incluyen como elemento eficaz cuando promueva sentimientos colectivos –temor, odio, pasión, entusiasmo, piedad–” 23.
Finalmente, en este apartado vemos útil recurrir a la definición de Emma Rodero Antón, quien intenta sintetizar aunando los preceptos anteriores, entendiendo propaganda “como la acción sistemática reiterada, ejercida por medios orales, escritos o icónicos, sobre la opinión pública, con una finalidad persuasiva, principalmente mediante la sugestión y técnicas psicológicas similares, para imbuir una ideología/doctrina o incitar a la acción mediante la canalización de actitudes y opiniones, al representarse la realidad tergiversada, seleccionada e interpretada sociocultural determinada, sin la cual ni pueden comprenderse sus repercusiones psicológicas y culturales”24.

II. ITALIA

El período de entreguerras es el epicentro propagandístico del siglo XX, donde se observa el empleo de las nuevas artes al servicio del poder estatal como la radio, el cine sonoro o la microfotografía, naciendo y reproduciéndose un nuevo leit-motiv25, al servicio del Estado, aunque no siempre se recurriría a él; al comparar Italia con Alemania, la propaganda hitleriana destacó por una mayor acción en propaganda directa, en respuesta a un acontecimiento concreto, antes que las publicaciones periódicas, pese a su existencia como el Ilustrierte Beobachter26.
Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que la propaganda nazi obtuvo mayor influencia y visualización nacional e internacional, ya fuere entre los países amigos, como España, como en los enemigos, los países aliados27, la propaganda nazi se extendió mediante herramientas como la radio, el cine y el automóvil28. Otros vehículos propagandísticos del régimen fueron su producción bibliográfica, las artes plásticas y las exposiciones itinerantes29. Para llevar a cabo sus planes propagandísticos, Alemania tuvo que efectuar en primer lugar una unificación cultural, en una búsqueda de sesgar cualquier disidencia ideológica y cultural30. Sólo entre 1933 y 1934 se produjeron en Alemania algo más de mil películas, un gran logro tras la fuga de talentos del 1933 -31, reunificando y dirigiendo sectores tan desmoralizados como las masas populares tras el varapalo de la Primera Guerra Mundial y sus costas, hacia un nuevo objetivo como fue la regeneración nacional. El estudio de los logros propagandísticos en la Primera Guerra Mundial se pueden observar desde tiempos tan tempranos como la publicación del Mein Kampf32.
Mientras, bajo el régimen de Mussolini, la propaganda y la censura se generalizó, los fascistas italianos vieron en su movimiento una vanguardia, un renacimiento social, político y artístico de la mano de una nueva generación, que mediante la oposición violenta al Estado liberal-demócrata, sus miembros se consagraron como un nuevo arquetipo de hombre italiano, un ideal que se enmarcó en el “buon fascista” o el “uomo nuevo”33. Sin embargo, pese a las labores intelectuales al servicio del régimen, la uniformidad estatal era menor a la alemana34.
Anthony Prataknis y Elliot Aronson apuntan acertadamente en su libro que “con una repetición suficiente y la comprensión psicológica de las personas implicadas, no sería imposible probar que de hecho un cuadrado es un círculo. Después de todo, ¿qué son un cuadrado y un círculo? Son meras palabras, y las palabras pueden moldearse hasta disfrazar ideas35.
El fascismo durante casi sus veinte años de régimen sobrepasó las cotas del poder político, adquiriendo un relieve espiritual. Una mitología por la que se consagraron y legitimaron en el poder, partiendo de la mitificación, al líder presentándolo como un ser omnisciente; la revista Milizia Fascista daba la siguiente consigna: “acuérdate de amar a Dios, pero no olvides que el Dios de Italiano es el Duce”36. Asimismo il Duce demostró ser director en todo momento de la vida de los italianos, pudiendo paralizar el país mediante transmisiones radiofónicas de discursos. Como parte de su culto al liderazgo, o ducismo, en Italia, Mussolini también desarrolló un código de gestos y expresiones faciales altamente estilizadas pensadas para ser claramente legibles desde la parte más alejada de una multitud. Estos estilos de actuar pueden haber sido tomados de los del cine mudo. Hitler y Mussolini pretendieron sin duda emanar un carisma erótico: ambos se enorgullecieron de poder controlar a las multitudes “como si se tratara de una mujer”37. Ello no es una novedad, estos modos tuvieron su antecedente en la Unificación italiana y, sobre todo, en el cambio de siglo donde se produjo un movimiento de exaltación llegado desde Francia, como lo demuestra las influencias de diversos teóricos franceses en la línea de Action Française, en el nacionalismo italiano, así como de la crítica del positivismo y, tuvieron como uno de sus verdaderos objetivos igualarse a su verdadero rival, la Iglesia Católica38. El fascista francés Robert Brasillach hablaba del fascismo, no como una teoría, sino como una “poesía” de fe y emoción39. Cabe destacar, dentro de la producción nacional, las ideas ultranacionalistas del Il Regno, revista fundada el 7 de noviembre de 1903, donde se glorificaba el pasado histórico del Imperio romano y el Renacimiento, corriente que pudo afectar al aún socialista Mussolini40.
El no posicionamiento de la Iglesia Católica ante el auge de las ideologías fascistas/autoritarias, llegando incluso al pactismo, véase en la consecución de los sectores educativos en el nacionalcatolicismo español, ha sido asimilado como una actitud irreverente ante el tropiezo, siendo su mea culpa posterior insuficiente para gran parte de los sectores vejados.
El fascismo nació en un contexto político dominado por una derecha nacionalista y antiliberal y una izquierda socializante de poca hegemonía y gran diversificación, considerados por el Duce como un cadáver político que renovar por una nueva generación y un nuevo partido “socialista” y revolucionario, revolución que era una amenaza constante de la izquierda que el pueblo deseaba pero nunca se llevaba a cabo y socialismo que el Duce vio como un nexo de unión41.
Dicha corriente se erigió consolidándose en tres pilares: el antiliberalismo, el anticomunismo y el anticonservadurismo, estableciéndose tras un nacimiento, donde era innegable la búsqueda de parentescos en la izquierda –en pro de la concesión del apoyo obrerista–, como un partido innovador, tercerposicionista. Pese a sus intentos de distinción, el fascismo fue fruto del revisionismo de ambas tendencias, incluso del marxismo, de quien tomó la preocupación social del conflicto entre proletarios y patronos para usarlo a su favor, ya que gracias al apoyo mediático de las masas populares pudo llevar a cabo acciones violentas contra las clases privilegiadas antagónicas con el fin de crear un Estado autoritario bajo el poder de la figura cada vez más mitificada de Benito Mussolini42; nacionalista, anticlerical en sus raíces, aunque no necesariamente en sus intelectuales, y de una manifiesta actitud imperialista, el fascismo se consolidó como un sistema regido por un corporativismo vertical a semejanza del ejército, estimulando los rasgos identitarios de éste, como el belicismo, la camaradería, la virilidad o el compañerismo, a expensas de crear un Estado donde los individuos eran súbditos de éste, dependientes, proporcionado así una cura paternalista a lo que Erich Fromm denominó “miedo a la libertad”. Ello estuvo ligado al nacimiento del culto hacia la guerra, como modo de justificar la política imperialista, del cual Corradini fue uno de sus máximos divulgadores, afirmando en su discurso de 1913:
“Il culto della morale guerresca, essenza della dottrina nacionalista, significa molte e svariate cose. È uno scorcio verbale che compendia un volumen, il volumen della reforma in tutta quanta la nostra vita interiore. Insomma, noi possiamo riconoscere questo: che viviamo in un tempo d’estremo materialismo. […] Ora, io chiamo morale guerresca il suo opposto, e dico che bisogna combattere […] l’individualismo materialista plutocrático, socialista, pacifista […] Con la religione e per la religione della nazione guerreggiante per le supreme ragioni del suo spirito”.
Masseroni no dudó en afirmar que: “La storia che precede la guerra è una “cronaca profana”, mentre con la guerra si entra in un presente “sacro” a fronte del quale tutto cambia”. Fue un proceso de sacralización de la guerra, un proceso que también se vio en Alemania43.
La guerra italiana fue una guerra moral y moralizante, sacra y sacralizante. Pese al discurso, Mussolini nunca se dejó llevar por la religión, es más, cuando hablaba de un dios, a diferencia de sus correligionarios nunca especificaba que fuese la divinidad cristiana44.
La necesidad de una religión italiana se observa en cómo el fascismo se presentó como una acción necesaria tras el clima de pérdida y desaliento después de la guerra. Gioacchino Volpe resumió el fascismo en tres palabras, “giovinezza, impeto, fede”45.
Esta jerarquía social no sólo contempló a los hombres; tras eliminar las clases, dominando su fuerza y su poder combativo, el régimen comenzó a emplear sistemáticamente sus armas propagandistas contra el sufragio femenino, haciendo de él uno de los motivos de la decadencia de las fuerzas aliadas. El empoderamiento de la mujer sufrió en Italia un retraso de gran magnitud. Mussolini, en su programa originario en 1919, apostaba por el voto femenino “al compimento del ventunesimo anno d’etè, dovessero godere di perni diritti civile e politici, senza distinzione di sesso”46, pero una vez establecido el régimen la mujer sólo pudo desempeñar el papel, de acuerdo con los precepto cristianos, de esposa y madre47.
Mussolini fue un personaje muy ambiguo, descendiente de una familia de gran tradición socialista comenzó a militar en el PSI en 1900, llegando a obtener con el paso de los años gran número de apoyos, siendo incluso considerado un intelectual. En 1910 fundó en Forli La Lotta di Classe una sede del Partido Socialista48, poco antes de su encarcelamiento por su oposición a la empresa colonialista del gobierno de Giolitti. A fines del año 1912 fue nombrado director del periódico socialista L’Avanti, donde el 18 de julio de ese año había publicado:

“Noi vogliamo crederlo, noi dobbiamo crederlo, l’umanità ha bisogno di un credo. È la fede che muove le montagne perché dà l’illusione che le montagne si muovano. L’illusione è, forse, l’unica realtà della vita”49.

Su formación como periodista y revolucionario, tanto en su exilio en Suiza como a su regreso a Italia, le granjearon las bases como agitador político, ocupando la prensa en su dictadura un lugar predilecto y dividiéndose ésta en periódicos, Il Popolo d’Italia, Il Corriere Padano, Cremona Nuova o Impero; revistas oficiales, o de carácter frondista –con amplias subvenciones del Estado–, como la Gerarchia, La Nuova Politica Liberale, Giuventú Fascista, Il Selvaggio y, sobre todo, Critica fascista; e, incluso, debemos destacar la elaboración de tebeos fascistas como prueba de la especial atención a las nuevas generaciones, véase il Corriere dei Piccoli, teniendo un gran peso en la elaboración del pensamiento fascista. Asimismo debemos destacar otros métodos propagandísticos como la radio o el cine, que no encontraron su desarrollo de masas hasta los años ‘3050. La prensa tuvo como exponentes publicaciones como: Il Corriere Italiano. Ello estuvo dirigido, en primer lugar, desde l’Ufficio Stampa e Propaganda, cuyo primer director fue Luigi Freddi, pasando a llamarse en 1937 Ministro della Cultura Populare o “Miniculpop”51. Desde el año 1926, l’Ufficio Stampa del Capo del Governo, adquirió un mayor peso como instrumento del régimen, comenzando a depender del Ministerio de Asuntos Exteriores, sucediéndose en dicho organismo distintos directores como el Conde Giovanni Capasso Torre di Pastenen, Lando Ferreti o Galeazzo Ciano, entre otros52. El cine ya había sido empleado con anterioridad como instrumento de propaganda, ya fuese en la Primera Guerra Mundial o en la Revolución rusa53. Pero en el cine italiano, la implantación de la censura fue más dificultosa, a excepción de las películas documentales al servicio del Instituto Nazionale LUCE –l’Unione Cinematografica Educativa–, destacándose temáticas como las campañas en España. Otras películas que marcaron especialmente el carácter propagandístico del régimen fueron Scipione l’Africano, Camicia Nera o Vecchia Guardia en la década de los años ‘30.
Como modo de asegurarse que la propaganda llegase a su destino, en 1933 se estableció la obligatoriedad en las salas de proyección en ciudades de más de cincuenta mil habitantes de programar una película italiana por cada tres extranjeras, películas que por su nacionalidad tuvieron impuestos especiales gravando su importación54.
El auge fascista italiano comenzó en 1919; en su primer año su apoyo electoral era mínimo, véase las elecciones del 15 de noviembre de 1919, donde en Milán el Partido Nazionale Fascista alcanzó sólo los cuatro mil setecientos noventa y cinco votos respecto a los ciento setenta mil del Partito Socialista Italiano. Pero la conversión de las clases dirigentes al fascismo progresó, alcanzando en las elecciones de 1921 su cénit55.
El PSI, posicionado neutralmente en la Primera Guerra Mundial, no aceptó el viraje italiano hacia las posiciones tradicionalistas a favor de la intervención a partir de octubre de 1914. Acusado de estar comprado por potencias extranjeras –Francia e Inglaterra– fue privado de la dirección del diario y expulsado del Partido Socialista56. En consecuencia nació Il Popolo D’Italia y los Fasci d’Azione Rivoluzionaria, propulsores de la propaganda intervencionista hasta 1915 con la consecución del conflicto y, entre 1919 y 1922, fueron los máximos exponentes de propaganda fascista, cuya finalidad era desestabilizar el estado liberaldemocrático promoviendo la violencia y la rebelión57.
Cuando estalló el conflicto, Mussolini participó en él hasta ser herido en 1917, a su vuelta a Italia, su catarsis había concluido. Visto que el Pacto de Londres no cumplió lo prometido, la sociedad italiana se sumió en una depresión tras una guerra por la que habían perdido mucho y ganado casi nada. Este clima de crispación fue aprovechado por el líder fascista para crear il fasci di combattimento, constituidos en Milán en 1919. Fueron tropas urbanas, precedentes de la creación del PNF en 1921. Pese a tener una procedencia tan ambigua como su líder, centraron sus acciones violentas contra los grupos socialistas y comunistas gracias a la “complicidad pasiva de la policía”58. Su nombre es un ejemplo más de su carácter bélico y de esa procedencia izquierdista, ya que el término “fascis” a fines del siglo XIX formaba parte de la cultura política italiana de izquierdas59.
Hasta fines de 1922, el fascismo representaba una corriente minoritaria, cuyo triunfo sólo se puede explicar ante la crisis del Estado liberal y el oportunismo de su líder.
En este mismo año, 1922, se produjo la mitificada marcha sobre Roma, una huelga general, calificada propagandísticamente como un desafío, donde cincuenta y cuatro mil hombres marcharon sobre la capital consiguiendo neutralizar las acciones políticas, incluidas las de su aliado conservador Giolitti, suponiendo esto el fin del sistema liberaldemocrático60.
Pese que en el pulso con el poder Mussolini salió como claro vencedor, la manutención de la monarquía supuso claras limitaciones institucionales a sus planes gubernamentales. Debemos de entender que aún con principios republicanos, el fascismo italiano no tardó en convertirse en realistas. Veían en la monarquía “una continuidad histórica de la nación”, lo que también servía para atraer a los pro-saboyas y a la división del ejército que aún les tenía reparos61. Escollo que Tussel vio saldado entre 1926 y 1929, cuando se emprendió un proceso de fastización del Estado obteniendo finalmente un amplio consenso en Italia, aunque ya desde 1925 observamos la elaboración de listas de prensa que por distintas cantidades mensuales se declaraban pro-fascistas, asimismo, los tres grandes diarios que mantenían su independencia del régimen –Il Mondo, La Stampa y el Corriere della Sera–, tras la promulgación de la ley del 31 de diciembre de 1925 para inscribirse como periodista profesional fue indispensable tener el carnet del partido fascista. Solo l’Ossevatore Romano escapó de la censura del régimen, dando una información mucho más rica y veraz del exterior a los italianos, aunque no faltaron las palizas a los quiosqueros que se atrevían a venderlo. Otras acciones propagandísticas que destacaremos serán las distintas campañas agrícolas, como por ejemplo la llamada “Batalla del Grano” o la conversión de la vida pública a través de símbolos y rituales. A partir de este intervalo podremos hablar de un auténtico modelo propagandístico moderno62.
En 1926 una comisión dirigida por Augusto Turati, propuso la construcción de una gran emisora en Roma, además de otras de menor tamaño en otras ciudades, siendo el precedente del “ente italiano audizioni Radiofoniche”, Monopolio Radiofónico Estatal creado en 1927, que a partir de los años ’30 comenzaron a prodigar toda una programación política al servicio del Estado63.
El fascismo pues, nació como un movimiento miliciano –fasci di combattimento–, que pese a la escisión que esta decisión supuso, se transformó en un partido nacionalista, autoritario de corte militar64. Fue una dictadura civil, al igual que el régimen de Hitler, donde se procedió a la exaltación del líder único, la ausencia de derechos civiles y el Estado de excepción para los adversarios políticos65.
En Italia, pese a ser el reflejo donde en primera instancia Hitler se miró, la propaganda no tuvo gran efecto en la población, ya que eran una minoría los belicistas e imperialistas, participando en las empresas de il Duce por obligación66, aunque no por ello debemos desestimarlos, ya que introdujeron un nuevo imaginario en la cultura popular del país, el chovinismo y el populismo se asentaron como métodos de legitimidad y de superación del sentimiento de inferioridad67.
Un apartado de especial relevancia en el programa político del régimen fascista fue su implicación en las aulas. Giovanni Gentile, como ministro de Instrucción Pública, realizó la mayor reforma del sistema educativo italiano en 1923. Reforma en la que se remarcó la centralización, jerarquización y autoritarismo del Estado. Se reintrodujo la religión en la escuelas elementales del Estado, aunque siguió ausente en la secundari; se reforzaron las asignaturas literarias y humanísticas en detrimento de las materias científicas; se inculcaron valores como la obediencia, la disciplina y el orden social68.
El proceso de fastización lo aprecia la escuela Francisco Morente en dos cuestiones: el control ideológico del profesorado y la transmisión de los principios del fascismo formalizándolos en la vida académica y con rituales militares, acentuándose las conmemoraciones nacionalistas y ritos patrióticos, desde finales de 1925 el saludo fascista era obligatorio entre alumnos y profesores 69. Una década más tarde se introdujo en la enseñanza media y universitaria la asignatura de cultura militar.
La Carta della Scuola de 1939 convirtió el sistema educativo en un instrumento totalitario, que junto a las organizaciones juveniles, cuya afiliación era obligatoria hasta los 21 años, completaban la formación educativa70.
El régimen fascista aspiró a la construcción de un Imperio, a semejanza del Imperio romano, y como él, dejar su huella incólume en el tiempo. El fascismo no creó ningún estilo exclusivo, corrientes preexistentes se vieron asimiladas y realzadas por el régimen. El arte fascista se caracterizó por una evocación continua al pasado, en una búsqueda de evocar valores eternos. En la pintura fascista se mezcló lo nuevo y lo viejo, con gran dinamismo71, destacándose el estilo cartelístico con argumentos como “la batalla demográfica”, “la madre italiana”, “la batalla del grano” o “escuchando en la radio un discurso del Duce”72. Para Eric Hobsbawm, el arte tiene un lugar privilegiado, demuestra la gloria y triunfo del poder73, y en concreto, el cartelismo, es el arte popular por antonomasia, ligado al proceso industrial donde no hay cabida para la obra única por su público masivo. Los carteles de guerra fueron la expresión icónica del combate colectivo, de sus razones y objetivos, que se legitimaban, manifestando los ideales de justicia y libertad74 así como un reflejo de la cultura de masas predominante en este contexto75.
Laura Malvano en un interesante trabajo sobre la plasmación en imágenes del mito de la juventud fascista, identifica al hombre como un efebo atlético, vigoroso, dotado de gran belleza y juventud, como símbolo del homo novus del fascismo76. Las interpretaciones fascistas del cuerpo humano apoyaban la metáfora apologética que veían en el cuerpo humano un modelo del Estado. El protagonismo de esta metáfora es relevante en casi todas las representaciones de la anatomía humana en el arte fascista. Las imágenes de fuerza corporal, vigor, agresión y vigilancia, como las de Albert Janesch, Deporte acuático (vid. 19), y Adolf Wamper, El genio de la Victoria (vid. 18), reflejan las pretendidas cualidades del Estado fascista77.

III. ALEMANIA

Con el final de la Primera Guerra Mundial los militares ultranacionalistas constituyeron el caldo de cultivo decisivo del nazismo78. En Alemania la penetración propagandística en las masas obreras descastadas por la crisis se debió en parte a la incapacidad de socialistas y comunistas de hacer frente a su discurso sentimentalista79.
La vida política de Adolf Hitler fue inseparable de su actividad propagandística. Durante el movimiento revolucionario, Hitler se enfrentó con los consejos de soldados, y entre los años 1919 y 1920 fue oficial de propaganda en la nueva Reichswehr. Ya en julio de ese mismo 1919 entró a formar parte de un pequeño grupo de ultraderecha que posteriormente sería el Partido Nacional Socialista del Trabajo, NSDAP80.
En julio de 1932 se eligió un Parlamento imposible con doscientos treinta nazis y doscientos treinta y dos socialistas y católicos, muriendo de esta forma asesinada la República de Weimar por el nazismo y con las elecciones celebradas en marzo de 1933, que dieron el cuarenta y tres con nueve por ciento del voto a los nazis, con un total de doscientos ochenta y ocho escaños81.
El 30 de enero de 1933 Hitler se ratificaba en disolver a “todos los bolcheviques, los social-demócratas y los judíos”, y, por otra parte, a los núcleos de trabajadores que no pudo alinear debido a su ideología lo hizo mediante las brigadas de presión82.
De cara al escenario internacional el nacionalsocialismo exportó el señuelo del terror soviético hasta el final Pacto de Acero con la Unión Soviética en 193983.
En 1932, Adolf Hitler incitaba a sus compatriotas con estas palabras:
Reina la confusión y el desorden en nuestras calles; las universidades rebosan de estudiantes que se rebelan y provocan disturbios. Los comunistas quieren destruir nuestra patria; Rusia nos amenaza con su poder, la República está en peligro…; sí…, en peligro desde dentro y desde fuera. ¡Es preciso que se imponga la ley y el orden, porque sin ellos el país no puede sobrevivir!84.
Durante su corta estancia en la cárcel Hitler escribió su obra Mein Kampf, donde describió, en la primera parte, su propia trayectoria vital y política hasta ese momento. Concibió la actividad de propaganda en estrecha relación con la de organización85. Posteriormente, en el año 1940 se convirtió en el libro más leído y difundido alcanzando los seis millones de ejemplares vendidos86.
Por otra parte, en el programa político del NSDAP la mujer no aparece mencionada hasta llegar al punto veintiuno, al hablar de su condición de madre87. El ideal nazi de la mujer nacionalsocialista establecía que tenía que servir al Estado por encima de todo, en palabras de Gisela Bock, tenían que ser “primero alemanas y sólo en segundo lugar mujeres”88. Encargadas de la formación de la mujer en un sentido nacionalsocialista existían dos organizaciones diferenciadas según la edad de sus afiliadas: por un lado, la Nationalsozialistische Frauenschaft, encargada de la formación de las alemanas adultas y por el otro estaba el Bund Deutscher Mädel, la asociación de muchachas alemanas89.
Uno de los fenómenos más característicos de la formación de masas consistió en la exaltación e intensificación de la emotividad de los individuos que la integraban. La propaganda nazi estaba proyectada a la colectividad que se sobreentendía como excitable, impulsiva, apasionada, versátil, inconsecuente, indecisa, accesible a las pasiones violentas y a los sentimientos elementales, fácil de sugestionar, etc90.
Los vehículos de propaganda fueron diversos: desde exposiciones itinerantes, a una producción bibliográfica y artes plásticas a expensas del régimen. Estas exposiciones se extendieron por países como Italia, España, Rumanía, Checoslovaquia y Hungría91.
Alemania había tenido sus primeras experiencias con la propaganda durante la Primera Guerra Mundial, pero fue gracias al nazismo cuando ésta se perfeccionó hasta convertirse en ciencia al servicio del poder. Basándose en las teorías de Paulov sobre los reflejos condicionados se buscó la sobreexcitación de los instintos como medio de ensalzar los propios valores y de desprestigiar al enemigo. La propaganda nazi se fundamentó en la mentira y apeló al instinto de las masas. Era muy importante la escenografía: manifestaciones, mítines, colores. La palabra se convirtió en el vehículo fundamental, aunque estuviera arropada de otra serie de técnicas que estimulaban el resto de los sentidos92.
Para llevar a cabo sus planes propagandísticos los nazis primero llevaron a cabo una unificación cultural en Alemania. Este aparato propagandístico buscaba eliminar cualquier independencia ideológica y cultural con el apoyo de ultranacionalistas, racistas, darwinistas de la Weltantschauung nazi, juristas, economistas, historiadores, filósofos, germanistas, científicos, escritores y artistas93.
Cuando Hitler salió de la cárcel en diciembre de 1924, le fue prohibido, por su condición de extranjero, hablar en público en Alemania. La primera gran campaña propagandística de los nazis se centró en este punto, difundiéndose un famoso cartel que representaba a Hitler con una gran cruz que cerraba su boca y la inscripción de “prohibido hablar”94.
Ya desde esta época se cuidaba especialmente la técnica propagandística en las reuniones de masas. Normalmente tenían lugar a las ocho de la tarde, pues al final de la jornada, según los psicólogos, los hombres son más susceptibles de persuasión. La técnica oratoria de Hitler era algo perfectamente elaborada. No era un orador espontáneo, preparaba sus discursos de memoria, pues leía mal en voz alta. Se valía de la técnica del “crescendo”: empezaba lentamente con una voz monótona, comunicando con indiferencia a sus oyentes; llegado un punto, acompañado de gestos de su mano derecha, el discurso se convertía en un torrente incontenible de palabras, vibrando su voz enfebrecida y concluyendo en un brusco final para volver a comenzar el proceso95.
De esta forma la propaganda nazi centraba su ideal en un solo hombre que no era otro que Adolf Hitler. “Hitler, nuestra última esperanza”, rezaba un cartel de propaganda bélica96.
Adolf Hitler y Joseph Goebbels dominaron el arte de lo que se ha denominado “la gran mentira”. De acuerdo con la teoría nazi de la propaganda, una manera eficaz de persuadir a las masas es inventar y repetir falsedades97.
La celebración de los JJOO de Berlín supuso un paréntesis de paz y tranquilidad dentro de las cada vez más excluyentes políticas culturales y raciales nazis, comenzando a organizarse exposiciones propagandísticas.
Se produjeron distintas muestras artísticas impulsadas por el Reichsministerium für Volksaufklärung und, propaganda bajo la dirección de Goebbels, las cuales tuvieron lugar en Nuremberg entre septiembre de 1936 y mayo de 1937. Se trató de una exposición de imágenes negativas y estereotipadas de los judíos, vinculando la propaganda política con el racismo.
La Groβe antibolschewistische Schau, Gran Exposición Antibolchevique, se desarrolló entre noviembre de 1936 y enero de 1937 en Baviera, aunque posteriormente transitó por otras ciudades como Dortmund, Larlsruhe, Mannheim o Stuttgart. En estas representaciones abundaban fotografías de víctimas de la barbarie soviética98.
El 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado por Hindenburg canciller del Reich, tras esto ya en el mes de marzo de ese mismo año, el 13, fue fundado el Ministerio de Cultura Popular y Propaganda siendo su ministro Joseph Goebbels. La organización del nuevo ministerio se correspondía a secciones de propaganda activa, radio, cine, prensa y la sección de cultura del partido, Kullturamt, se desglosaba en el ministerio en secciones de artes creativas, música y literatura.
Goebbels ya en 1926 publicó un panfleto en el que se refería al advenimiento de un nuevo mesías germánico. Y ya en los días 1 y 4 de abril de 1932 publicó dos artículos con los nombres de: “Hitler como hombre de estado” y “Hitler como ser humano” en Der Angriff, presentando a Hitler como el único en posesión de un plan capaz de reconstruir Alemania99.
El primer impulso de Goebbels era el de replicar a la propaganda enemiga: primero la analizaba y si le parecía que su meta era la de suscitar una respuesta, guardaba silencio. Puesto que casi toda afirmación del enemigo era considerada como falsa, Goebbels creía que sólo las más escandalosas debían ser expuestas.
La propaganda enemiga era tildada a menudo de inefectiva, juicios que al parecer eran intuitivos o bien representaban otras tantas racionalizaciones de una incapacidad para replicar. No obstante, la propaganda enemiga efectiva requería de una acción inmediata.
En segundo lugar, Goebbels examinaba un arsenal de propaganda antes de iniciar la réplica. Mantenía silencio si juzgaba que su respuesta, por ausencia de hechos o de argumentos, pudiera parecer demasiado débil.
En tercer lugar, Goebbels creía necesario revisar la propia propaganda antes de refutar o ignorar la propaganda enemiga.
La política usual consistía en suprimir materiales considerados como indeseables para el consumo alemán, pero emplearlos simultáneamente en propaganda exterior si eran apropiados al respecto. Las historias referentes a un supuesto canibalismo por parte de los soviéticos eran difundidas en países extranjeros, pero semejante material estaba proscrito en Alemania para que no aterrorizara a aquellos cuyos familiares estaban luchando contra los rusos. A veces, no obstante, ciertos materiales indeseables no eran censurados en el país, a fin de mantener su credibilidad en el extranjero100.
Para Goebbels, la ansiedad era una espada de doble filo, ya que un exceso de ansiedad podía producir pánico y desmoralización, y una escasez en este aspecto podía conducir a la complacencia y a la inactividad. Por tanto, se intentaba constantemente conseguir un equilibrio entre ambos extremos.
Los objetivos favoritos del odio eran los bolcheviques y los judíos. La propaganda antisemita solía ir combinada con medidas activas contra los judíos en Alemania o en los países ocupados101.
En cuanto a la censura, las normas generales estaban contenidas en unas denominadas “reglas de lenguaje”, Sprachregelungen, que no eran otra cosa que las veline o consignas que ya utilizaba el fascismo italiano con su prensa. Estas breves instrucciones llegaban directamente a los directores de los periódicos, abarcando los más variados aspectos: ciertos nombres no debían ser mencionados ni siquiera para ser criticados, como Thomas Mann, Sigmund Freud o Charles Chaplin, este último por la película “El gran dictador”102.
Para destruir la cultura anterior se sistematizaron purgas en librerías y bibliotecas, con las consecuentes huidas de intelectuales y artistas por sus orígenes judíos y sus convicciones políticas de izquierdas. Estas purgas y quemas llegaron a su punto álgido el 10 de mayo de 1933 en las ciudades universitarias alemanas103. A veces, un régimen político insufla miedo aterrorizando a sus súbditos, tal como hizo Hitler en Alemania o Stalin en la Unión Soviética. Valerse del miedo es un recurso sumamente eficaz ya que obnubila la mente e impide examinar con detenimiento la cuestión y pensar en la forma de desterrarlo.
Ésta fue exactamente la fórmula que Adolf Hitler ofreció a sus fieles y partidarios. Habló de amenazas crecientes –el comunismo– al que era preciso poner freno para que no causara estragos en el espíritu nacional104.
En cuanto al Partido Nazi, ya en sus inicios fundó su propia empresa editorial, la Eher Verlag, que en sus mejores momentos llegó a contar con más de cientocincuenta casas editoras que se estima, daban empleo a treinta y cinco mil personas y cuyos beneficios superaban los once millones de marcos anuales. Mientras duró su mandato como Führer, Hitler consiguió mantener cautiva a la prensa otorgando sistemáticamente recompensas a los periodistas dóciles y sumisos, a la vez que sancionaba a los profesionales que disentían de la política nazi105.
Durante los años treinta era casi imposible en Alemania leer un libro o un periódico, escuchar una emisión de radio, o ver una película, sin toparse con la concepción nazi del universo. Goebbels se dedicó a difamar a los miembros de la oposición, negándoles tal condición, mediante la difusión de cotilleos y supuestos escándalos en torno a sus personas106.
Coincidiendo con el parteitag de Weimar en julio de 1926, apareció el Ilustrierte Beobachter, como nuevo órgano mensual del partido Nazi, que más tarde se convertiría en semanal. A finales de 1928, la prensa nazi contaba con dos diarios, veintisiete semanarios y una revista mensual.
Ya en 1936, se puso en marcha una campaña de propaganda orientada a aumentar el interés del público por la prensa, que consistía en carteles que afirmaban: “quienes leen periódicos progresan más rápido y quien no lee periódicos vive en la Luna”. En diciembre de 1933 el Ministerio de Propaganda intervino directamente en la fusión de las dos grandes agencias alemanas, la Telegraphisches Büro, la vieja Wolff, y la Telegraphen-Union, para dar lugar a Deutsches Nachrichten Büro, DNB, agencia de carácter gubernamental, a través de la cual pasaba toda la información exterior para la prensa alemana y que fue, a la vez, importante para la propaganda exterior del régimen107.
El cine iba a ser otro de los medios a través de los cuales se iba a expresar la propaganda. A pesar de que en 1933 huyeron de Alemania gran parte de los mejores actores y directores, la producción alemana no sufrió un gran vacío con su marcha. Las películas de evasión producidas durante el Tercer Reich no dejaban de estar impregnadas de ideología nazi en múltiples aspectos: cuestiones raciales, moral sexual y social, etc. Entre 1933 y 1934 se produjeron en Alemania algo más de mil películas.
Antes de proceder al rodaje debía presentarse un guión completo a la censura del Ministerio de Propaganda que, en muchas ocasiones imponía ya cambios sustanciales. No faltaron tampoco las intervenciones durante el rodaje, y a veces hubieron de realizarse cambios en el montaje o incluso rodando nuevas secuencias, una vez que el producto estaba terminado. Entre las grandes superproducciones de abierto contenido político podemos destacar dos de ellas: Ohm Kruger, la cual estaba ambientada en la guerra de los Bóers, que tenía un neto carácter antibritánico y Jud Süss, ésta poseía un carácter fuertemente antisemita, además de presentar rasgos claramente sadomasoquistas.
Casi toda la propaganda nazi machacaba al unísono un solo motto: los judíos son los culpables de todos los males que aquejan a Alemania. Es el caso de una película filmada en 1940, El judío errante, que cuenta con imágenes muy elocuentes la historia de un judío que rapta a una doncella alemana. Esa imagen del judío como ser despreciable, inferior y ominoso se evocó con machacona reiteración en los discursos, carteles, películas y periódicos, y hasta en los manuales escolares.
La propaganda nazi pretendía mostrar que una Alemania unida podía conseguir sus propósitos; esta consigna se plasmó con tonos vehementes en El triunfo de la voluntad, una película de 1934 que comienza con unas escenas de jóvenes apuestos que se aprestan a emprender la carrera militar. Hitler supervisa el adiestramiento, y al final de la película los soldados en ciernes se han convertido en una potente máquina de guerra nazi. En definitiva, el mensaje implícito es: “si trabajamos unidos, volveremos a ser fuertes”.
Las películas, afirmó Goebbels, debían facilitar entretenimiento y argumentos absorbentes capaces de suscitar tensión para finalmente resolverla simultáneamente, debían afectar sutilmente a un público atento, pero no mediante fragmentos en particular, sino con la atmósfera general108.
La palabra hablada era para los nazis el canal más importante de su propaganda incluso más que la palabra escrita. Se valieron cumplidamente de la radiodifusión. Hitler unificó la radiodifusión alemana en una sola empresa bajo supervisión estatal, la Deutscherundfunk. Se impulsó la instalación de receptores provistos de grandes altavoces en todo tipo de locales públicos, desde cafés a fábricas y oficinas, también se instalaron altavoces en las calles. En su primer año en el poder Hitler intervino unas cincuenta veces en la radio. Algunos de los discursos eran radiados en horas de trabajo, momento en el cual debía suspenderse toda actividad para que todo el mundo pudiera, o se viera obligado, a escucharlos.
Goebbels creía que la propaganda por la radio, pasado un tiempo, tendía a provocar rechazo en la audiencia. En 1942, llegó a la conclusión de que los alemanes querían que su radio no sólo facilitara “instrucción, sino también entretenimiento y relajamiento”, y que, por otra parte, las noticias directas eran más efectivas que las “charlas” cuando se trataba de audiencias extranjeras109.
Otro aspecto sería la utilización por parte de Hitler y Goebbels de símbolos y monumentos históricos para “ilustrar” el régimen. Cuando Hitler estaba a punto de tomar el poder, divulgó sus noventa y cinco tesis, reminiscencia de las noventa y cinco tesis que Martin Lutero, el jerarca religioso alemán, clavó en una puerta de la iglesia de Wittenberg. Las ilustraciones y los carteles nazis empleaban a menudo el estilo de Durero para destacar las raíces históricas del régimen.
A medida que se acrecentaba su poder, Hitler vistió a sus prosélitos con uniformes de camisas pardas.
En cuanto a la onomástica, por mor de utilizar nombres germánicos, las autoridades hubieron de intervenir para evitar que la nueva generación de alemanes llevase nombres nórdicos, es decir, escandinavos. Las abreviaturas y las siglas tuvieron una gran difusión, NSDAP, SA, SS Ge-Sta-Po o Stuka. En los carteles predominaba el color rojo e ilustraciones de crudo realismo con breves pero precisos eslóganes que eran fácilmente reconocibles.
Los símbolos tenían un papel fundamental en la propaganda nazi, la cruz gamada, símbolo del partido desde 1919, se convirtió en un signo omnipresente en la vida alemana. Esta ocupaba el centro de la bandera nazi instituida en 1921110.
También se inventó un nuevo calendario de fiestas nacionales para así poder aumentar el número de celebraciones, y casi todos los acontecimientos públicos eran espectáculos cuidosamente organizados111.
En cuanto a las artes, bajo la dirección de Albert Speer, los nazis proyectaron un vasto programa de construcción de edificios oficiales de índole peculiar. El estilo arquitectónico nazi, que sería más acertado llamar “helenismo nórdico”, era un neoclasicismo concebido a escala descomunal. Los edificios oficiales se proyectaron con la idea de que pareciesen templos griegos mucho más colosales que los originales, con enormes escalinatas y una hilera tras otra de columnas. El estilo reforzaba la imagen de los nazis como herederos de las grandes civilizaciones de la Antigüedad.
El canon artístico dominante se proponía hacer desaparecer toda evocación de la angustia del hombre, del dolor, es decir, de lo feo112.
La imaginería völkisch combinaba a menudo tradiciones cristianas con un paganismo generosamente inventado. Esto puede verse en los fuegos de campamento y en los ritos de antorchas de los grupos de las Juventudes Hitlerianas, y en las connotaciones ocultas de la esvástica.
En la pintura de paisaje, un género importante en el arte del Tercer Reich, La recompensa del trabajo (vid. 20) retrata a la comunidad rural viviendo y trabajando en armonía con los ciclos de la naturaleza113.
La guerra provocó en 1939 la multiplicación del totalitarismo, pero también la de las rivalidades internas. Así se explica el proceso por el que se llegó a la eliminación de los judíos114.
La Alemania nazi, dominadora del Viejo continente desde 1940 hasta 1944, estableció en él un Nuevo Orden del que la expresión más estremecedora fue el Holocausto judío, nunca antes se intentó hacer desaparecer de la superficie de la tierra una entera categoría racial o religiosa. En el comienzo de los asesinatos de masas se crearon unos grupos especiales que se desplazaban por el frente y procedían a ejecuciones sumarias mediante fusilamiento o el tiro en la nuca. Con el transcurso del tiempo se imaginó un procedimiento más humano, para los verdugos, por supuesto, como era la utilización de unos camiones que venían a ser algo así como una cámara de gas transportable. El famoso campo de Auschwitz estuvo ligado a una de las más importantes industrias químicas alemanas, tanto fue así que unos seis millones de judíos fueron eliminados115.
Por otra parte, en los exámenes burocráticos de los antecedentes familiares para encontrar ascendentes judíos, el diagnóstico médico de incapacidad física o mental, y las pruebas policiales de homosexualidad sirvieron para etiquetar a las personas como enemigos de la raza suprema. Además de acabar con ellos sistemáticamente, los programas eugenésicos de los nazis, que fomentaron la reproducción selectiva y la esterilización, trataron de purificar la configuración genética de la futura población. A finales de 1935 habían sido esterilizados ciento diez mil adultos y niños, y miles serían asesinados en instituciones “médicas”116.
IV. PENÍNSULA IBÉRICA
La Península Ibérica está formada por tres países: España, Portugal y Andorra, cuya extensión es muy desigual, siendo la de Portugal de un quince por ciento, España un ochenta y cuatro por ciento del territorio peninsular y Andorra la extensión restante. Esta disparidad extensiva ha causado tradicionalmente recelo luso hacia España, por lo que ambos países, históricamente, han establecido distintos círculos de interés117.
Desde finales del siglo XIX los estados peninsulares entraron en un ciclo de crisis propiciado por el desgaste de las instituciones, el modelo político y el sistema económico, estas fueron la causas de la implantación de regímenes antidemocráticos a principios del siglo XX. Sin embargo, estos no respondieron al modelo de régimen totalitario, sino al autoritarismo conservador que beneficiaba a los estratos dominantes. No obstante, Portugal mantuvo en mayor medida, en comparación con España, sus relaciones internacionales.
Otra diferencia entre ambos estados fue sus gobiernos a principio del siglo XX, pues España sufrió la dictadura de Primo de Rivera durante unos años, seguida de la Segunda República, la cual desembocó en una Guerra civil y ésta, a su vez, en la larga dictadura franquista; mientras que Portugal solo padeció del fracaso del regeneracionismo republicano que desembocó en el movimiento militar de 1926 y éste también en una dictadura118.
Ambos países conjugaron nacionalismo y catolicismo, configurando así su propio espacio histórico. A pesar de esto, el régimen portugués mantuvo una nítida distinción entre Iglesia y Estado, estableciendo la libertad de culto y definiéndose como un Estado aconfesional119.
Por su parte, Franco fue un dictador militar conservador y católico que veía en el liberalismo democrático el símil de la masonería y el camino hacia el comunismo. Pese a las diferencias, Oliveira Salazar, líder del régimen antidemocrático portugués, utilizó como estrategia propagandística los hechos de la Guerra civil española, pues fue un conflicto de gran expectación en Portugal120. Para más inri, Portugal fue un apoyo fundamental para el alzamiento militar español de 1936, pero también un país clave para el tránsito del apoyo alemán y un significativo apoyo financiero121.
Los regímenes que se formaron convergían en la presentación de un modelo a través de la exaltación al líder, quien debía guiar a la nación en la búsqueda de la esencia nacional; un partido único –Unión Nacional en Portugal desde 1930 y FET de la JONS a partir de abril de 1937–; represión política, siendo los únicos países occidentales con presos políticos; ausencia de derechos civiles e instituciones representativas122.

1. ESPAÑA

La Segunda República española, 1931-1936, supuso un momento de esplendor en la historia del país. Durante este período aumentó la calidad y cantidad de publicística española en la que se denotaba una proliferación política importante en comparación a tiempos de la dictadura de Primo de Rivera debido a la influencia italiana y soviética. Esta tendencia de proliferación propagandística se mantuvo durante el transcurso de la Guerra civil, 1936-1939, período en el que los militares del alzamiento –frente a la politemática cultural, política, poética, ensayística, obrera, universitaria… de la República123–, llevaron a cabo una propagandística monotemática: la recuperación de la patria124 y, a partir del nombramiento de Franco como Generalísimo, la propaganda se centró en su figura y declaraciones125.
La Guerra civil y el franquismo estuvieron relacionados estrechamente: la Guerra civil fue activada por la rebelión militar encabezada por el General Franco y la derrota de la República provocó la imposición de la dictadura franquista en España126.
Puesto que durante la Guerra civil se mantuvo el gobierno republicano, pese a las dificultades, y se formó el gobierno franquista que desembocaría en la dictadura franquista –período que no desarrollaremos–, describiremos la propaganda de ambos gobiernos antagónicos, por tanto, desarrollaremos las bases de la posterior dictadura. Digo gobiernos antagónicos porque la Guerra civil fue presentada como el enfrentamiento de democracia versus dictadura, por tanto, dos sistemas contrapuestos y radicalizados. Además, hemos de tener en cuenta que la República no solo tuvo que enfrentarse a los sublevados, militares y eclesiásticos, sino también al fascismo italiano y al nazismo alemán que usaron nuestro país como un campo de pruebas para la posterior Segunda Guerra Mundial127.
Desde el inicio del conflicto, los medios de comunicación social fueron instrumentalizados como armas propagandísticas por ambos bandos128. Para este fin usaron, ambos bandos, las enseñanzas de la Primera Guerra Mundial recurriendo a la radio, a las octavillas lanzadas desde los aviones o por medio de cohetes, a las canciones, al cine… así como medios para elevar la moral de la tropa y de incitar a la deserción del contrario, para lo cual, por ejemplo, en la zona franquista se les prohibió leer y escuchar la propaganda republicana ante el temor de la deserción generalizada.
En ambos casos se ridiculizó al contrario, se difundieron las atrocidades cometidas por el enemigo o se ocultaron las propias, se utilizaron las declaraciones de los prisioneros o evadidos para fundamentar sus afirmaciones, o los documentos de la Iglesia. Era una propaganda simple y machacona en la que predominaron los grandes conceptos, el tono paternalista y las dicotomías: revolución/orden, rojos/azules, religión/ateísmo, guerra/paz, etc. El léxico empleado pertenecía fundamentalmente a cuatro campos semánticos: religión, medicina, ejército y política129.
La censura existió en ambos bandos, resultando molesta en el caso republicano y causa de muerte en el bando rebelde. Más de treinta periodistas fueron expulsados de la zona rebelde, sólo uno de la republicana130.

a) Gobierno republicano
Desde agosto de 1936, inicio del conflicto, el gobierno republicano comenzó a coordinar los diferentes aparatos propagandísticos para unificar las consignas y controlar la prensa y espectáculos públicos, para lo que se creó a mediados del mismo mes la Oficina de la Propaganda e Información dependiente de la subsecretaría de la Presidencia de Gobierno. Además, el Ministerio quedó organizado en varios sectores: Servicio de Información, Servicio Español de Información, ediciones y publicaciones, cine, radio, discoteca, servicio fotográfico y la Oficina de Prensa Extranjera. No obstante, con la formación del primer gobierno de Negrín en 1937, el Ministerio de Propaganda desapareció y quedó absorbido por el Ministerio de Estado131.
El gobierno republicano editó fuera de España en muchos casos folletos de propaganda en varios idiomas. Por otra parte, se organizaron algunas asociaciones de distinta índole, destinadas a fomentar con actos y publicaciones la propaganda en favor de la República132.
Hasta 1938 la Republica pareció haber ganado la batalla de la propaganda tanto por la calidad como por la cantidad de propaganda emitida. En ella el Partido Comunista ocupó un lugar preferente, seguida de la socialista, anarquista y gubernamental133.
Los soviéticos fueron la única potencia que intervino como tal en ayuda del bando republicano. La propaganda soviética se desarrolló fundamentalmente a través del Komintern, que controlaba la organización de las Brigadas Internacionales, y del mismo Partido Comunista de España. Por parte de la embajada, la actividad propagandística se centró en el control de sus corresponsales por el agregado de prensa, en la publicación de algunos folletos en castellano sobre el Estado soviético y en la propaganda de elaboración de documentales sobre la Guerra civil. En ayuda de la República llegaron hombres de todas partes del mundo para formar las legendarias Brigadas Internacionales. En éstas, y en distintas lenguas, hubo decenas de publicaciones. También desde las emisoras de radio de la zona republicana se emitieron programas en italiano y alemán, dirigidos a los pueblos sometidos a las dictaduras de Hitler y Mussolini, principales apoyos internacionales de los sublevados134.
Como expresión de lo sufrido por el gobierno republicano destaca el Guernica (vid. 30) de Pablo Picasso que ha sido ampliamente considerado como el mayor logro de la pintura política moderna. Se empezó en enero de 1937, cuando Picasso (1881-1973) recibió el encargo del gobierno de la asediada República española.
El propio Picasso describió Guernica como una obra de propaganda consistente. Evidentemente es una obra alegórica o simbólica, en la que el toro, según se ha pensado, representa a Franco o al fascismo, y el caballo a la República o “al pueblo”, aunque Picasso fue reacio a confirmar esas interpretaciones.
Las imágenes propagandísticas rara vez están pensadas para comunicar algo de forma independiente y en consecuencia, el Guernica fue diseñado para ser comprendido junto a un amplio conjunto de imágenes del conflicto, especialmente las difundidas fotografías de prensa y los noticiarios.
En 1981, la pintura se trasladó al Centro de Arte Reina Sofía de Madrid135.
b) Gobierno sublevado
Para empezar, esclareceremos que Franco no fue el único ideólogo del movimiento y posterior régimen, sino que se caracterizó por la multiplicidad de elementos ideológicos, sin subscribirse personalmente a ninguno de ellos ni excluyendo al resto136.
Las autoridades franquistas mostraron un destacado interés por controlar, elaborar y difundir una cultura oficial. Durante el conflicto establecieron las bases de una nueva política sobre cultura y educación que garantizó su posterior permanencia, produciéndose disputas entre la Iglesia, que a través de los monárquicos de Acción España controló la enseñanza –y que además fue uno de los principales apoyos institucionales del que dispuso el franquismo desde el estallido de la Guerra civil hasta principios de los años sesenta137–, y Falange, que monopolizó la información desde el Ministerio del Interior138. La propaganda realizada entre las milicias y ejército popular dependió exclusivamente, al principio, del Subcomisario de Propaganda ligado a la Comisión General de Guerra139.
La conceptualización esencial de la información en los inicios del franquismo partió de la necesidad de subordinar la prensa, y en general todos los medios de comunicación, a la autoridad del Estado como principal garante del orden y del bien común140 y la complejidad de las labores de propaganda obligó a crear el 1 de julio una Secretaría General dependiente de la Subsecretaría de Propaganda. Por este mismo tiempo se determinó que siempre al comunicar noticias oficiales por radio se escuchase previamente el “Himno de la Legión” y al terminar “Los aires de Falange” o “Requeté”, y surgieron con el tiempo los primeros periódicos falangistas: Arriba España, Fe, Amanecer, Nueva España, etc141. No obstante, hay que destacar el auge experimentado por la radio por encima de los índices de difusión de la prensa diaria, convirtiéndose en el principal medio de comunicación social142.
El poder franquista procuró atraerse a las clases medias primero mediante el adoctrinamiento ideológico y la satisfacción de sus ansias de seguridad y prestigio, para después basarse en la promoción del desarrollo económico. Sin embargo, la actitud de los españoles ante la propaganda franquista puede sintetizarse, aunque de forma desigual, entre la aceptación, el sometimiento y la indiferencia143
Los modelos propagandísticos de este gobierno hay que buscarlos en la Italia mussoliniana y en la Alemania hitleriana. La Iglesia puso toda su organización al servicio de la propaganda de los franquistas, aportando gran parte del contenido ideológico de lo que iba a ser el nuevo régimen. El Norte de Castilla de Valladolid, el ABC de Sevilla, El Noticiero o el Heraldo de Aragón en Zaragoza, La Gaceta del Norte de Bilbao, fueron algunos de los periódicos del bando franquista. El 5 de agosto de 1936 se constituyó el Gabinete de Prensa de la Junta de Defensa Nacional cambiando el día 24 de ese mes por la denominación de Oficina de Prensa y Propaganda, siendo sus competencias asumidas por la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado creada el 1 de octubre144. El 14 de enero de 1937 nació la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, también en abril de este año se creó la Delegación de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS. Por otra parte la Falange dispuso de una Delegación Nacional del Servicio Exterior, que tuvo una intensa actividad propagandística en contacto con los grupos de Falange en el exterior. Una de las realizaciones más importantes en el terreno de la propaganda del bando franquista fue la promulgación de la Ley de Prensa del 22 de abril de 1938, obra de Serrano Súñer concibiendo a la prensa como un servicio público145; y en general la política comunicativa de aquellos años, que culminaron momentáneamente la definición de un marco legal que sancionaba la intervención estatal de los medios de comunicación a partir de una conceptualización totalitaria de la propaganda, orientada a la creación de una “cultura popular” y a la formación de una “conciencia nacional” según el modelo propagandístico de la Italia fascista y la Alemania nazi146.
Con la formación del primer gobierno de Franco en enero de 1938, las competencias del Estado sobre prensa y propaganda quedaron integradas, a través del Servicio Nacional de Presa y Propaganda, en el Ministerio de Interior, presidido por Serrano Súñer, quien a partir de febrero también dirigiría la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS.
En junio de ese año, se dispuso la creación de jefaturas provinciales de Propaganda, que recibirían las órdenes del Estado o del partido a través del Servicio Nacional de Propaganda. Por su parte, en agosto fueron transferidas al Servicio Nacional de Prensa las competencias de FET y de las JONS en esta materia, desapareciendo las jefaturas provinciales de Prensa del partido en beneficio de los jefes de Prensa de los gobiernos civiles, situación que se mantuvo hasta la creación de la Vicesecretaría de Educación Popular en mayo de 1941147.
Consiguientemente, a través de la legislación se advierte una tendencia del Estado a intervenir directamente en la prensa y, de forma indirecta, en la propaganda. Durante la etapa de Serrano Súñer, se produjo una intensa ordenación de los medios de comunicación que prácticamente culminó el proceso de concentración del control estatal de la información148.
No faltaron las voces de los intelectuales ilustres en la España franquista que contribuyeron a la actividad propagandística, entre los que se puede destacar a Unamuno, aunque en realidad este apoyó el golpe militar de 1936 porque erróneamente pensaba que se llevaba a cabo en favor de la República149.
La Delegación Nacional de Prensa y Propaganda creó en 1937 la revista mensual Vértice, obra suya fue también la revista de humor La Trinchera. También el teatro y otros espectáculos públicos fueron canales de la propaganda “nacionalista”150.
La creciente intervención de los medios de comunicación hizo que, en materia de radiodifusión, se creara Radio Nacional de España (RNE) en enero de 1937. Asimismo, por la Orden de 21 de marzo de 1937 la censura fue ampliada a las proyecciones y las producciones cinematográficas mediante la creación, con carácter nacional, de una Junta de Censura en Sevilla y La Coruña151.
En el desmantelamiento y la eliminación del sistema educativo de la Segunda República, las nuevas autoridades franquistas procedieron en primer lugar a la purga del profesorado, destacando el ultraconservadurismo, el nacionalismo y el catolicismo como principales justificaciones ideológicas aplicadas por las comisiones depuradoras152. La escuela sirvió como un instrumento de dominación al servicio de intereses ideológicos concretos153.
Las medidas educativas del fascismo tuvieron gran influencia en la configuración inicial de la política educativa de la España “nacional” durante la Guerra civil154. Sobresalió en especial la enseñanza de la historia, destacando su estrecha dependencia con las interpretaciones históricas defendidas anteriormente por los ideólogos del pensamiento tradicionalista y católico155. En relación a esto último, el tema de la Raza y de la Hispanidad fue un argumento recurrente de la propaganda franquista156.
Reconocido ya el gobierno de los sublevados, en diciembre de 1938 se creó en el Ministerio degli Affari Esteri una oficina especial denominada Ufficio Spagna dedicada a canalizar las peticiones provenientes de la Missione Militare Italiana in Spagna que se dedicaba a los “servicios de escucha de las radios enemigas”, entendiendo por éstas a la de la zona republicana. Por otro lado Danzi propuso también contribuir con la ayuda técnica italiana a la creación de una radio nacional española, intentando adelantarse a los alemanes en su ayuda, y también convertir a su oficina en un centro de distribución de propaganda cinematográfica con documentos provenientes de Italia. Posiblemente una de las realizaciones más llamativas de la propaganda italiana en España transcurre desde el 19 de marzo de 1937 hasta el 30 de agosto de 1938. Contenía información de Italia –discursos de Ciano, del Duce, etc.– y del frente de batalla, además de diversas informaciones sobre el Corpo di Truppe Volontaire, como ascensos, honores y medallas. Se distribuía gratuitamente entre los combatientes italianos y en algunos casos entre la población civil española.
A diferencia de los italianos, los alemanes no dispusieron en España de unos servicios de prensa y propaganda de gran envergadura, pero sí contaron en España con corresponsales de los más importantes medios de comunicaciones alemanes157.
Mussolini apoyó a Franco para que ganase la guerra de los frentes y la más larga de la propaganda, ayuda que se cobró en implantación del ideario fascista en España y en una mayor cuota de mercado cinematográfico.
Nacionales y fascistas firmaron el 28 de noviembre de 1936 un acuerdo por el que cada parte se comprometió a dar preferencia a la otra en la adquisición de los productos que necesitase, en aquel momento armas para España y materias primas para Italia, esta alianza provocó nuevos convenios de rango similar o menor que afectaban a todos los ámbitos de la vida española, incluido el cine. Unas veces las películas figuraron sobre un tratado de comercio, cultura u otra cuestión, donde ni siquiera se citaba directamente al cine, pero sí aparecía implícito bajo palabras como comercio o propaganda. Otras veces el acuerdo tenía como único propósito la cinematografía. El fin último del acuerdo consistía en producir un flujo de imágenes entre ambos países a fin de que los italianos supieran de los éxitos militares de sus tropas y los españoles conocieran las excelencias del fascismo. La consigna era transmitir al mundo las destrucciones y las atrocidades cometidas por los comunistas, la alegría imperante en el bando nacional y la aportación italiana al conflicto.
El material filmado se envió a Roma y allí se montó documentales de propaganda que mostraban las sucesivas victorias franquistas: ¡Arriba España! Scene della guerra civile in Spagna (1936), Le organizzazioni falangiste a Palma de Majorca (1936), Liberazione di Bilbao (1937), Battaglia del’Ebro (1938), Ocupazione di Madrid (1939), etc.
La sección de Foto-Cinematografía distribuía, asimismo, películas de propaganda llegadas de Italia.
Sin embargo, el proselitismo de los italianos –su pretensión de convertir España en un satélite del fascio– despertó recelos de los franquistas y hasta provocó confrontaciones. Molestaba que se atribuyera a los voluntarios italianos todos los éxitos militares.
La solución de este problema fue que el material cinematográfico italiano se sometiese a la censura nacionalista, se remitían a la Junta Superior de Censura Cinematográfica, donde se cortaba la propaganda molesta.
Las películas que producidas por un país atacaban o herían las costumbres, las instituciones o las personalidades de otro país quedaban prohibidas por el acuerdo citado anteriormente de 1938. El acuerdo posterior de 1942 sería aún más restrictivo158.
Por otra parte, la sección de fotografía del bando sublevado era dirigida por militares con el objetivo de glorificar a su líder e informar de los avances de las tropas nacionales159.
Para terminar, en 1938 todos los servicios de propaganda pasaron a depender del Departamento Nacional de Cinematografía dentro de la Dirección General de Propaganda. A este departamento se debe el nacimiento del Noticiario español, precedente del No-Do160, cuyo papel era adoctrinador dentro del cine documental161.
Una vez acabado el conflicto civil y junto a la nueva ordenación de la Universidad española sobre las bases de la depuración académica, la formación de clientelas y la intervención del Ministerio de Educación Nacional, la otra institución clave en la elaboración cultural de la España de postguerra fue el Consejo Superior de Investigación Científicas -CSIC–, creada en 1940 en torno a un grupo de hombres de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas –ACNP–, y del Opus Dei162.

2. PORTUGAL

El 5 de octubre de 1910 se proclamaba en Portugal la Primera República acabándose ochocientos años de monarquía portuguesa y dando paso a dieciséis años de régimen parlamentario. Sin embargo, este régimen careció de base social pues no consiguió movilizar a las clases medias urbanas, propiciándose el golpe militar que tuvo lugar el 28 de mayo de 1926 y que inició uno de los regímenes autoritarios más largos de la historia reciente de Europa, la dictadura de António de Oliveira Salazar163, quien llegó al poder al ascender de ministro de finanzas a primer ministro en julio de 1932164, desde donde comenzó a forjarse su propio espíritu considerándose el “salvador” y “guía” de la nación portuguesa.
Su intención era crear un “Estado fuerte” basado en la Revolución Social165. Poco a poco y a base de tecnocracia, Salazar se convirtió en el hombre de la renovación. Quiso renovar el espíritu nacional-católico basado en la triada ideológica Deus, Pátria e Família, además, su propósito político pasaba por el corporativismo del Estado Novo, que adoctrinaba a las masas mediante la educación en el camino de la nueva constitución a través de medios totalmente controlados por Salazar, para lo que construyó una percepción política y social166.
El salazarismo se afirmó como una tentativa de compromiso entre la derecha radical, dominada por el integrismo portugués, los medios católicos y pequeños partidos republicanos conservadores, por lo que consiguió reunir a la mayoría de las corrientes de derecha, de ahí que se le denominase como Dictadura sin dictador, heterogénea, sin gran unidad.
Salazar se centró en dar una imagen de austeridad, orden, inaccesibilidad y solidez; pretendió modelar todos los niveles de la sociedad civil de acuerdo con los “nuevos valores” e inculcar una unidad política-ideológica a través de varios instrumentos como Obras das Maes pela Educaçao Nacional (OMEN), Mocidade Portuguesa (MP) Y Mocidade Portuguesa Femininia (MPF), con los que pretendió el encuadramiento de la mujer, para formar y educar a las futuras mujeres y madres, salvaguardar la familia y el orden social; y de los jóvenes portugueses, para guiarlos a través de las escuelas y organizaciones milicianas bajo los principios rectos del Estado Novo. Esto se debió a que para Salazar el individuo no existía y la familia era la “realidad primaria y fundamental de todo el organismo nacional”, en el que se fundamentaba el “orden político y social de la nación”. De esta forma, se distinguía a la mujer soltera, que vivía sin familia o con familia a su cargo, a la que se le debía facilitar un empleo; y la mujer casada, cuya misión dentro de la familia eran tan importante como la del hombre pero de manera totalmente opuesta, pues debía ser una madre devota a la patria cuya máxima ocupación era el “gobierno doméstico”, de gran importancia moral, social y económica, alejándolas del mercado laboral. Pese a la oposición de los movimientos de mujeres, Salazar consiguió constituir una élite femenina que dirigió las organizaciones femeninas del momento creadas bajo la visión tradicionalista y católica del sistema educativo.
En la misma línea, el Código Civil de Seabra recogía, entre otros artículos, que la mujer casada debía residir en el domicilio del marido y que éste podía disponer libremente de los bienes mobiliarios de la familia, incluyendo los de la mujer, quien debía prestar obediencia al esposo, perdiendo su potestad de tener su propio dinero, de ejercer el comercio, viajar al extranjero, establecer un contrato y administrar sus bienes sin el consentimiento de su marido, quedando, además, excluida del ejercicio de determinadas profesiones como un cargo de dirección o entrar en la carrera judicial. No estaba permitido el divorcio y se consiguió, con la firma del Concordato entre la Santa Sede y el Estado en mayo de 1940, invalidar los matrimonios civiles si no se habían celebrado conforme a las leyes canónicas167.
En cuanto a asistencia pública, en “defensa de la familia y de apoyo a la maternidad” se prohibieron las medidas de esterilización o de aborto. Además, para mejorar la “calidad” de la población se intentó disminuir el alcoholismo, los problemas físicos y psíquicos y la mortalidad infantil168. Pero, por si fuera poco, intentaron formar a las jóvenes portuguesas en el ejercicio físico y el cuidado del cuerpo para que fueran futuras madres sanas y fuertes, pretendiendo crear “una gimnasia exclusivamente femenina, donde la mujer, la joven, la niña, fortalecieran sus organismos”. En contraposición a esto, el periódico católico Novedades comenzó a denunciar la campaña por considerarla propiciatoria a convertir a la mujer en “un animal atlético”169.
En septiembre de 1968, Salazar sufrió un ataque cerebral que le dejó impedido para presidir el consejo y siendo, por tanto, sustituido por Marcello Caetano, anterior ministro de Educación y hombre fuerte del Salazarismo170. Su gobierno duró casi medio siglo y fue calificado de oportunismo desideologizado o de fascismo, pero con matices171.

V. RUSIA
En los regímenes duraderos, como el de la Unión Soviética, el término “propaganda” no ha tenido connotaciones negativas, y dado que se consideraba que el comunismo proporcionaba un conocimiento objetivo y científico del mundo, apenas se hacía distinción entre propaganda y educación.
Los regímenes soviético y nazi acompañaron las técnicas persuasivas de la propaganda con métodos coercitivos brutales que incluían encarcelamientos arbitrarios y asesinatos en masa. Ideológicamente, el comunismo, stalinismo, y el fascismo tenían puntos de vista muy diferentes sobre la naturaleza, la tecnología, el trabajo, la guerra, la historia y los propósitos humanos. Sus diferencias ideológicas estaban configuradas por tradiciones sociales y culturales profundamente arraigadas, específicas de cada contexto nacional. Había un notable contraste entre la glorificación mítica del pasado llevada a cabo por los nazis y el entusiasmo del comunismo soviético por el progreso172.
Cinco años antes de que triunfase la Revolución de Octubre de 1917, los soviets fundaron el periódico Pravda, que duró unos setenta años, cuya traducción significa “verdad”, y que estuvo al servicio del Partido Comunista Soviético emprendiendo una labor de censura y filtración de las noticias que se divulgaban a los ciudadanos rusos y de los países del Este173.
La Revolución de Octubre fue seguida por casi cuatro años de conflicto civil, en los que produjo un aumento de la llamada “propaganda de agitación”, término que describe las técnicas más inmediatas y emocionales de propaganda. De aquellas primeras prácticas, los festivales callejeros y el teatro de masas revelaron una versión del arte público que insistía en la implicación popular. Con objeto de mantener el entusiasmo revolucionario frente a las dificultades del conflicto civil, los grupos de agitación propagandística trataron de crear una atmósfera festiva y colorista: además de carteles, murales, decoraciones de edificios y carrozas hechas en camiones, tranvías o carros tirados por caballos, hacían cuadros vivientes de temática revolucionaria que, derivados en parte de los festivales de la Revolución francesa, combinaban la tradición de las procesiones ortodoxas rusas con los estilos carnavalescos del espectáculo folclórico, incorporando payasos, muñecos de tamaño natural, pregoneros callejeros y acróbatas circenses, así como el ballet del Teatro Bolshoi. También las prolekults fundadas en 1917, constituían un movimiento de educación utópica de adultos, que trataban de generar una cultura de la clase obrera desde sus raíces. A finales de 1918, contaban con cuatrocientos mil miembros, mil centros de aprendizaje y células en las principales fábricas174.
Aunque la propaganda soviética se dirigía con eficacia desde Moscú, su público llegaba hasta las repúblicas soviéticas de la Europa del Este y Asia, abarcando numerosos grupos étnicos con diferentes lenguajes y religiones175.
Por otra parte, una de las primeras y más completas elaboraciones de la Teoría de la Comunicación política se encuentra en la obra de Lenin, quien comprendió la pluralidad de funciones que tiene la acción informativa. Para Lenin la información era una condición indispensable para la acción política revolucionaria, la cual no puede dejarse en manos de la improvisación y que precisa de una coordinación capaz de conectar las consignas de planificación política con la acción de masas. Por ello, Lenin distinguió entre la información como base de la organización, la agitación y la propaganda176. Lenin también vio la función del arte dentro del marco más amplio de la educación, para la que el analfabetismo del ochenta por ciento de la población y la carencia de habilidades técnicas básicas eran las principales prioridades. Conservador en el gusto, creyó que la cultura socialista debía construirse sobre los mejores logros del pasado para, a partir de ellos, “elevar” el nivel cultural de las masas.
Lenin conocía el valor de los dramas de masas, pero quería una mayor dignificación de las pautas culturales del bolchevismo. Su contribución a este respecto se conoció como el plan de propaganda monumental, que anunció en abril de 1918 en Pravda bajo su titular que llamaba a “La retirada de los monumentos erigidos en honor de los zares y sus servidores y la producción de proyectos de monumentos de la revolución rusa socialista”. Lenin proponía que los desempleados se pusieran a trabajar en el derribo y sustitución de las estatuas zaristas por nuevos monumentos que celebrasen a las venerables figuras del pasado. En una lista, de más de sesenta, se incluían revolucionarios históricos –Marx, Engels, Robespierre, Espartaco– así como figuras culturales –Tolstoi, Dostoyevski, Rublev, Chopin, Byron–. Las estatuas, de busto o cuerpo entero, se hicieron a toda prisa con materiales provisionales, como escayola o madera, y se descubrieron formalmente en numerosas plazas y esquinas de calles.
También la torre de Tatlin pone de manifiesto una visión muy centralizada, tanto del gobierno como de la propaganda, y tipifica el ingenuo entusiasmo de la vanguardia rusa por la tecnología de los medios de comunicación. En el cine, la fotografía y el diseño gráfico, es decir, las técnicas de montaje, alcanzaron un alto nivel de sofisticación en los años veinte gracias a cineastas vanguardistas.
Existían planes en la arquitectura constructivista destinados a imponer la vida en común en enormes bloques de viviendas, donde los hábitos privados pudieran ser rigurosamente vigilados, los niños crecieran en colectividad y los residentes llevaran a cabo todas sus actividades, incluidas las sexuales, de acuerdo con un horario establecido dentro de las veinticuatro horas177.
La exposición Internacional de París, organizada en los declinantes años de paz europea anterior a la Segunda Guerra Mundial, fue un espacio privilegiado para exhibir las rivalidades ideológicas en cuestiones de arte y diseño, especialmente evidentes en los gigantescos pabellones de la Alemania nazi y la Unión Soviética, que se enfrentaban entre sí en una brillante confrontación arquitectónica. El Frente Popular, organización internacional lanzada desde Moscú en 1935, trataba de expandir la plataforma comunista por el extranjero estimulando las formaciones pluralistas que incluyeran a simpatizantes de la modernidad y el liberalismo bajo la causa común del antifascismo178.
Por otra parte el líder comunista Stalin anticipó el uso actual de la expresividad en la táctica de la propaganda. Cuanto mayor era la exposición, la repetición, mayor era el agrado179.
En lo que se refiere a las funciones deportivas de la sociedad soviética, fueron similares a las de la Alemania nazi, diferenciándose en que no ponían tanto énfasis en la perfección y belleza del cuerpo del atleta. En el primer período bolchevique de Rusia hubo un movimiento en el seno del Partido para abolir los deportes de competición y fomentar únicamente las formas de ejercicio en común. Con Stalin se suprimió ese planteamiento, pero las campañas para mejorar la salud, la higiene y la buena forma de adultos y niños continuaron. Durante todo el período soviético la concepción del deporte resultó inseparable de la del trabajo y, por tanto, estuvo directamente vinculada a los objetivos económicos del Estado. Al igual que los instrumentos de sus fábricas y granjas, los cuerpos de los soviéticos se consideraban parte de las “fuerzas de producción” de la nación180.
El arte soviético tenía que ser público, financiado por el Estado y dirigido a las masas181.
El estalinismo sustituyó los residuos del primer feminismo bolchevique por valores familiares conservadores. A pesar de la gran proporción de mujeres entre los trabajadores industriales, la mayoría de los estajanovistas fueron hombres, y sus mujeres se vieron obligadas a convertirse en “amas de casa activistas”.
Cada vez más alto (vid. 34), de Serafima Ryangina (1891-1955), que muestra a dos jóvenes trabajadores eléctricos trepando por un poste en el campo, confiere valor también a uno de los primeros proyectos de desarrollo soviético, la construcción de una red eléctrica para toda la nación. El estilo de la pintura adopta la iconografía de la cultura de masas, combinando el aspecto hollywoodiense de la pareja con una composición que recuerda a un anuncio capitalista o a la ilustración de una novela popular romántica o de aventuras. Pero la relación entre el hombre y la mujer, suspendidos como si fueran alpinistas, supera la vinculación erótica182.
El cuadro Tejedores armenios haciendo una alfombra con el retrato del camarada Stalin (vid. 36), de Mariam Aslamazyan, nacida en 1907, es también cómplice del cínico doble rasero utilizado por Moscú en la colonización cultural de las repúblicas no rusas. El estilo difuminado y decorativo habría sido censurado por su falta de realismo, pero en este caso se permite como concesión a lo “exótico” del tema. La pintura muestra un taller artesanal de Armenia en el que se realiza el típico encargo oficial para decorar algún edificio público u oficina gubernamental. Parece aludir a las tradiciones folclóricas sólo para mostrar su aniquilación por el Kitsch estalinista.
En lo que se refiere al retrato de Stalin muchas fueron las imágenes que lo retrataron como un patriarca benevolente, acompañado a menudo de obreros, soldados o políticos, a los que dedicaba su atención paternal y sus sabias palabras.
Stalin empleó un equipo de pintores de corte para producir cientos de retratos oficiales, algunos de ellos de tamaños inmensos y pintados por brigadas de artistas que seguían los principios del trabajo de producción en cadena. Los premios económicos y los privilegios concebidos a los artistas objeto de favor solían ser importantes, pero pintar a Stalin era un cometido peligroso.
En lo que se refiere al Levantamiento de Octubre los pintores del realismo socialista debían tener cuidado a la hora de representarlo. Había que contarlo de un modo que insistiese en que la rebelión, al igual que la continuación del proceso revolucionario con Stalin, había sido contenida por la obediencia estricta, la autodisciplina y el respeto a la autoridad. Esta visión conservadora puede encontrarse en El Palacio de Invierno se ha tomado (vid. 35) de Vladimir Serov (1910-1968), terminada un año después de la muerte de Stalin. Dos soldados, cansados tras la batalla, permanecen en el vestíbulo del lugar ocupado. Los cartuchos a sus pies aluden a los ecos lejanos del tiroteo. Su victoria, recompensada por un descanso para fumar, marca el hecho fundamental de la historia de Rusia. Pero es una escena sombría, con un aspecto de orden y armonía aumentado por la composición simétrica y el laborioso estilo académico. El propósito ostensible de la pintura es venerar el Estado de los Trabajadores dignificando su momento de origen, aunque su efecto lo reconstruye con un severo estatismo, desprovisto de energía rebelde183.

VI. CONCLUSIÓN

Tras la realización de este trabajo podemos afirmar que la propaganda noventista es el punto de inflexión del empleo de este método. Ya en el siglo XXI observamos cómo, fruto de la persuasión, la propaganda política alcanza nuevas cotas antes impensables, en la mayor parte de los territorios enmarcados en el estado de derecho, yendo in crescendo hacia un culmen que no alcanzamos distinguir.
Las corrientes fascistoides y autoritarias del período de entreguerras, fueran cual fueren, perseguían crear una homogeneidad práctica al servicio del Estado y sus necesidades, combustible de la autoafirmación de individuos y sectores que veían así culminadas sus neuras, implantando mediante la coerción o tretas en momentos críticos, véase crisis o resolución de conflictos, sistemas o regímenes donde el individuo pasaba a un segundo plano, donde la unión era inservible fuera del proyecto nacional una vez desarmada la sociedad de clases y colocados bajo su merced, ya fuese por convencimiento o represión violenta, a las masas populares, quienes pese a deber poseer la batuta estaban inmersas en un show histriónico dispuesto exclusivamente para ellos, tapadera apoyada en herramientas, nexos o apoyos como la creación o recuperación de una mitología legitimadora, la asociación con los sectores más reaccionarios del clero y demás clases dominantes y la configuración de la educación como herramienta inagotable del autoritarismo estatal.
De igual modo cabe destacar que estas crisis no son focos fecundos en la proliferación de propaganda, y representaciones tan visibles como el cartelismo, lo son como cualquier otro momento, pero a diferencia de ellos, se verían ensalzados por la censura y vejación, dentro del estado de excepción, de sus adversarios políticos una vez implantado su sistema y por la incapacidad de sus opositores a hacer frente al discurso sentimentalista previamente y en la oposición desterrada. Siendo el objetivo de estos modos la creación de una mentalidad unitaria mediante la sugestión de la multitud embravecida que no para a recapacitar la argumentación de los mensajes y los códigos que estos emplean para que en ellos surjan los aludidos sentimientos de identificación y pertenencia.
A modo de conclusión creemos oportuno recalcar el carácter meramente instrumental de la propaganda, adquiriendo por ello la personalidad del sector artífice y no siendo negativa per se.

Apéndice
1. Non Prevvarranno184


2. La Germania è veramente vostra amica185

3. Italiani diferdete le vostre alla186


4. Mostra della Rivoluzione Fascista187

5. Por la XXVII Legilsatura Rinnovatrice dell’Italia188

6. Concorso Nazionale per la vittoria del grano189

7. Il Governo fascista190

8. Desfile histórico en la inauguración de una Casa del Fascio en Toscana191

9. VI Giornata della madre e del fanciullo192

10. Gioventu fascista193

11. Von Papen, von Blomberg, Hitler y Goebbels en una manifestación juvenil en honor de Hindenburg, Berlín, 1934

12. Miembros de las juventudes hitlerianas en un desfile195

13. Hitler representado como protector de la nación alemana 196

14. Cartel nazi sobre la política belicista del III Reich197

15. Cartel nazi exaltando la militancia en el partido198

16. Cartel imperial, War musem, Londres199

17. Flaube und Schönheit200

18. El genio de la Victoria201

19. Deporte acuático202

20. La recompensa del trabajo 203

21. Flecha: Arriba España204

22. Votad al Frente Popular205

23. Votad al Frente Popular206

24. Partido Comunista de España207

25. Partido Comunista de España208

26. Viaje de la Sección Femenina española209

27. Iglesia y Franquismo210

28. Cartel, La acción militar de los rebeldes211

29. Cartel: Destruye la familia212

30. El Guernica213

31. Las lusitas214


32. En el umbral215


33. Maqueta del monumento de la III Internacional216

34. Cada vez más alto217

35. El palacio de invierno se ha tomado218

36. Tejedores armenios haciendo una alfombra con el retrato de Stalin219

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